Estocolmo (18 de agosto de 2016).- Lilly Lindstrom de treinta y dos años, quien vivía sola en un departamento del área Atlas en Estocolmo, Suecia, era conocida por sus vecinos en el edificio como “La chica de las llamadas”. Este sobrenombre no era por su trabajo como prostituta sino porque su habitación era la única en todo el edificio que contaba con teléfono.
No pasaría mucho para que fuera conocida por algo más siniestro.
El 4 de mayo de 1932, El cuerpo de Lindstrom fue encontrado boca abajo en la cama: desnudo y extrañamente sin gota de sangre. La policía había sido alertada por su amiga y compañera de oficio Minnie Jansson, quien tenía varios días que no la veía. Cuando las autoridades entraron a la habitación se encontraron con el cuerpo inerte de Lindstrom, así como su ropa cerca de la cama donde yacía dos o tres días.
Pensaron que la causa de su muerte había sido el recibir constantes golpes en seco en la cabeza. Fue la ausencia de sangre en el cuerpo lo que reivindicó las investigaciones policiacas, dándole al caso el nombre de: “Vampiro homicida de Atlas”.
La evidencia mostraba que Lindstrom había estado involucrada en actividad sexual –probablemente con su homicida- justo antes de su muerte. La policía encontró restos de saliva en el cuerpo de la víctima y un condón usado. Mientras que la actividad sexual podía justificar la saliva en el cuerpo, la pérdida de sangre era otra historia. Tras observaciones la policía determinó que un cucharón ensangrentado había servido para beber el líquido rojo.
Poco es sabido sobre la identidad y modus operandi del llamado Vampiro Atlas, pero nunca más fue identificado. Aun cuando había gran cantidad de evidencia y ADN en la escena para encontrar al perpetrador en estos días, en 1932, esos avances forenses estaban fuera del alcance de la ley. La policía investigó en el vecindario y entrevistó a los clientes de la víctima, pero nunca hizo ningún arresto.Oficialmente el caso sigue sin resolver.
Años después del homicidio, muchos circularon la idea de que el asesino pudo haber sido un oficial de la policía, que sabía cómo cubrirse las espaldas. Son pocas las pruebas para justificar esta teoría, además de la falta de sospechosos.
A pesar de su identidad, suena poco probable que el Vampiro Atlas haya podido sobrevivir más de 80 años, a menos, por supuesto, que realmente fuera una criatura sobrenatural hambrienta de sangre.