DUC IN ALTUM: Ahora pleito con la iglesia

Francisco X. Salazar S.

Muy a su estilo, después de agarrar pleito con empresarios, gobernadores, burócratas, maestros, médicos, investigadores, periodistas, españoles, gringos, padres de niños con cáncer, feministas, clasemedieros, aspiracionistas, fifís, estudiantes en el extranjero, asistentes a guarderías y escuelas de tiempo completo, etc., etc., ahora le tocó a la Iglesia Católica; y todo porque la Conferencia del Episcopado Mexicano se atrevió a corregirle la plana en su pretensión de quedarse con el control de los organismos electorales.

Los obispos le recordaron que ningún ciudadano, y menos los gobernantes que juraron guardar y hacer guardar la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, tiene derecho a impulsar reformas que eliminen o comprometan la fortaleza de las instituciones (a las que él cada rato manda al diablo), que son soporte del Estado Mexicano; y que la sola pretensión de hacerlo pone en entredicho la calidad moral de los que la impulsan.

En una durísima declaración reconocen la importante labor del INE y del TEPJF, y la estrecha relación con la ciudadanía durante los últimos 25 años, lo que ha permitido procesos electorales justos, equitativos, transparentes y confiables, de forma legal y pacífica. Reconocen también que estas instituciones, que son el resultado de la lucha y compromiso de miles de mexicanos de todos los signos partidistas, tuvieron como principales frutos que el gobierno dejó de ser juez y parte en los comicios electorales y que haya habido alternancia en el Poder Ejecutivo y en el Congreso en su conjunto.

Asimismo, señalan su aceptación en la ciudadanía, desde la famosa credencial de elector hasta la imparcialidad y legalidad electoral y las condiciones de equidad, así como la solución de las inconformidades en el marco de la Ley; y confirman el reconocimiento internacional que tienen como un ejemplo a seguir en muchos otros países.

El episcopado expresa su franca preocupación por el intento del Ejecutivo Federal, dada su orientación claramente regresiva, que constituye un agravio a la vida democrática, y lo exhortan respetuosamente a que asuma su responsabilidad con la historia y con las futuras generaciones, haciendo a un lado intereses ideológicos particulares e inapropiados para el bien común, en un Estado de Derecho Democrático como es México. Apelan a la prudencia y dicen con millones de voces: no pongamos en riesgo la estabilidad y gobernabilidad democrática del País. Y, ante el riesgo, encomiendan a nuestra Patria a Santa María de Guadalupe.

Socarrón, como es el presidente, declara que no está de acuerdo, pero “respeta”. Un respeto muy macuspano. Respeto, dice, pero yo tengo la razón y ustedes están equivocados, no saben lo que es la democracia; y hasta clases de etimologías pretende darles, y les recuerda que él es el pueblo y que ellos son las élites. El sí es infalible, declara que tiene la razón, y saca su torcida risita socarrona.

Al “no me vengan con que la Ley es la Ley” (la ley soy yo), le falta decir: “respeto” (pero solo yo estoy bien y todos los demás están mal). Que yo recuerde, nunca ha reconocido estar equivocado. Solo una vez señaló que había cambiado de opinión sobre el militarismo, aunque finalmente quedó claro que en realidad engañó durante toda su campaña criticando a los militares, para después darles todo tipo de tareas y prebendas, menos la responsabilidad de combatir al crimen organizado, al cual ordena darle “abrazos, no balazos”.

Taimado, se dice cristiano, a veces cita, mal, la Biblia y algunas devociones populares. Pero nada dice cuando en su partido Morena promueven el aborto y la desintegración familiar. Y hasta se atreve a declarar su admiración por el Papa Francisco, pero no dice que el Papa de ninguna manera acepta el aborto, ni la destrucción de las familias.

Potosinos Enchilados

  • Otra más de sus muchas promesas incumplidas: que no iba a endeudar al país. Para el año entrante pretende contraer una deuda de 1.2 millones de millones de pesos, o sea billones. La mayor deuda desde los tiempos de sus admirados Echeverria y López Portillo, quienes además de sumir al país en un desastre que nos tomó decenios superar, a los que más fregaron fue a los pobres, igualito que YSQ.

 

  • Qué bueno que la economía registró un crecimiento importante en el tercer trimestre de este año. Apenas estamos superando el mal manejo económico de la pandemia y la decisión que ahuyentó las inversiones al cancelar el que habría sido el mejor aeropuerto de toda Latinoamérica. De cualquier modo, aún si se confirma este dato de crecimiento, todavía estaríamos abajo del PIB que teníamos antes de que Morena ganara en las elecciones de 2018 (claramente, el decrecimiento empezó desde antes de la pandemia) y con el agravante de que en 2022 somos varios millones de mexicanos más. Además, el crecimiento se debe en mucho a las benditas remesas que mandan mexicanos que se tuvieron que ir del país por la mala economía; al turismo y a las exportaciones. Y de esto el gobierno no tiene nada de que presumir, sino todo los contrarío. No crecimos por el gobierno, sino a pesar de él.

 

  • Me pareció muy aplicable la frase atribuida a Napoleón: “Los sabios son los que buscan la sabiduría, los necios piensan ya haberla alcanzado”. Les queda a los que se creen más inteligentes porque trabajan menos.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Ingeniero Químico, maestro en Administración y doctor en Educación. Empresario. En 2005 ocupó el cargo de Secretario del Trabajo y Previsión Social a nivel Federal. Fue dos veces diputado federal y senador, y una vez diputado local. Ha sido catedrático por más de 25 años en universidades públicas y privadas. Miembro del Partido Acción Nacional de 1975 hasta abril de 2022. Ha sido consejero de Canacintra, Industriales Potosinos, Unión Social de Empresarios de México y de Coparmex. Ocupó el cargo de secretario general en el Sindicato de Académicos de la UASLP. Actualmente es presidente del Instituto de Política Laboral A.C.

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