Por: Antonio González Vázquez.
Nos hemos acostumbrado a que las cosas no funcionen como debe de ser. Ya no nos asombra lo anormal aunque eso represente una violación a alguna ley. Eso se debe en parte a que las propias instituciones encargadas de hacer respetar las leyes son los que primeramente las violan, las tuercen o las desobedecen. Vemos el módulo de información de la Comisión Estatal de Garantía de Acceso a la Información Pública y no funciona. Está averiado, se ha descompuesto, está muerto. Esto ocurre en la que debería ser la casa de la transparencia. Desde hace semanas el módulo, colocado a la entrada de esas oficinas, no sirve. Todos los días, los comisionados encabezados por Yolanda Camacho Zapata pasan enfrente de ese módulo y han de ver que está fuera de servicio y que eso no está bien, pero no les ha importado. El mensaje de “disculpe las molestias, estamos en mantenimiento, bien lo podrían colocar en la puerta del edificio sede de la CEGAIP puesto que a la luz de los resultados, toda la institución parece estar fuera de servicio. Que mal que la sociedad se habitúe a que se hagan las cosas mal, pero peor aún que los servidores públicos conviertan en regla su actuar indebido, eso ya es cinismo.