Por: Antonio González Vázquez.
Hoy es dos de octubre. 47 años después permanece el clamor “Dos de octubre no se olvida”. Dos de octubre, el día de la masacre. Muchos dicen que ese día no se olvida, pero se ha ido desvaneciendo de la memoria colectiva ese día de sangre derramada en Tlatelolco. Eran los tiempos del omnipotente y dictador Partido Revolucionario Institucional, cuando el poder se ejercía por la fuerza, cuando el autoritarismo era el rostro presidencial. Hoy es dos de octubre y en todas las ciudades del país se recuerda ese suceso para recordarnos que en cualquier momento puede volver a ocurrir. No es solo honrar a los muertos, desaparecidos, torturados, encarcelados, a todos los que fueron víctimas del exceso presidencial de Gustavo Díaz Ordaz, sino que es un recordatorio de que en México aún todo puede pasar. Esta es la imagen de una manta conmemorativa que será utilizada hoy en la marcha a celebrarse en la capital potosina, pero como ésta, habrá otras más y se sumarán a pancartas, pintas y consignas. Pese a todo, los estudiantes y los universitarios mantienen vivo ese grito de “Dos de octubre no se olvida”. Por la Memoria y Contra el Olvido, dice la leyenda en la manta en la que se invita también a discutir sobre la realidad de México a partir de la masacre del 68. Y en este 47 aniversario a la indignación inagotable de Tlatelolco, se suma la indignación nueva y feroz por los desaparecidos de Ayotzinapa. Dos sucesos distintos, pero iguales, dos masacres distintas, pero iguales: lo que las hace iguales es el abuso de poder y la intención de matar estudiantes. La imagen es elocuente, la memoria está pintada en rojo porque es la de la sangre que se ha derramado y el enunciado que dice “no hemos olvidado nada, no hemos olvidado a nadie”, es un mensaje al gobierno federal y a los gobernadores y a la clase política nacional: México no se olvida.