Arely Torres-Miranda
El próximo domingo se vivirá una jornada más de elección en nuestro querido San Luis Potosí, y yo no sé ustedes, pero aún no sé qué voy a hacer con mi “súper poder” del voto. Culpo a mi mami, por haberme inculcado este sentimiento de responsabilidad democrática, el cual, recuerdo perfecto que nació un domingo de por ahí de los ochentas, cuando desde tempranito nos levantó a desayunar porque ella se tenía que ir a la esquina de nuestra casa a instalar la casilla para que los demás vecinos y vecinas pudieran emitir su voto. Ese día mi mamá me contó que mi bisabuela, mamá Julia, había sido de las primeras mujeres en votar en San Luis y que ella creía profundamente en el poder transformador que tenemos las mujeres dentro de la política.
Ahí, ese domingo supe que el estar sentada en ese incómodo banquito, al frente de esa mesa como titular de la casilla, representaba para ella la materialización de la larga lucha de muchas mujeres para garantizarse el derecho a votar y ser elegidas para desempeñar cargos públicos, iniciado por las sufragistas, quienes levantaron la voz, de acuerdo a diferentes referencias históricas, en 1848 al nacer la Declaración de Sentimientos de Seneca Falls, donde bajo el liderazgo de Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott, se documenta el estudio las condiciones y derechos sociales, civiles y religiosos de la mujer, siendo relevante también debido a que fue signado por sesenta y ocho mujeres y treinta y dos hombres de diversos movimientos y asociaciones políticas de talante liberal y próximos a los círculos abolicionistas que defendían la anulación de leyes, o costumbres que se fueran contra principios éticos y que siguieran obstaculizando el papel de las mujeres en la vida pública.
Fue así como, después de muchos años de lucha, las sufragistas consiguieron que desde la legislación internacional, se hiciera valer el artículo 21 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que establece que toda persona (no solamente los hombres) tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente así como que toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país. De igual manera, la Convención sobre los derechos políticos de la mujer (Convention on the Political Rights of Women) fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en la resolución 640 en diciembre de 1952 entrando en vigencia el 7 de julio de 1954, En su Artículo I, esta convención dispone que “Las mujeres tendrán derecho a votar en todas las elecciones en igualdad de condiciones con los hombres, sin discriminación alguna”.
La historia en México tiene su propio curso, un total orgullo potosino ya que desde el 8 de enero de 1923, a iniciativa presentada por el entonces gobernador del estado, Rafael Nieto Compeán, la XXVII Legislatura del estado expidió el Decreto Número 103, mediante el cual se modificó Ley Estatal Electoral para reconocer a las mujeres potosinas como electoras con derecho a ser inscritas en el censo electoral. En el resto del país, el 12 de febrero de 1947, se publicó en el Diario Oficial de la Federación del Decreto de adición al artículo 115 para la participación como votantes y como candidatas de las mujeres, estableciendo que: “En las elecciones municipales participarán las mujeres, en igualdad de condición que los varones, con el derecho de votar y ser votadas”, posteriormente el 17 de octubre de 1953, una vez superado el trámite legislativo, el Presidente Ruiz Cortines promulgó las reformas constitucionales para que las mexicanas gozaran de la ciudadanía plena y fue hasta el 3 de julio de 1955, cuando las mujeres en México sufragaron por primera vez en una elección federal. Y me parece oportuno decir que no “nos concedieron el voto”, las mujeres trabajamos para acceder a un derecho, puntualizando, porque luego parece que los derechos son limosna y no obligación para el Estado.
Y bueno, aquí estamos muchos años después, a unos días de salir a votar y enfrentarnos con una realidad devastadora: entre tantos partidos y entre tantas candidaturas ¿dónde estamos las mujeres y nuestros derechos? Una pensaría que con la conquista de la paridad y la obligatoriedad de postular a mujeres para los cargos de elección, tendríamos que haber visto un cambio radical en las políticas de este país, sin embargo, pareciera que hay un retroceso y hasta el riesgo de perder lo hasta ahora ganado. Seguimos viendo partidos postulando a personas que a pesar de haber firmado la iniciativa ciudadana “3de3VSViolencia” donde manifestaran que no habían sido condenados o sancionados por: 1) violencia familiar o doméstica, 2) delitos en contra de la libertad sexual, o la intimidad corporal, así como 3) no estar registrado como deudor de una pensión alimentaria, seguimos teniendo que alzar la voz contra esos agresores que desean seguir cobijados por la impunidad que les da el poder político.
También nos encontramos que hay candidatos y candidatas que siguen siendo antiderechos, quienes cuando han sido titulares de algún cargo público han votado o han trabajado en retroceso de los Derechos Humanos aun cuando Constitucionalmente es una obligación garantizarlos y permitir su progresividad. También, acá en San Luis tenemos candidatos que durante campaña han agredido a reporteras, una en una entrevista transmitida en línea donde le pareció gracioso unirse a la misoginia de un reportero y otro que su manera de responder a los cuestionamientos de la prensa es decir que “no contesta mamadas”. Ambos, a la fecha, han seguido impunes y no solo eso, lo peor es que cuentan con el silencio omiso de sus compañeras y compañeros de partido, gente que conocemos por su trabajo y su lucha y que el día de hoy no se han atrevido a defender a las que han sido violentadas. No olvidemos el caso del candidato quién el 8 de abril de 2017, en un programa radiofónico le pareció oportuno vociferar una “opinión” que varios años después, el tribunal ha resuelto que esos dichos misóginos constituyen una violencia política en razón de género.
