El fin de la coalición

Carlos Rubio

México tiene a su primera mujer presidenta; eso es por sí solo, un hecho histórico que merece las primeras planas. Los demás son temas colaterales, importantes para el país, pero que no alcanzan a tener la misma relevancia. La victoria de Claudia Sheinbaum no hubiera sido posible sin los más de 33 millones de mexicanos que votaron por ella y, claro está, sin la muy decepcionante y lamentable actuación de la “oposición”.

Aunque la mayoría de las encuestas daban ese margen de más de 30 puntos entre la candidata morenista y Xóchitl Gálvez, resultaba increíble que fuera cierto, ¿cómo era posible que Claudia superara lo que hizo López Obrador en el 2018? Y no por falta de capacidad, sino porque uno hubiera esperado que la oposición hubiera logrado acortar ese margen en seis años… pero ahora vemos que no.

¿Qué demonios hicieron el PRI, el PAN y el PRD en todo un sexenio?, ¿cuánto dinero se les dio en estos años para que pudieran construir una oposición digna? Volvieron a hacer trámites para hacer el mismo examen del 2018 y les fue peor; no aprendieron nada de aquella vez.

En este momento los electores de la derecha no deberían estar reventando a Morena y mucho menos a sus simpatizantes, sino a los partidos que supuestamente los representan y conforman una oposición totalmente simulada, y especialmente a sus dirigentes, que no han sido más que parásitos que sólo han beneficiado a ellos mismos.

Hoy Alito Moreno, líder priísta, y Marko Cortés, dirigente del PAN, gozan de una senaduría plurinominal, mientras los simpatizantes de sus partidos acusan fraude y revientan al Instituto Nacional Electoral; sí, el mismo que ayer salían a defender y advertían un grave riesgo ante el Gobierno de México.

La jugada no le salió a Jesús Zambrano, líder del PRD, que no gozará de su escaño en el Senado al no haber alcanzado el porcentaje mínimo de votos para que su partido conserve el registro.

Los cañones de los opositores de Morena deberían de estar enfocados a las cúpulas; aquellas que en seis años no lograron construir una opción viable para todos los mexicanos; aquellas que durante todo este tiempo construyeron una historia imaginaria en la que el país entero detestaba al presidente; aquellas que llegaron al 2 de junio esperanzando a millones de personas con la posibilidad de que Xóchitl Gálvez ganara la elección.

Los culpables son ellos.

El oficialismo jugó el papel que se esperaba: el de los programas sociales, el de las dádivas, el del uso del aparato gubernamental para retener el poder. Algo que todos han hecho (y no por eso está bien), pero tampoco nos hagamos tontos, Morena y López Obrador no inventaron las despensas ni la compra del voto.

Hoy desde la derecha se ha armado una narrativa de fraude electoral que ha invadido las redes sociales. Miles de personas ahora publican la fotografía de los resultados de la casilla en la que acudieron a votar y en la que se ve un resultado favorable para Xóchitl.

Este tipo de campañas están pagadas y orquestadas desde el fondo de la oposición. Las movilizaciones (aunque sean en redes sociales) no nacen de la noche a la mañana sin nadie que las empuje.

El periodista de datos, Alberto Escorcia, compartió a través de X un muy certero análisis de lo que fue la campaña en esta red social con los hashtags #narcopresidenteamlo y #narcocandidatasheibaum, y refirió que estas dejaron de existir justo 2 de junio, apenas anunciaron los resultados de la elección

“Nunca fue un movimiento o algo orgánico”, escribió el periodista.

Durante toda la campaña se hizo creer que este tipo de protestas venían desde la sociedad civil y eran auténticas. Incluso muchos llegaron a pensar que por las grandes interacciones que la derecha tenía en redes sociales, Xóchitl era una candidata competitiva.

Pero el golpe de realidad llegó el 2 de junio. La mentira de la viralidad en redes sociales cayó finalmente y la oposición logró visualizar el bajo lugar en el que se encuentra. No, mi estimado influencer de X, tener 5 mil likes en un tweet burlándote de Claudia jamás significó algo en la vida real.

Si la derecha quiere disfrazar su derrota con justificaciones de fraude electoral, puede hacerlo, seguro lograran convencer a varios, pero esa misma mentira seguirá siendo su debacle en cada elección en la que cada vez pierden más y más espacios. Ahora se despidieron de Yucatán y Morena tiene la mayoría calificada en la Cámara de Diputados.

Desde que se anunció, la unión entre el PRI, el PAN y el PRD, siempre se presagió desastrosa y se tradujo como un insulto para los mexicanos. Y así ha sido. No hay ni un solo hecho que demuestre que esta coalición ha sido efectiva, y en cambio, sí hay pruebas de que es perdedora.

No puede haber otra elección en la que se presente esta coalición. Si le queda algo de dignidad al PAN y por respeto a sus simpatizantes, debe dejar morir al PRI, así como ya ocurrió en el PRD, y fortalecer su partido. Centrándose en convertirse en una verdadera opción para todos los mexicanos y no solo para unos cuantos.

A la izquierda también le hace bien tener una oposición fuerte. La competencia siempre será sana. Los obligará a redoblar esfuerzos y a cumplir con lo prometido.

Como en el fútbol, uno espera que si su equipo va a perder lo haga con dignidad, luchando hasta el final, sólo así una derrota no sabe tan mal y hasta orgullo da decir que lo dieron todo.

Pero lo que se observó el pasado domingo fue algo inverosímil, humillante y sin un poco de vergüenza. 32 puntos de diferencia; eso es algo que, a todas luces, deja ver que en seis años no construyeron nada; pensaron que la mejor estrategia sería polarizar al país; hacer más claras las diferencias entre ricos y pobres; dividir a la clase media.

Nada de eso les ha servido.

Tienen otros seis años más en el basurero de la historia para replantearse sus errores y volverse a presentar en el 2030 con algo que ojalá se le pueda llamar “digno”.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital, con interés y experiencia en Transparencia y el Derecho de Acceso a la Información Pública. Formó parte de la tercera generación del MásterLab en edición de investigaciones organizado por Quinto Elemento Lab.

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