El Aquelarre: …Ni una agresión sin respuesta…

Arely Torres-Miranda

Mi madre decía que desde que aprendí a hablar, nunca volví a cerrar la boca y hablaba hasta por los codos, a lo que ilusamente le respondía que de grande iba a trabajar en algo donde me pagaran por hablar y desde ahí, una de mis ilusiones era convertirme en locutora. Ella, como siempre, alentando mis sueños, me regaló una grabadora para cassette (quienes tenemos más de 40 sabemos de lo que hablo) y también me compró un micrófono para que me enseñara a hacer mis propios programas de radio. Y ahí estaba yo, a mis 8 ó 9 años grabando entrevistas con The Beatles, Janis Joplin, Mafalda y cuanto personaje se me ocurriera, era yo muy “pro”, hacía las diferentes voces y hasta hacía ruidos como si eso fuera hablar en inglés sin que pudieran faltar las cortinillas y todo. Estoy segura que por ahí deben de estar guardadas esas pruebas de la ilusión por la cual, cuando llegó el momento de elegir una carrera universitaria, comunicación triunfó por encima de estudiar Derecho y este irremediable ímpetu de la búsqueda de justicia.

Era 1995 cuando entré a la ahora Facultad de Ciencias de la Comunicación y se me abrió un universo de conocimiento y hasta la fecha, soy una enamorada de mi carrera. Tuve maestros y maestras de todo tipo: estaba desde la que llegaba súper puntual  e impulsaba a leer y saber y devorar conocimiento hasta el que de plano, sólo iba a leer y te daba una flojera inmensa. Recuerdo muchísimo cuando POR FIN llegó el semestre en el que iba a cursar la materia de radio y entonces, llegó él: Santiago Arias Thompson, quien como todo violentador, inteligentemente supo aprovechar su figura de autoridad (como maestro) y hasta la fecha, seguir hostigando a las estudiantes universitarias.

Miren, hace veintitantos años, no teníamos ni las leyes ni el conocimiento para poder reconocer que esas conductas que nos incomodaban, significaban un abuso, una violencia. Durante décadas, las mujeres fuimos educadas en estas costumbres de respetar a la autoridad  también hay qué decirlo muy claro, la estructura patriarcal durante años nos metió en la cabeza que si alguien nos lastima, es porque nosotras lo habremos provocado y por miedo y desconocimiento, callamos. Por eso es tan importante el movimiento #MeToo y “YoTeCreo, para desterrar de nuestra colectividad todo ese entramado que sostiene y cobija a estos depredadores sexuales. Actualmente, uno de los más importantes logros del movimiento feminista, es que las mujeres nos sabemos juntas y dispuestas a cuidarnos, acompañarnos y a trabajar juntas, desde los diferentes frentes para poder vivir una vida libre y digna.

Como ya había expresado hace unos meses en este espacio, una de las demandas más urgentes de las mujeres potosinas ha sido erradicar la violencia dentro de las aulas de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, por lo que desde hace unos años, las jóvenes universitarias feministas se han agrupado y organizado en las diferentes escuelas y facultades alzando la voz y colocando estos “tendederos” donde obviamente, quienes pertenecemos a generaciones más antiguas, reconocimos de inmediato a esos señores que fueron nuestros maestros y  también, nuestros violentadores. Durante la gestión del ex Rector Manuel Fermín Villar Rubio se hizo el primer protocolo de atención para los casos de acoso y hostigamiento dentro de la institución, el cual, como lo señalamos desde los diferentes espacios las colectivas y organizaciones feministas, resultaba revictimizante y excesivamente burocrático por lo cual, no cumplió las expectativas y mucho menos garantizó que los maestros universitarios terminaran con estas conductas.

Cuando el Dr. Alejandro Zermeño Guerra tomó protesta como Rector, durante su discurso se comprometió a trabajar para la erradicación del hostigamiento y el acoso dentro de la máxima casa de estudios en San Luis Potosí, por lo cual, desde la Defensoría Universitaria de inmediato se  iniciaron trabajos, teniendo como prioridad incorporación a las organizaciones y colectivas feministas para la instalación del Comité Institucional para la Erradicación de la Violencia de Género, integrado también por la Oficina del Abogado General Universitario, una representación del Sindicato Administrativo, también del Sindicato Académico y la propia defensoría, trazándose una ruta de trabajo iniciando con la revisión y propuestas de reforma a dicho protocolo, que según entiendo, ya están en sus revisiones finales y esperamos que muy pronto salga a la luz y se ponga en práctica.

Esto será fundamental para lograr una total erradicación de estas conductas y también evitar las trampas que estos violentadores intentan hacer para seguirse protegiendo. La cosa no es menor, en días pasados por una nota publicada en un portal local de noticias, nos enteramos de que a pesar de que la comisión investigadora resolvió que con motivo de las  cinco quejas recibidas sobre lenguaje sexista contra Santiago Arias Thompson y que se determinó inhabilitarlo de su función docente desde el pasado 17 de febrero de este año, el Sindicato admitió su candidatura como representante sindical de la Facultad de Ciencias de la Comunicación. Pasando por encima de la Ley Federal del Trabajo,  donde se establece a partir de la reforma del año pasado en los artículos 378 y 133, respectivamente que  queda prohibido a los sindicatos: […] IV. Ejercer actos de violencia, discriminación, acoso u hostigamiento sexual en contra de sus miembros, el patrón, sus representantes o sus bienes, o en contra de terceros; y Por otro lado, las organizaciones tienen prohibido no solo ejercer sino “permitir o tolerar actos de hostigamiento y/o acoso sexual en el centro de trabajo” (art. 133 fracc. XIII).

De poco servirán los esfuerzos conjuntos desde la Rectoría y las alumnas de la UASLP, si el Sindicato no se suma y compromete a los trabajos para erradicar las violencias en cualquiera de sus formas. Hoy podemos celebrar que Arias Thompson se encontró con la organización feminista de alumnas y exalumnas quienes exhibimos la incongruencia en este caso, pero ¿tendremos que seguir presionando o finalmente podremos gozar del derecho a una educación libre de violencia?

Lo decimos fuerte y que quede claro: ninguna agresión quedará sin respuesta, estamos juntas y estamos organizadas.

 

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