Por: Diana López.
En 1997, James Cameron hizo historia en el cine. Con 11 oscares y logrando la película más taquillera de la historia, Titanic tocó el corazón de muchos que hasta el momento, quizá desconocían el verdadero martirio del naufragio que cobró la vida de más de la mitad de los pasajeros y destruyó familias enteras la noche del 14 de abril de 1912.
Ahora bien, como recordarás en la película, alrededor de esta tragedia se desarrolla una historia de amor que no termina con un final feliz. Una historia como seguramente hubo muchas dentro y fuera del trasatlántico “que ni Dios era capaz de hundir”: una joven de clase alta y comprometida con un hombre al que no amaba, y un joven de clase baja que por un golpe de buena o mala suerte, obtuvo un par de boletos de última hora para viajar en el gran barco.
La historia, contada años después por esta joven, que logró sobrevivir al naufragio, guarda un secreto que no se descubre hasta el final del filme…
Quizá fuiste parte de esa gran mayoría que lloró en algún momento de la película, que quedó cautivado con esa historia de pasión, de amor y de tragedia. E incluso después de haberla visto, te haya interesado investigar más sobre el tema, encontrando datos que pareciera que sólo existen dentro del filme de ficción de Cameron.
Músicos tocando hasta el hundimiento, parejas y familias que encontraron la muerte mientras dormían en el camarote, joyas, dinero y documentos sumergidos en el fondo de las congeladas aguas… Y el corazón del océano, esa joya de un azul tan hechizante que la protagonista obtiene a través de su prometido, y conserva hasta que le cuenta al mundo esa historia de amor imposible que llevó a la muerte al hombre que amaba.
¿Pero sabías que de verdad existe esa joya?
Quizá es más bella y “más costosa” la que aparece en el filme y está rodeada de momentos más intensos. Pero la realidad es que la verdadera joya perteneció a Kate Phillips, quien tenía 19 años cuando subió al buque de la mano de su enamorado…
Fue una historia de diferencia de clases, de edades y de condiciones sociales. La forma y el color del collar fueron cambiados para el filme, así como la historia de amor, que dista mucho de lo que vimos entre Rose y Jack. Aquí te la contamos.
Kate Phillips trabajaba como dependienta en una pastelería en Worcester, Inglaterra. Su dueño era Henry Morley de 39 años. La edad nunca fue un impedimento para que ambos desarrollan su amor y decidieran embarcarse para iniciar una nueva vida en América, dejando todo atrás: el hogar, la tienda de dulces, así como la esposa y los dos hijos de Henry.
El “Sr y Sra. Marschall” fueron registrados en el área de segunda clase en el Titanic. La explicación de Morley para reservar y adquirir los boletos es que se dirigía a Los Ángeles para recuperarse de una enfermedad.
Sin embargo, su historia de huida por amor duró sólo los 4 días que el barco pudo mantenerse a flote. Concibieron una hija, a la que llamarían Ellen, y que nació el 11 de enero de 1913.
Durante las operaciones de abandono del buque, Henry trató por todos los medios de subir a uno de los botes salvavidas para acompañar a Kate, lo cual no consiguió. Cuando ella estaba a punto de abordar el bote, le entregó un precioso y valioso colgante, que ella conservaría durante toda su vida, siendo el objeto más valioso y de mayor valor sentimental de su herencia.
Henry murió en el naufragio y su cuerpo nunca fue encontrado, ya que desapareció bajo las aguas, arrastrado por la corriente que produjo el hundimiento del casco. Kate por su parte, regresó a Londres junto a sus padres. Pero las escenas del naufragio y la muerte de su amado la marcaron de por vida. Frecuentemente, tenía ataques de ira que canalizaba maltratando a su hija, hasta que la policía la hizo internarse en una clínica psiquiátrica, dentro de la cual intentó suicidarse varias veces. Finalmente, falleció en 1958.
¿Y su hija? Bueno, pues Ellen heredó la joya de su madre. Murió en el 2005 y sus cenizas fueron arrojadas al mar, en la costa de Cornualles.
Esta fue la historia de amor que emocionó a James Cameron y le sirvió para complementar el documental de los días de vida del Titanic.
La joya se exhibió ante más de 150 mil personas en “Titanic, The Exhibition” que estuvo presente en Londres.
Ahora ya sabes que no hubo una Rose, ni un Jack que lucharon contra todo hasta el último instante por defender su amor. Pero sí hubo una joya con ese nombre, que no desapareció bajo el mar, sino que se conserva y carga con una historia que no pudo terminar más que en tragedia.