El dossier filosófico: Psicología, psicoanálisis y ciencia

Juan Heiblum

Uno de los títulos que la filosofía ha mantenido por muchísimos años es el de “madre de todas las ciencias”. Durante los albores de la filosofía, bajo los estrellados cielos griegos, la filosofía abrió los senderos con los que hoy trabajan, entre otras, la física o la biología. Sin embargo, aunque han pasado ya muchos años, la filosofía sigue siendo la madre de las nuevas ciencias. La psicología, la economía o la sociología nacieron de la reflexión de diferentes filósofos, para englobar lo que hoy conocemos como ciencias sociales. Así, la relación entre filosofía y ciencia lleva existiendo mucho tiempo, como la relación que tiene una madre con su hijo. En una entrevista, el filósofo y matemático gales, Bertrand Russell, dice que la filosofía se dedica a hacer las preguntas y la ciencia a responderlas. Pero, aunado a todo esto, lo que me parece muy interesante del carácter filosófico es que, aunque se ha dedicado a engendrar todas las ciencias, ella misma no se ha vuelto una ciencia. Siempre se ha mantenido al margen, resistiéndose del proceder científico.

Hoy en día la ciencia goza de una aceptación sin precedentes. Lo que diga la ciencia se convierte inmediatamente en una verdad absoluta, de la que resultaría ridículo dudar. Así, todas las personas que trabajan desde aquí, se ufanan de su trabajo, casi al punto de ridiculizar todas las disciplinas que no cumplen con los criterios científicos. Es sobre esto de lo que quiero hablar. La pretensión cientificista se cree capaz de explicar cabalmente el mundo, excluyendo toda reflexión que no satisfaga sus términos.

Uno de los casos más interesantes se da dentro de la psicología. En una entrevista realizada por Alain Badiou en 1965, el joven filósofo le pregunta Michel Foucault ¿qué es la psicología? Foucault, entendiendo que ante esa pregunta subyace una cuestión que es publica y notoria, decide responder otra pregunta. La pregunta que importa es si la psicología es una ciencia. Hoy es aceptado por todas las academias del mundo que la psicología, en efecto, es una ciencia. Sigue el método científico y su proceder. No habría mucho que dudar. Pero, a mi parecer, no yace aquí lo más interesante. Pues la psicología, en su ambición y pretensión de exactitud, ¿no se está cegando ante otras formas de comprender lo humano?

El psicoanálisis, por ejemplo, es una disciplina íntimamente ligada a la psicología. Ambas prestan escucha a los problemas de sus patológicos interlocutores, intentando esclarecer y sanar sus dolencias. Pero existen fuertes diferencias entre una y otra, siendo la más clara e importante la pretensión científica. El psicoanálisis no goza de un estatuto científico , no se acopla a las reglas de esta forma de cultura. Es por ello que muchos psicólogos han visto con muy mala cara al psicoanálisis. Lo han tildado de absurdo, de ser un timo, una mera banalidad. Pues estos seres de ciencia no pueden ver más allá de su esquema. Incluso he escuchado que se parangona al psicoanálisis con el tarot o la astrología, por una supuesta falta de seriedad y de método.

Y ante todo esto ¿no podemos empezar a evidenciar la falta de horizontes de lo científico? Parece que la ciencia cierra filas con otras formas de entender el mundo, incapaz de comprender el carácter mágico-religioso, o incluso filosófico, que compone la vida. Que el psicoanálisis no sea una ciencia no quiere decir, por ningún motivo, que sea menos serio o que su producción de verdad sea incorrecta. Pero al no ser una forma de entendimiento mediada por las reglas de un método específico, es tachado y repudiado. Creo que debemos ser un poco congruentes y recordar de donde viene todo conocimiento y, asimismo, de donde provienen todas estas pretensiones. Así quizá podamos comprender que la ciencia es solo la hija más arrogante de la filosofía.

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