El Ladrido: Gallardo y Galindo: tus papás se van a divorciar

Por: Luis Moreno

Lectoras y lectores, hoy estreno mi columna “El ladrido”, en la que todos los martes (o eso intentaré) hablaré sobre temas, no solo políticos, en los que considero tengo una perspectiva medianamente interesante para aportar. Quiero agradecer a Carlos Rubio y Miguel Maya la oportunidad de escribir en este espacio, pues siempre he pensado que la existencia de un medio como Astrolabio en nuestra ciudad debe ser entendida como un privilegio.

Desde que Ricardo Gallardo y Enrique Galindo asumieron sus funciones como gobernador y alcalde, respectivamente, la narrativa de su relación corrió en dos líneas casi esquizofrénicas, pues mientras en los eventos públicos, durante el primer año de gobierno, todo fueron cumplidos (muchos de ellos inmerecidos), en la operación real siempre hubo una agresividad poco clemente de parte de Gallardo hacia el presidente municipal.

El matrimonio político entre Ricardo y Enrique estuvo en decadencia desde su surgimiento, pero como los padres de familia que, aunque no se toleran, guardan las apariencias, prefirieron lanzarse en una competencia por ver quién conseguía el amor de los y las potosinas: si Gallardo montaba el árbol de navidad más grande de América Latina, Galindo ponía uno de mejor calidad; si Enrique anunciaba un festival musical, Ricardo daba recursos infinitos para la Feria Nacional Potosina; si el Ayuntamiento presentaba una carrera de bicicletas con el respaldo de Nairo Quintana, el Gobierno del Estado organizaba un tramo de la etapa México de la Tour de Francia; si el gobernador hacía su campeonato charro, el alcalde montaba sus juegos deportivos para bomberos y policías…

Debo decir que en ese momento creí que sostenían una competencia sana, que acabaría por favorecer a la ciudad y al estado; uno y otro respondían a los anuncios de obra pública con más proyectos… considero que en algún punto la mayoría compramos la versión de su buen entendimiento, pero de a poco la degradación se volvió evidente: Gallardo activó sus células de ataque en redes sociales y buscó tratar de influir en las mesas de redacción de los medios para cuestionar con mayor severidad a Galindo; después comenzaron las apariciones “sorpresa” del gobernador en los eventos e inauguraciones del alcalde, con las que acababa por robarle el protagonismo (incluida su intervención durante el primer informe de gobierno de Enrique).

Ahora la guerra del gobernador contra el alcalde es casi franca: no pierde oportunidad de hablar de la incompetencia de los policías municipales; lo culpa del problema del agua e incluso ha tratado de achacarle casos tan penosos como el asesinato de Sua Jocsan Marín.

La diplomacia pasmosa de Galindo, como estrategia para que Gallardo no se interpusiera en su posible reelección, fracasó. Es evidente que el Gallardismo quiere ampliar su bastión en Soledad a toda la zona metropolitana, incluido Pozos, si es que finalmente logra convertirlo en ayuntamiento, y da la impresión de que solo espera a que Enrique anuncie que volverá a contender por la alcaldía para intentar aplastarlo definitivamente.

Estamos frente a la parte más trágica de este divorcio, pero no todas las esquirlas pueden ser atribuídas al gobernador, también Galindo, en su ambición de reelección, parece haber arrojado un mal terrible sobre San Luis, y es que él, como la figura más importante de la segunda fuerza política en el estado (el PRIAN), es el responsable de articular una oposición que cuestione a Gallardo en temas de transparencia, seguridad, salud, pertinencia de sus proyectos, pero que sobre todo se encargue de ofrecer un camino alternativo a la hermética cofradía del gobernador; en su lugar ha permitido que los y las congresistas de sus partidos estén entregados y que la mayoría de las alcaldías que ganaron en el 2021 hoy estén controladas por el Partido Verde.

Los y las ciudadanas seremos las víctimas colaterales de este pleito, y con un Morena que sobrevive en el estado solo por la devoción que las personas tienen a la figura López Obrador, el futuro se ve demasiado verde, con todo lo que ello implica.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

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