¿Qué nos hace falta? Personalmente creo que nos empecinamos tanto en llegar que nos perdimos en el para qué llegar. Llevo años viendo a mujeres y compañeras feministas muy queridas militar en partidos políticos que representan retrocesos y desdén para nuestros derechos. Compañeras quienes participan con todo su gran talento y ánimo y que pareciera que son utilizadas, compañeras que han tenido que aguantar estas discriminaciones y violencias, no tan sutiles la mayoría de las veces, esperando la oportunidad para poder hacer el cambio. La querida teórica, investigadora y escritora feminista española Rosa Cobo Bedia escribió hace algún tiempo algo que sin duda es motivo de análisis para todas las mujeres en el ámbito político: “Las mujeres que militan en partidos políticos o en movimientos sociales suelen vivir con gran intensidad emocional la adhesión a su grupo de pertenencia. Y esa ‘entrega’ emocional ha llevado a algunas a priorizar otros intereses que no son feministas. Y la historia nos ha mostrado repetidas veces no solo los costes que hemos pagado por posponer nuestras luchas, sino también las brechas que se han abierto entre las mujeres de los partidos y el movimiento feminista.”
Y ahora ¿qué hacemos? ¿Cómo salir a votar con este panorama tan devastador? Yo no sé ustedes pero yo estoy harta de tener cada tres años elegir “lo menos peor” entre un grupo de gente que, siendo honesta, brinca de un cargo a otro, de un partido a otro cuidando únicamente su bienestar personal y el de su grupo de gente cercana. Prostituyendo la democracia vendiendo alianzas perversas que repercuten en los retrocesos para la ciudadanía. Las valientes compañeras de CONAFEM en Guerrero hace unas semanas, ante la complicidad de la llamada “4T”, liderada por MORENA y con todo el respaldo del Presidente que se ha autoproclamado el presidente más feminista de la historia de México ( lo cual, es una burla al proteger al candidato Salgado Macedonio para después imponer a la hija de éste para candidata a gubernatura, hicieron un llamado a la construcción de un autogobierno feminista organizándose en un autogobierno rechazando a un agresor sexual en el poder y contra un partido que se ha burlado una y otra vez de la causa feminista. En este llamado también nos invitaron a votar con dignidad y colocar el nombre de Yolitzin Jaimes en el recuadro en donde dice “candidata no registrada” como un acto de rebeldía contra el sistema de partidos que ha quedado muy chico para las exigencias ciudadanas.
Debemos de pensar también en los perfiles que integrarán los gabinetes de los y las candidatas ganadoras… por ejemplo ¿dónde están y qué cargos piensan ocupar las personas responsables del fracaso y simulación de la implementación de la Alerta de Violencia de Género en los diferentes municipios de San Luis Potosí? Esos y esas diputadas que se andan promoviendo para seguir ocupando una curul, ¿Cómo votaron las iniciativas que pretendían reformar la Constitución y la Ley de Salud del Estado ampliando el acceso a información, atención y evitar la criminalización de las mujeres por decidir sobre nuestros cuerpos? Quiénes están pidiendo que confiemos en su trabajo y sus promesas ¿qué han hecho para evitar el ecocidio en la Sierra de San Miguelito, la contaminación de los mantos acuíferos y la contaminación del aire en las cuatro regiones de nuestro San Luis? Quienes están pidiendo tu voto diciendo que “las mujeres primero” ¿cómo alzaron la voz y defendieron los presupuestos cuando el presidente eliminó los apoyos a las organizaciones sociales de mujeres, eliminó recursos para las guarderías e instancias infantiles, desmanteló el PROEQUIDAD, emprendió una guerra contra la lucha feminista cercando Palacio Nacional el 8 de marzo y afirmando que el 90% de las llamadas de auxilio por violencia son falsas? ¿qué han hecho para erradicar los feminicidios y la violencia sistemática que vivimos todas las mujeres? ¿Se les olvidaron las personas de los pueblos originarios cuando se tuvo que forzar en tribunales el cumplimiento de la consulta indígena? ¿Alguno de ellos/as ha tomado postura pública sobre la falta de condiciones y acceso para las personas con alguna discapacidad en los edificios públicos empezando por el Congreso del Estado, Palacio de gobierno y todos los demás lugares totalmente inaccesibles? No es nada más lo que hicieron, si no lo que dejaron de hacer. La omisión institucional también es una postura política (y una responsabilidad jurídica).
Perdón por extenderme, han sido meses de análisis de las campañas con las propuestas de las diferentes candidaturas y no nos queda más que seguir buscando y fortaleciendo los mecanismos de vigilancia y seguimiento a lo que quienes ganen las elecciones, pretendan emprender.
A mis compañeras feministas que participan en esta contienda, todo el agradecimiento por resistir dentro de un sistema partidista misógino. Espero en tres años poder estar hablando de candidaturas ciudadanas con una agenda político/feminista o por ¿qué no? Que en tres años podamos votar por un partido feminista que nos garantice que nuestra voz sea escuchada y representada en el máximo ejercicio democrático, como debería ser el acudir a las urnas a emitir nuestro voto.