Arely Torres-Miranda
De inicio, estimado lector, querida lectora, ofrezco una disculpa si a usted le agravian, molestan o estorban las palabras que elegí como título de esta colaboración, pero le pido que me permita estas expresiones, ya que no encontré otra forma de describir lo que a continuación le voy a contar. Hace unos días leía un artículo en el que Debra Aho Williamson, analista de la empresa de investigación de mercado Insider Intelligence, aseguraba que ha ido disminuyendo considerablemente el número de usuarios jóvenes de Facebook, pero que a pesar de esto, no se considera que vaya a dejar de ser exitoso, al menos no pronto e inmediatamente pensé en que sí, es una red de uso común para las personas de más de 30 años y que no es de extrañarse entonces, que existan tantos memes diciendo que no hay mejor pasatiempo que pelear con extraños en esa red social (ajá, muy cuarentona de mi parte decirle “red social”, justo comprobando el dato inicial).
Y pues sí, hay toda una comunidad virtual aquí en San Luis Potosí con grupos exclusivamente de mujeres en los cuales, la gran mayoría de las veces, se muestran situaciones de solidaridad, empatía, ayuda, sororidad y acompañamiento, en lo personal, se ha convertido en ese salvavidas para cuando necesito recomendaciones de compra, contratación de servicios, encontrar material, papelería, artículos para el hogar y regalos prioritariamente de empresarias y emprendedoras potosinas. Ha sido también un lugar fundamental para muchas mujeres al momento de buscar ayuda en situaciones de violencia, consejo para defender sus derechos en medio de una separación, recomendaciones en momentos de emergencias y también, hay que decirlo, a veces hay publicaciones que desatan unos pleitos que una hasta parece que está sentada en medio de cualquier espectáculo de lucha libre.
Estas diferencias de opiniones van desde los postres, panes y pasteles navideños de una famosa cadena de tiendas que hay quienes van y los compran y luego los venden por fuera a otro precio, ahora que fue el tema de Luis Miguel y la entrega de boletos enseñando un disco y su INE –cof cof Ceepac– y entonces hubo quien puso a la venta y renta los discos y bueno, entre dimes y diretes, discusiones, acusaciones de todo tipo, las mujeres que son administradoras, tratan de mantener la paz y armonía con una maestría tipo juezas de paz certificadas por la ONU, que he de decir, que generalmente no lo logran y una navega en un campo minado.
Generalmente cuando hay discusiones de este tipo, pues me mantengo al margen, o sea, leo TODO el chisme, pero finalmente, si tú necesitas un pastel de esa tienda y no puedes o no quieres ir a formarte dos o tres horas y prefieres pagar un sobreprecio –exagerado– o no, eso es la decisión de cada quién. Pero de verdad donde no he podido quedarme callada y en las que sí he participado activamente, han sido sobre esas publicaciones referentes al pago, contratación y descripción de labores de las trabajadoras del hogar, porque miren, es una realidad social admitir que quienes mayoritariamente asumimos la responsabilidad del cuidado del hogar somos las mujeres, me podrán decir que “mi marido <ayuda>” pero a final de cuentas, sigue recayendo en nosotras de manera casi naturalizada, el peso del trabajo invisibilizado del cuidado y limpieza de los y las integrantes de una familia.
Desde hace muchos años ha estado en la mesa de discusión esta deuda histórica ante la falta de reconocimiento al valor y el acceso a los derechos de llamado trabajo doméstico. Fue hasta abril del 2019 cuando después de muchos años de lucha y organización social de las trabajadoras del hogar, lograron que la Cámara del Senado aprobara por unanimidad, el dictamen que reforma las leyes Federal del Trabajo y en 2022, la Ley del Seguro Social, con el objetivo de regular el trabajo doméstico remunerado, así como reconocer y garantizar los derechos de las personas que se dedican a esta labor, quedando definido en el artículo 331 de la Ley Federal del Trabajo, de la siguiente manera:
Persona trabajadora del hogar es aquella que de manera remunerada realice actividades de cuidados, aseo, asistencia o cualquier otra actividad inherente al hogar en el marco de una relación laboral que no importe para la persona empleadora beneficio económico directo, conforme a las horas diarias o jornadas semanales establecidas en la ley, en cualquiera de las siguientes modalidades:
- Personas trabajadoras del hogar que trabajen para una persona empleadora y residan en el domicilio donde realice sus actividades.
- Personas trabajadoras del hogar que trabajen para una persona empleadora y que no residan en el domicilio donde realice sus actividades.
