Antonio González Vázquez
Dos acontecimientos recientes de corte desagradable: en Washington, Enrique Francisco Galindo Ceballos recibió el premio como Alcalde del año Latin American Wards 2024, mientras en la capital una mujer de 70 años de edad murió al ser arrollada por un vehículo en la zona del puente a desnivel Himalaya.
En el marco de la vigésima tercera Cumbre Latinoamericana Voto 2024, el presidente municipal de San Luis Potosí viajó a la capital norteamericana para recibir un pequeño trofeo. Encima de una estela, un globo terráqueo en cristal con el continente latinoamericano al frente.
El pasado jueves, el ayuntamiento diseminó un boletín de prensa para dar cuenta del nuevo logro alcanzado por la administración del Maestro Galindo. El premio, gracias a la labor del gobierno municipal en áreas clave como seguridad, movilidad y servicios públicos.
Por la noche de ese mismo día, en la capital ocurrió una tragedia: una mujer de la tercera edad cruzaba la avenida Salvador Nava a la altura de las avenidas Cordillera de los Alpes y Karakórum, cuando fue atropellada por un vehículo que salía a gran velocidad del puente Himalaya con dirección al Bulevar Antonio Rocha Cordero.
El incidente fatídico está estrechamente ligado con la construcción de ese puente, en cuyo proyecto de manera irresponsable no fueron consideradas alternativas para el cruce seguro de peatones.
Por supuesto, la vida de una persona vale más que esa obra y que cualquier condecoración. Fue un accidente en el entorno de un proyecto vial inconcluso y mal diseñado: idearon solucionar un problema sin tener en cuenta a las y los transeúntes.
Resulta indignante que Galindo Ceballos promocione su imagen con fines políticos con un premio que habría que ver con gran escepticismo. Indigna aún más, que lo haya publicitado en el contexto de una muerte en una de sus obras emblemáticas.
La muerte de esa mujer no debió ocurrir.
El edil inauguró la obra el pasado 4 de julio (también fue un jueves) y con jactancia, presumió que es una “señal de modernidad del San Luis Potosí que queremos”. Sí, una modernidad teñida de sangre.
Como curándose en salud, reconoció en ese momento que hacía falta la construcción de un “puente peatonal y otras necesidades, pero vamos por partes”. Es decir, sabía que los peatones estaban en riesgo en esa parte de la avenida Salvador Nava.
Tan tenía certeza de que podrían ocurrir percances fatales que, ante las primeras críticas vertidas por vecinos de la zona poniente y colectivos sociales, se atrevió a acotar que “vamos por partes,” lo cual no dejó ver que las necesidades de ciudadanía de a pie van al último en su gobierno.
Es una obligación recordarlo: durante el evento inaugural, vecinos de ese sector de la ciudad plantearon al presidente municipal la necesidad de un puente peatonal. Galindo les respondió con aires de suficiencia que la petición “será atendida”. Eso sí, no precisó cuándo ni cómo.
Lamentablemente, debió ocurrir un accidente mortal para dimensionar la irresponsabilidad de un gobierno municipal que únicamente pensó en los vehículos y no en los transeúntes. En el San Luis amable, la amabilidad no alcanza a toda la ciudadanía con la presteza obligada.
Sin ser una solución de fondo para las y los sufridos peatones que a diario deben cruzar la avenida Salvador Nava, lo cierto es que el puente prometido no existe, así como tampoco de alternativas diferentes y efectivas.
Que le hagan como puedan para cruzar seis carriles de las centrales y laterales de la avenida, es lo que ha de pensar Enrique Galindo; que las y los transeúntes corran como si se tratase de un sprint olímpico e incluso que se encomienden al santo de su devoción para salir bien librados del riesgoso cruce.
El cuerpo de la víctima quedó tendido sobre el asfalto de esa avenida, mientras que muy lejos del San Luis amable el alcalde era agasajado con felicitaciones “en una cumbre que reunió a líderes y funcionarios destacados de América Latina”. Un galardón que a la luz de las múltiples problemáticas que aquejan a la ciudad y sus habitantes, resulta más que inmerecido.
Bien visto, no deja de ser una burla, una muestra del descaro con que se maneja la figura del alcalde aspirante a gobernador. (Un clásico a guisa de ejemplo risible: en su sexenio, el ex presidente Carlos Salinas de Gortari se ufanaba de que México era ya una nación moderna del primer mundo. Resultó un fiasco).
Galindo el coleccionista de premios tiene en la página electrónica oficial del ayuntamiento una galería para presumir sus logros acreditados por entidades nacionales y extranjeras, de modo que, sin temor a hacer el ridículo, afirma que la capital “es un referente de desarrollo y crecimiento a nivel local, nacional e internacional”.
Alertado por vecinos y colectivos de que hacía falta no un puente peatonal sino un paso seguro sobre la avenida. Solución simple: colocar topes reductores de velocidad, hagan alto y den preferencia al cruce de las personas.
Esa clase de contención la hay en las laterales de la Salvador Nava en el cruce con Himalaya, lo que permite a los automovilistas el paso con precaución al ceder el paso, de manera que el tránsito es fluido. También está el cruce a transeúntes en ese punto.
Trasladar eso a los carriles centrales en el cruce Alpes y Karakórum ha sido una alternativa desechada por el ayuntamiento porque la obra del puente fue pensada únicamente para los automovilistas.
Sí, que éstos lleguen lo más pronto posible a su destino, aligerar la carga vehicular y de paso, mostrar una imagen “moderna” de la infraestructura vial. Las y los cientos de personas que a diario cruzan por la zona, no contaron y hasta hoy no cuentan.
Luego de la tragedia, vecinos de fraccionamientos aledaños al puente, demandaron la reinstalación de los semáforos, mismos que fueron inutilizados con la entrada en funcionamiento.
No quieren el puente peatonal ofrecido por Galindo. Lo rechazan no por capricho, sino porque no está pensado en las necesidades de movilidad de personas discapacitadas, menores de edad y adultos mayores.
¿Será tan difícil de entenderlos?
Con un nuevo premio en las manos, Enrique Galindo ha de pensar que todo lo hace bien y que no tendría que resultar extraño que el San Luis amable pronto se transforme en una “Galindolandia”, donde no es feliz solo quien no quiere.
Sí, algo semejante a lo que entre 2003 y 2009 se conoció como “Marcelandia” el maravilloso San Luis Potosí del panista Marcelo de los Santos Fraga, quien como se podrá recordar tenía como principal lema de gobierno el funesto: “se gastará lo que se tenga que gastar”.
O, en otras palabras: se harán las obras que se tengan que hacer, les guste o no.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha sido docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación durante 25 años. Además, durante 30 años se ha desempeñado como periodista en medios como El Heraldo, El Mañana de Ciudad Valles, Pulso, Milenio San Luis, Diario Digital San Luis, Librevía, La Jornada, Global Media y actualmente en Astrolabio Diario Digital y Periodismo Político.com. También ha sido corresponsal de medios nacionales como Agencia de noticias Notimex, La Jornada y Milenio.