El oportuno Xantolo

Óscar G. Chávez

Xantolo: del latín sanctorum, es decir de los santos; por los días dedicados  ellos. El primero a todos los santos, el segundo a los fieles difuntos, según marca la iglesia católica desde la edad media. Así la tradición prehispánica de la festividad.      

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Deseable sería que el mismo entusiasmo que pone el gobernador en la caricaturesca celebración del Xantolo, lo aplicara a las necesidades reales del estado, en una adecuado uso de los recursos públicos, en transparentar la administración estatal y en elegir adecuadamente a sus principales funcionarios. A tres años de iniciada su gestión todo acaba en ocurrente teatralidad, tan endeble como efímera, tan inútil como ilusoria, tan magnificada como reprobable.

Una vez más, y todavía faltan la pantomima revolucionaria y sus mil posadas, se monta en un absurdo cultural, obedecido al pie de la letra por su “osito panda” titular de cultura, en el que distrae una considerable cantidad de mano de obra burócrata y recursos que bien podrían dirigirse a obras de mayor y necesario impacto. 

En esta ya desgastada dinámica desafortunadamente no tiene más que coristas y aplaudidores. Aquellos que en algún momento pudieron aparecer dignamente como críticos, más que como opositores, hoy voltean para otro lado, hacen como que no ven o, más simple y digno de halago, se suman a quienes aprueban y califican positivamente cualquiera  de sus dichos y hechos, por reprobable que éstos sean.

Todavía es momento en que ningún actor político o incluso legisladores  han cuestionado las absurdas declaraciones del secretario de Educción estatal, Juan Carlos Gómez Cedillo, cuando rayando en el fascismo al buscar limitar las manifestaciones de los maestros. Ilógico que un gobierno que pregona a los cuatro vientos ser de izquierda (que de eso nada tiene) caiga en propuestas propias del neoliberalismo represor. 

Igual, varios diputados acabaron convertidos en paleros del secretario de Seguridad Pública al aceptar como bien logradas las supuestas estrategias contra la inseguridad presentadas ayer. No se esperaba otra cosa de los aplaudidores a sueldo de la gallardía, entre ellos el morenistaCuauhtli Badillo, pero sorprende –un poco no tanto, porque finalmente se demuestra como el acomodaticio que siempre ha sido– Marco Gama que a nada estuvo de ponerse de lavacoches de Ruiz Contreras y siguiendo su torcida lógica, ahora resulta que la inseguridad que afecta a San Luis es ilusoria y se percibe como consecuencia de las películas y series que hacen apología de la delincuencia. 

¿Si alguno de estos personajes o su parentela se vieran afectados por la delincuencia mantendrían la misma postura? Posiblemente sí, todo sea por no incomodar al gobernador o malograr la buena relación que hasta nepotistas cargos les reditúa. 

Veamos también al alcalde, cuyas últimas  declaraciones son un despropósito. Vaya mezquindad que exhibe en su comentario sobre las sanciones a los implicados en el caso del centro nocturno Rich ¿a qué padre de familia le parecerá suficiente una sanción cuando ésta  deriva de la muerte de los hijos?  Quizá a él sí en tanto no se trate de su familia; aunque tampoco se olvida cómo reaccionó cuando una periodista cuestionó a su esposa.    

Evidenciar al personal municipal es también evidenciar al alcalde; mostrarlos como corruptos es mostrarlo como protector de la corrupción; hacer pública la pantomima que fueron las sanciones es demostrar que ningún interés tenía en que se averiguara y castigara a los implicados y antes bien los encubre e incluso pone a su servicio las propias estructuras municipales o vinculadas con el Ayuntamiento para garantizar su impunidad.

¿Pero para qué fijarnos en detalles molestos que alteran al gobernador y al alcalde cuando es mejor dedicarnos a disfrutar las fiestas mortuorias que generosamente nos obsequia el estado?  

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

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