Por Victoriano Martínez
Hasta la noche de este viernes 17 de abril había en el país 6 mil 875 personas confirmadas con el contagio del Covid-19 y en el Estado 58, en tanto que sobre el otro efecto del coronavirus –el de la urgencia de una insensible e insaciable promoción de imagen– afectaba a cada vez más personajes de la política, en abierta lucha por verse benévolos para ganar la simpatía de la población.
Con el mayor arsenal destaca indudablemente el diputado federal Ricardo Gallardo Cardona, quien le ha puesto un toque de conquista de territorios a su promoción. Quienes habitan Soledad de Graciano Sánchez, Ciudad Fernández, Tamuín, Rioverde, Tanquián de Escobedo, Matehuala y Villa de la Paz deben tener claro que toda la ayuda es verde gallardía.
En un caso extremo, el alcalde de Matehuala, Alejandro Segovia, rechazó las despensas que puso a su disposición el DIF estatal porque ya había sido colonizado ese municipio con las despensas que le aportaría Gallardo Cardona. Algo similar ocurrió con el alcalde de Rioverde.
La directora general del DIF Estatal, Cecilia González Gordoa, puede tener toda la razón al asegurar que “esta emergencia sanitaria no distingue de colores, raza o partidos”, pero no debe olvidar que hay políticos incontinentes para quienes su ego y sus intereses no distinguen lo que es respetar la dignidad de la gente y confunden su voracidad con solidaridad.
Esa incontinente, insensible e insaciable promoción de imagen es un virus que permanentemente afecta a los políticos y al que el Covid-19 ha potenciado de tal manera, que por mucho que pretendan promocionarse como seres altruistas, su enfermedad es tal que no se dan cuenta de que lo que exhiben en realidad es una voracidad ramplona y sin escrúpulos.
Resulta difícil enlistar a todos los que incurren en estas prácticas, pues no hay día en que no se sepa de otro de esos personajes que también las comete, de todos los partidos, hombres y mujeres. En las últimas semanas, Astrolabio Diario Digital ha reportado los casos de los que se ha percatado… y seguirá al pendiente de los que se acumulen.
La principal característica de un acto altruista es procurar desinteresadamente el bien ajeno aun a costa del propio. La principal característica de los actos de los políticos que en medio de la pandemia proliferan es atender a sus propios intereses proselitistas aún a costa de la dignidad de las personas.
El proselitismo no sólo se da en periodos electorales y para lograr que la gente vote por ellos, sino que es un acto para lograr la simpatía y, por esa vía, sumar partidarios que –llegado el momento de una elección– resulta más sencillo convocarlos a que les entreguen su voto.
No hay porqué eliminar la intención de ayudar que genuinamente puedan tener estos políticos, sino que deben procurar hacerlo a través de mecanismos que garanticen auténticos actos de altruismo y no se abuse de la vulnerabilidad que una amenaza como la del Covid-19 genera en la población.
Desafortunadamente, la abierta lucha por verse benévolos para ganar la simpatía de la población que –en mala hora– se disparó junto con la pandemia, lo único que muestra es que la naturaleza de la gran mayoría de los políticos es anteponer su ambición sin escrúpulos, sin importarles atentar contra la dignidad ciudadana.