El derecho humano al cuidado, esencial para la sostenibilidad de la vida

Mariana de Pablos

Los trabajos de cuidados, asumidos principalmente por mujeres y niñas, son indispensables para el sostenimiento de la vida. Pese a su relevancia, suelen pasar desapercibidos principalmente por el sistema económico global. De ahí que, desde el feminismo y los organismos de derechos internacionales se haya colocado en la agenda y el debate público la interrogante: ¿cómo organizarnos social, política y económicamente para garantizar los cuidados desde una perspectiva de género y de derechos humanos?

Según la Organización de Naciones Unidas (ONU) hablar de cuidados es hacer referencia a todas las actividades que se generan diariamente para garantizar el bienestar físico y emocional de las personas. Estas abarcan tareas cotidianas como el mantenimiento de los hogares, el cuidado de los miembros de la familia, la educación de hijas e hijos y el propio autocuidado. 

Dada la división sexual del trabajo y a la injusta organización social de los trabajos de cuidados, éstos han impactado negativamente en el desarrollo y autonomía de las mujeres, sobre quienes han recaído principalmente estas tareas que, además, en muchos casos no son remuneradas o se realizan en condiciones de precariedad e informalidad.

En razón de ello, el pasado 24 de julio la Asamblea General de la ONU aprobó la propuesta elaborada por 13 países, entre ellos México, que establece la celebración oficial del “Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo” cada 29 de octubre. La relevancia de esta conmemoración reside en que históricamente “los cuidados y cuidadoras han sido invisibilizados y desvalorados”, de acuerdo a la maestra Angélica Yasmin Dávila Landa, maestra en sociología política y doctorante en Antropología por parte del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social en Ciudad de México.

En su participación durante la conferencia “Cuidado de la vida desde el cuerpo hasta el planeta” organizada por la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la maestra Angélica enfatizó en que la conmemoración de este día, aunado a los trabajos que desde diversos campos de conocimiento se han desarrollado, revelan que estamos frente a un momento histórico, pues “si bien los cuidados siempre han existido, la diferencia ahora es que estamos visibilizándolos, comprendiendo qué son y cuál es su valor”.

Además, se está problematizando la manera en que se proporcionan y se reciben los cuidados, lo cual ha permitido ver que se trata de “un trabajo muy importante para sostener la vida que está estructurado de forma desigual e injusta; y articulado con muchas prácticas de diferencias de género”. Ocasionando así que todo ese trabajo y todos esos costos recaigan sobre el cuerpo, la salud y los derechos de las mujeres.

De ahí la importancia de repensar, desde una perspectiva de género y de derechos humanos, la forma en que se realizan los trabajos de cuidados. Es decir, “preguntarnos de qué otras formas podríamos organizarnos política, social y económicamente para cuidar a los demás y para cuidar a esas personas que están cuidándonos todo el cuerpo y que están sosteniendo el peso de hacer ese trabajo solas”.

Como punto de partida es importante mencionar que un obstáculo importante para la realización de estos trabajos son las condiciones de precariedad, desigualdad y abandono social en las que se encuentran estas mujeres. A lo cual habría que sumar las prácticas de desigualdad y violencia a los que se enfrentan cuando cuidan.

En función de ello, una cuestión sumamente importante sobre este tema es el derecho humano al cuidado. La maestra Angélica señala que todos y todas deberíamos tener garantizada la posibilidad de acceder a los cuidados que necesitamos para sostener nuestra existencia sin que ninguna mujer o persona sea explotada ni marginada en sus cuerpos, en sus derechos, en su salud y en sus trayectorias laborales para satisfacer nuestro derecho al cuidado. Sin embargo, en la realidad esto no sucede.

Por ello que se vuelva de suma importancia hablar –dentro de esta cuestión del derecho humano al cuidado–  sobre el derecho a cuidar en condiciones dignas. Es decir que las personas van a cuidar de otros, “puedan hacerlo en condiciones que no comprometan la seguridad de sus cuerpos, de sus afectos, de sus posibilidades de insertarse a mercados laborales remunerados, de estudiar”. En pocas palabras, que no se comprometa su propio bienestar para dedicarse a una labor de cuidados que genera bienestar para los demás.

Otra línea importante de este derecho humano es el derecho al auto cuidado. La maestra Angélica cuenta que usualmente las personas que cuidan no pueden cuidarse a sí mismas porque no tienen condiciones sociales, económicas y culturales para “redirigir un poco de ese trabajo de cuidados hacia sí mismas”. Lo cual, “nos habla de la responsabilidad de los estados, de los mercados, de las comunidades para ejercer nuestro derecho a ser cuidadas, a cuidar en condiciones dignas y a auto cuidarnos en condiciones dignas”.

Con todo lo anterior en mente, es que entonces se puede hablar del descanso como un horizonte de justicia para estas mujeres y personas cuidadoras. La maestra Angélica explica que “necesitamos formas de regenerar nuestros propios cuerpos, de imaginar la posibilidad de insertarnos en los mercados remunerados, de regenerar nuestros vínculos porque muchas de las mujeres cuidadoras están abandonadas, solas”.

De ahí que la maestra Angélica haga un llamado al diseño de políticas que doten de espacios de goce y de descanso a las personas que se dedican a los trabajos de cuidados todo el tiempo, como elemento fundamental para el justo y digno desarrollo de estos trabajos de sostenibilidad de la vida.

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