El teorema de los infinitos monos

Frater Ignatius      

Los matemáticos tienen un espíritu realmente divulgativo. Cuando quieren dar a conocer algunas ideas, recurren a elementos de la vida cotidiana, concretamente a cosas o seres vivos. Es precisamente el caso que nos ocupa, el cual tiene gran importancia en la teoría de probabilidades. Imaginemos que un mono teclea al azar en una máquina de escribir un periodo de tiempo infinito. Se afirma que el animal será capaz de escribir un texto finito y coherente como el Quijote de la Mancha. Extraigamos la primera frase: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…”.

La probabilidad de que el chango escriba 60 caracteres correctamente, teniendo en cuenta los espacios y el punto final y asumiendo que existan unos 95 símbolos en el teclado es realmente muy baja. Aunque el chimpancé tecleara cada segundo, se tardaría aproximadamente 10 elevado a la 110, lo que equivale a algo más que la edad del universo.

Podemos afirmar que si restringimos la cantidad de caracteres o símbolos a los utilizados en una novela y eliminamos los espacios y los puntos, el escribir la frase en medio millar de intentos, tendría la probabilidad de hacerlo bien del 50%

Haciendo un poco de filosofía, se puede afirmar que la evolución puede dar lugar a resultados sorprendentes cuando se utilizan cambios no aleatorios mediante la conservación de medios de cierta utilidad y de la eliminación de los elementos no adaptativos.

Émile Borel habló de los chimpancés dactilográficos, en el sentido de darle una forma al azar. Lo hizo en el año de 1913 y ahí divagó sobre la posibilidad de que un millón de monos escribiendo a máquina durante 10 horas al día creara libros en una biblioteca. Sin duda una legión de monos infinita en un tiempo igualmente infinito podría escribir todos los libros actuales contenidos en todas las bibliotecas del mundo y los posibles libros del futuro. Esto nos lleva a la termodinámica en donde lo anterior en relación al chimpancé que teclea por segundo, podría tener mayor probabilidad de éxito a que las moléculas contenidas en una botella ocupasen solo la mitad de la misma y la otra se quedara vacía.

Se puede exagerar el teorema abriendo la posibilidad a monos infinitos en espacios infinitos en tiempos infinitos. Lo certero es que como afirma el teorema original, un solo chango inmortal, sentado en una silla y tecleando por segundo en un tiempo infinito, sin temor a equivocarnos, escribiría Hamlet al igual que el bardo.

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