El Ladrido: ¿Quién teme a Claudia Sheinbaum?

Por: Luis Moreno

Hay varias características que reconozco, respeto y hasta admiro de Ricardo Gallardo: el pragmatismo con el que se conduce, la resiliencia que ha mostrado frente a circunstancias casi demoledoras y su capacidad para reinventarse, no son cosa menor. Muchas veces perdemos de vista que en el 2015 estaba en la cárcel, una muerte política casi segura para cualquiera, pero le bastaron seis años para darle la vuelta a ese panorama y derrotar de forma contundente, y sin las siglas de Morena, al PRIAN enquistado en San Luis Potosí, pero sus habilidades tienen una arista negativa y es que esos artificios han hecho que para el movimiento gallardista no sea importante tener solidez ideológica y lo ha llevado a que el único motivo de cohesión en sus bases sea el dispendio económico, muy lejos de tener valores identitarios propios que conviertan a Gallardo en un líder genuino.

Ricardo ha insistido una y otra vez en que él es un gobernador de la 4T, no obstante, sus acciones parecen más las de un político panista: promueve la pena de muerte y la castración química; formó un consejo integrado por empresarios para decidir sobre la obra pública; considera que la gentrificación es algo positivo; organiza eventos religiosos como la procesión del silencio; no ha impulsado una sola iniciativa relacionada con causas progresistas (pueblos originarios, diversidad sexual, feminismo, medio ambiente, personas con discapacidad…); es amigo y da apertura a líderes de ultra derecha como Eduardo Verástegui; pretende hacer obras de connotación religiosa con dinero público; se pelea con los sindicatos; pretende hacer una cárcel para menores de edad que participen en retos de TikTok

La narrativa del gobernador carece de ideas con las cuales un partidario de la izquierda mexicana pueda sentirse identificado y eso ha puesto a su administración, y por lo tanto a San Luis Potosí, en un peligro inminente: la enemistad de Claudia Sheinbaum.

De los tres preprecandidatos de Morena a la presidencia, Claudia es tal vez quien tiene unas convicciones de izquierda mucho más inflexibles (en el sentido positivo de la expresión) y por lo tanto es probable que no simpatice con un perfil como el de Ricardo Gallardo.

Sheinbaum ha tenido este año tres eventos en San Luis, organizados desde la dirigencia del Partido Verde y el Gobierno Estatal, pero en ninguno de ellos ha acudido de forma presencial y se limitó a hacer apariciones vía internet de manera remota, aunque en dos se esperaba que estuviera junto al gobernador.

El desaire más revelador fue el ocurrido el 20 de mayo, cuando Claudia canceló su visita al estado debido a que quedó “varada” en el aeropuerto de la Ciudad de México, ya que se suspendieron las operaciones aéreas debido a la fumarolas emitidas por el volcán Popocatépetl. El gallardismo había logrado reunir a siete mil personas en las instalaciones de la Fenapo para apoyar a la jefa de gobierno, en un evento que tenía como pretexto la firma de un convenio a favor de la educación.

Se puede entender que la contingencia ambiental impidió a la preprecandidata venir, pero considero que si hubiera tenido la voluntad habría estado en la fiesta que le organizó Gallardo, finalmente siempre hay opciones. Lo que despierta aún más suspicacias es que, aunque la emergencia seguía, Sheinbaum sí estuvo al día siguiente en Coahuila para apoyar a Armando Guadiana (candidato de Morena a la gubernatura de ese estado).

Veo un esfuerzo importante del gobernador para formar un vínculo con Claudia, como el que sí tiene con Marcelo Ebrard y Adán Augusto (este último incluso comentó que invitaría a Gallardo a su gabinete), pero parece difícil que lo consiga, a pesar de las decena de bardas con la leyenda «Es Claudia, es Verde» o de sus eventos masivos a los que ella no acude, porque todo indica que la preprecandidata con más posibilidades de ser la próxima presidenta de este país, ve a Gallardo como lo que realmente es y esas no son buenas noticias para San Luis.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Skip to content