Edith Pérez, una madre que desentierra la verdad de las y los desaparecidos de SLP

María Ruiz

Hace poco más de 10 años, Edith Pérez Rodríguez desenterró su dolor y exhibió al expresidente Felipe Calderón Hinojosa, con un “perdone que lo interrumpa”, la desaparición de sus hijos, Alexis y José Arturo Domínguez Pérez, de entonces 16 y 20 años; su sobrina Milynali Piña Pérez, de 13; su sobrino Aldo Pérez Salazar, de 20; y su hermano, Ignacio Pérez Rodríguez, de 54 años, hecho sucedido el 14 de agosto de 2012, cerca de Ciudad Mante, Tamaulipas, donde supo de ellos por última vez.

Desde ese día, Pérez Rodríguez se ha dedicado a la búsqueda de personas, una madre que retrata la tenacidad y fortaleza de las mujeres que tienen la férrea convicción de conseguir verdad y justicia por las y los desaparecidos de San Luis Potosí, a través de su asociación civil Voz y Dignidad por los Nuestros SLP, un espacio de resiliencia para las familias que buscan a sus seres queridos.

Su labor social y humanística reflejan la importancia de la feminización de la búsqueda, y cómo a través de la organización configura un movimiento en el cual la participación de las mujeres ha sido esencial, tanto para la denuncia pública de esta problemática como la búsqueda efectiva de personas y el rastreo de víctimas del delito de desaparición forzada.

Este Día de la Madres, es para Pérez Rodríguez un recordatorio doloroso de su lucha, de la ausencia de sus hijos, del sinsentido que tiene la incertidumbre que conlleva este tipo de tragedias.

“La verdad este 10 de mayo es la fecha más terrible del año para mí, es un día en el que los sentimientos se encuentran. No sabes si agradecer a Dios por todos aquellos días felices que te hicieron pasar tus hijos, o arrepentirte de haberlos traído al mundo, para esto”, explicó.

Para Edith, el 10 de mayo no es una celebración sino un recordatorio de que sus hijos siguen sin aparecer, un flagelo que parece que la persigue a ella y a centenares de familias de San Luis.

“En esta fecha yo puedo celebrar a mi madre, pero siento un gran vacío en mi alma y mi corazón porque mis hijos no están para abrazarme, y eso me llena de rabia y ahora me levanto para luchar. Al principio lo hice por ellos, y ahora lo hago por los demás. Ahí entendí que mi dolor se convirtió en una causa”.

Y aunque ella asegura que el dolor que causa la desaparición de sus hijos ha provocado que muera poco a poco su espíritu, en la búsqueda de personas ha encontrado esa fortaleza para seguir adelante.

“Dios me ha dado la fortaleza de seguir adelante a través de las personas que nos acompañan y nos hacen más fuertes para salir a gritar que ellos viven; que ellos están desaparecidos más no muertos, y exponer que el Gobierno tiene un compromiso con todos ellos, de que aparezcan, de que nos los entreguen con vida o sin vida, pero que nos los lleven a casa”.

Edith Pérez señaló que el Día de las Madres también enmarca la impunidad que ellas enfrentan al no saber más de sus hijas e hijos, es un recordatorio de las afectaciones que sobrellevan por esta problemática, una que también las ha convertido en buscadoras experimentadas.

“Nosotros este 10 de mayo es para alzar la voz. Yo solo busco también ahogar mis lágrimas en el grito de exigencia por justicia y verdad. ¿Dónde están? Tengo que moverme, hacer algo por mis hijos y por todos los que sufren de esta situación. Tengo que hacer algo por mis compañeras, no pienso quedarme sentada a llorar y quedarme esperando, necesito que mis hijos vuelvan, necesito justicia”.

Esta es una fecha agotadora; sus sentimientos, comparte, están a flor de piel, es darse cuenta que en su hogar las voces y pasos de sus hijos dejaron de escucharse, pero su presencia se hace presente en su lucha por encontrarlos.

“Al formar esta asociación y estar unidas entre hermanas, esposas, abuelas, madres y también padres, nos impulsa a salir adelante y que nos muestra el camino para salir a buscarlos y buscarlas”.

Un espacio en el cual Edith también ha encontrado consuelo a través del acompañamiento de otros familiares que hacen frente a la fragmentación de sus hogares, a la ruptura colateral, pero que entre ellos y ellas rescatan aquella fortaleza perdida a veces por el dolor y la ausencia de su ser querido, siempre anteponiendo el amor por los suyos.

“Cada búsqueda nos abrazamos y nos exportamos a seguir adelante. Ha sido difícil porque las desapariciones continúan, cada vez se integran compañeras nuevas que todavía no entienden por qué les pasó esto, y que si ya les pasó, saber cuál es el siguiente paso. Poco a poco hemos estado construyendo esta hermandad de dolor”.

Por lo que la existencia de Voz y Dignidad por los Nuestros le ha otorgado a Pérez Rodríguez una esperanza más en su vida como madre y buscadoras de personas desaparecidas.

“No hay protagonismo en estas acciones, somos madres que buscamos justicia, que buscamos a nuestros familiares desaparecidos. Queremos encontrarlos y saber quiénes son sus familias. Tenemos que hacer visible que esta gran desgracia no desaparece, aumenta, y al Gobierno no le importa lo que pasa. Nos destruyen, nos acaba esta problemática”.

Edith deja claro una cosa: la búsqueda de personas desaparecidas es una gran responsabilidad, ella se ha convertido en investigadora, abogada y hasta forense en su práctica diaria al tratar de encontraba sus hijos y a otros cientos de desaparecidos.

Es el ejemplo de una madre que ha convertido el dolor en una esperanza para muchas familias que como ella atraviesan la incertidumbre de no saber más de sus hijas e hijos; ella es la cabeza de un proyecto que incide a favor de quienes buscan justicia, el rostro de aquellas madres que se sacrifican y que se desprenden de sí mismas para encontrar y dignificar la vida de sus desaparecidos.

Este texto está dedicado a Alexis y a José Arturo, hijos de Edith Pérez Rodríguez, las dos grandes motivaciones por las que se creó Voz y Dignidad por los Nuestros SLP. En dos días Arturo cumplirá años por lo que su madre le dedica unas palabras: “Arturito ‘mi amor carcacha’, cumplirá años este 12 de mayo, fue el que me hizo por primera vez mamá. Hijo, te extraño”.

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