El dossier filosófico: El tiempo y la filosofía (segunda parte)

Juan Heiblum

En mi artículo anterior quise mostrar una breve historia de cómo los filósofos han entendido y usado el tiempo. Sin embargo, este tema es abundante y no hay donde meter tanto tiempo. Aunque nuestra revisión no fue ni cronológica ni tautológica, nos detuvimos antes de llegar al siglo veinte. Pero, esta pausa no fue debido a una falta de materias en el tema, simplemente tomamos un respiro para darle tiempo al tiempo. En esta segunda parte, retomaremos nuestra pequeña historia del tiempo, ahora de cara al siglo veinte.

            Durante el inicio de la modernidad, por ahí del siglo diecisiete, la filosofía trabajaba con un concepto de tiempo que era muy congruente con la ciencia del momento. Pero, hacia el siglo veinte, la ciencia se vio forzada a cambiar su visión del mundo. La mecánica newtoniana le dio un lugar a la relatividad general. Aunque, por otra parte, la física cuántica también estaba explicando otros estratos de nuestra realidad. Así, si hace medio milenio la filosofía y el tiempo avanzaban de la mano con un determinado paradigma científico, ahora, durante el siglo XX, corresponde una revolución en nuestra concepción del tiempo.

            Uno de los filósofos que es indiscernible con la idea de tiempo es el francés Henri Bergson. Bergson escribió hacia el inicio del siglo pasado algunos libros que impactaron mucho en la historia de la filosofía, sobre todo “La evolución creadora” y “Materia y memoria”. Él es uno de los pocos filósofos que ha sido galardonado con el nobel de literatura. Así, entre la filosofía, la ciencia y la literatura podemos ver como Bergson estuvo impactando la idea de tiempo.

El filosofo francés vivió en un momento determinado muy curioso, que le permitió rodearse de las mayores mentes que estaban pensando el tiempo. Es curioso recordar que Bergson entró a la familia Proust en 1892, cuando se casó con Louise Neuberger, tía del autor de “En busca del tiempo perdido”. Así, mientras Marcel buscaba el tiempo perdido, Henri intentaba entender cual era la verdadera materia de ese tiempo. Además de su parentesco con el celebre escritor, Bergson fue contemporáneo a Einstein y refutó algunas de las concepciones que el físico había desarrollado en torno al tiempo. Einstein, en alguna ocasión, le solicitó a Bergson que escribiera un fundamento filosófico a la teoría de la relatividad. Pero Bergson no creía que la concepción de un tiempo relativo, como el de Einstein, estuviera del todo bien. Escribió un trabajo criticándolo, pero al poco tiempo, pidió que nunca se publicara. 

Bergson, para hablar del tiempo, creyó que era necesario hablar del concepto de duración. La duración pone a prueba la concepción clásica de un tiempo cronológico que puede ser medido fácilmente en segundos, minutos u horas. En cambio, la duración, parece pertenecer a otro ámbito en el cual el tiempo está más intrínsecamente ligado a la vida. Si el tiempo podía medir el movimiento de los objetos por el espacio y su mensurabilidad dependía justo de este movimiento; la duración se independiza de la mecánica e inaugura un tiempo real, en verdadera relación con la vida.

Todos los filósofos que siguen después de Bergson: Deleuze, Levinas o Heidegger; no pueden ignorar la presencia de este filósofo cuando quieren hablar del tiempo. Aunque bien, la filosofía y el tiempo han seguido un rumbo y no necesariamente son fieles a las ideas de Bergson, tenemos que aceptar que su paso por la historia de la filosofía fue un parteaguas que puso sobre la mesa muchos de los temas que nunca se habían tocado con tan fina delicadeza. 

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