Francisco X. Salazar S.
- DUC IN ALTUM: Literalmente se traduciría como “conducir a lo alto”, pero se usa como la voz de salida de una embarcación: remar mar adentro, leven anclas.
Mi solidaridad y respeto a los periodistas.
Allá, millones de desplazados, que de un día para otro fueron obligados a dejar casa, empleo, familia y pertenencias, y salir solo con lo que pudieran cargar.
Acá, tal vez no millones, pero sí cientos de miles, también tuvieron que salir con lo que pudieron cargar, dejando atrás todo lo que habían ahorrado en muchos años.
Allá, el exilio.
Acá, la muerte.
Allá, edificios públicos y privados son bombardeados y balaceados con la consiguiente muerte de civiles, mujeres y niños. Incendios por doquiera.
Acá, edificios públicos quemados, alcaldes y otras autoridades ejecutados; autos y camiones incendiados, balaceras y ejecuciones sumarias en el paredón, en la calle o en sus propias casas.
Allá, en unas cuantas semanas de guerra, tres periodistas extranjeros y otros muchos locales han muerto en el desempeño de su trabajo.
Acá, en lo que va del año van ocho periodistas asesinados y en lo que va del sexenio la cuenta asciende a 32 periodistas asesinados, sin que las autoridades muestren siquiera consternación.
Allá, millones se quedaron sin atención médica y sin escuela los niños y jóvenes.
Acá, millones perdieron el Seguro Popular y no consiguen medicinas, y 3.6 millones de niños se quedaron sin Escuelas de Tiempo Completo y miles de maestros sin trabajo.
Allá, los desplazados tienen la esperanza de conseguir buena acogida y hasta empleo.
Acá, se unen a las caravanas de centroamericanos, caribeños y otros; y se tienen que ir legal o ilegalmente a que los detengan en la frontera o intenten colarse de mojados.
Allá, tienen la esperanza de regresar cuando acabe la invasión.
Acá, ni para cuando regrese la tranquilidad a sus tierras.
Obviamente hay diferencias; allá es una invasión de un país grande y fuerte, sobre uno mucho más pequeño y más débil. Acá una guerra disimulada por las autoridades, pero guerra al fin, entre los criminales organizados o no, que se llevan entre las patas a los inocentes ciudadanos.
Pero lo que más duele es la insensibilidad allá y acá.
Allá, a Putin solo le interesa imponer sus delirios de grandeza de cuando imperaban los zares; o la dictadura soviética que sometió a la mitad de Europa y de Asia a los caprichos de Stalin en la URSS; sin importarle los millones de muertos y la destrucción que cueste su delirio hasta a sus propios compatriotas.
Acá, lo más importante para el Gobierno son sus proyectos faraónicos, sin importarle a quien perjudica o de dónde obtiene los recursos para las obras que no se justifican ni económica, ni ecológica, ni socialmente.
Allá, aterroriza la crueldad de Putin al ordenar bombardeos sobre la ciudades y población civil. Hemos visto hasta hospitales destrozados entre otra muchas barbaridades. Y también ciudadanos rusos golpeados y encarcelados por pedir la paz,
Acá, duele la insensibilidad del Gobierno para dejar sin Escuelas de Tiempo Completo, sin Guarderías, sin Medicinas para el cancer y sin empleo a millones de mexicanos. La decisión mas reciente y cruel ha sido la de dejar sin presupuesto a las Escuelas de Tiempo Completo, alegando que no había recursos, siendo así que siguen gastando miles de millones en una Refinería para producir gasolinas, cuando los autos eléctricos son el futuro inmediato, un Tren Maya que está causando serio deterioro de la naturaleza en la Península, y regalando miles de millones de pesos en programas clientelares que no se justifican, ni se auditan, ni se sabe si dan resultado.
Las Escuelas de Tiempo Completo, además de darle a los niños educación y alimentación (a veces la única verdaderamente nutritiva en todo el día), y de permitir que las madres trabajadoras pudieran dejar a sus hijos bien cuidados en la escuela; mantenía a los niños a salvo de las pandillas, del crimen organizado, de los videojuegos y muchas veces de la iniciación temprana al alcohol, tabaco y sexo. Y de paso dejó sin empleo a miles de maestros de estas Escuelas.
Lo que más duele es que no se piense en la muerte y el dolor que causan can tal de imponer sus caprichos o sueños guajiros o siberianos. Y duele que acá, el Gobierno no se atreva condenar la invasión a Ucrania, aunque sea evidente que es un agresor fuerte contra un país débil. Pero tampoco se conmueve de los desplazados, desempleados, ni de los periodistas ejecutados en su propio país.
Bueno, ellos sí pueden darle a sus hijos vida de millonarios.