- . Personas trabajadoras del hogar que trabajen para diferentes personas empleadoras y que no residan en el domicilio de ninguna de ellas.
Todo comenzó con una publicación de una integrante de ese grupo que reprodujo textual el mensaje de texto de otra mujer, donde le dice que no le conviene aceptar el trabajo de limpiar su casa porque son muchas horas y que ella por lo general, va a tres diferentes casas al día, obteniendo un salario total de mil quinientos pesos. Eso, enfureció a la mujer, diciendo que ella también quiere un trabajo así de ese salario por seis horas, rematando con un irónico “¿y su nieve?”. Por más increíble que parezca, en pleno 2023 hay personas que aún piensan que la esclavitud es válida o que viven en la fantasía de que, por haber tenido la oportunidad de cursar una licenciatura o una maestría, les coloca en un nivel de superioridad moral y laboral que minusvalora cualquier trabajo que implique –en su distorsionada percepción de la realidad– un esfuerzo físico o ejercerlo en un espacio diferente a una oficina, no merece ser valorado y estar bien pagado.
Leer comentarios como “todo quieren”, “nosotras tenemos la culpa por pagarles lo que nos piden”, “ya ni la friega de haber estudiado”, “aparte son flojas y mal hechas” me hizo darme cuenta una vez más, que por eso están tan normalizadas las prácticas laborales inseguras y violentas. Porque si a manera de burla escribieron algunas que “nada más falta que quieran una oficina con aire acondicionado y chofer” es también un reflejo que justo el tener estudios académicos no garantiza un trabajo digno y que me gustaría decirle a cada una de esas mujeres que la vida es una tómbola y que no sabemos ni las circunstancias ni los privilegios que tienen unas o que les faltaron a otras y que a final de cuentas, exigir espacios y condiciones laborales dignas debería ser una lucha de y para todas. Les va a dar un infarto cuando sepan que también deben de pagar la cuota patronal del Seguro Social (por cierto, les dejo el link aquí https://www.imss.gob.mx/personas-trabajadoras-hogar/inscripcion).
Miren, como dice mi amiga Fá, “si no quieren pagar lo justo por el trabajo doméstico, háganlo ustedes” y es que hay que decirlo, ofrecer trescientos pesos por ocho horas de trabajo, llegar a las ocho de la mañana –ya desayunada– y decir que se dará almuerzo, me parece que habla mucho de la calidad humana de quien así lo ofrece. Obviamente la persona que comenzó la discusión se sintió ofendida por señalar no solo por mí, sino por otras mujeres el clasismo de su publicación y vino a pedirme cuentas, con recibo y sello incluido de cuánto le pago a la persona que empleo en casa. Finalmente, se me agotó la paciencia y las llamé “miserables y huevonas” porque no quieren hacer el trabajo del hogar, pero tampoco quieren pagar de manera justa y brindar condiciones dignas a quien lo haga. No crean, no dejo de pensar que habrá quien sí le tome el trabajo bajo esas condiciones, porque como siempre lo digo, lo legal no siempre es lo justo y es aprovecharse también de la necesidad de las otras. Solamente poniendo como ejemplo ¿cuánto gasta una trabajadora del hogar en transporte público a la semana? Se los dejo de tarea.
Creí que me iban a sacar del grupo por decirles así, pero no, ahí sigo… A ver si cuando lean esto no me expulsan, pero ojalá lo lean y les ayude a reflexionar un poco. Este es un tema del que he escrito desde el 2014, les dejo por aquí abajo unos links viejitos y el tabulador de salario que han compartido y socializado las compañeras del Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar, el cual por cierto, también ha creado una gran controversia en estos grupos potosinos.
https://mujeresconstruyendo.com/profiles/blogs/m-s-all-de-roma
https://mujeresconstruyendo.com/profiles/blogs/la-chacha
https://mujeresconstruyendo.com/profiles/blogs/pero-si-son-como-de-la-familia
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es abogada, comunicóloga y activista por los Derechos Humanos y género. Es fundadora y coordinadora del Observatorio de Violencia Feminicida en SLP. Fue consejera social del Instituto Nacional de las Mujeres (2012-2018). Tiene estudios en política pública con perspectiva de género por FLACSO y CEPAL. Es asesora y capacitadora en Derechos Humanos, feminismo y género. También ha sido asesora y promovente de iniciativas y reformas de ley coadyuvando a la armonización legislativa con perspectiva de género, feminismo y derechos humanos.