Elección de la ASE: “peor que cuando estábamos más mal”

Por Victoriano Martínez

“Ganó la ecuación corrupta”.

La expresión se escuchó entre el público que asistió a la sesión ordinaria número 83 de la LXI Legislatura, mientras el diputado Fernando Chávez Méndez, presidente de la Directiva, aún leía el resultado de la votación para elegir titular de la Auditoría Superior del Estado.

Igual que en la sesión 82, estaban presentes 26 de los 27 diputados, pero a diferencia de la semana anterior, esta vez el ausente no fue Manuel Barrera Guillén, quien dejó atrás un record de ocho sesiones sin participar en las votaciones (siete por sólo acudir a pasar lista antes de retirarse y una por ausencia justificada). Esta vez faltó la diputada Rebeca Terán Guevara.

Rápido se leyeron los 12 asuntos de correspondencia y las dos iniciativas que abrieron paso a los 13 dictámenes, entre los cuales el primero fue la elección del titular de la ASE. Con la lectura dispensada y sin debate, desfilaron 23 diputados a depositar su cédula ante la urna. La urna recorrió la Directiva para captar los tres últimos votos.

El primero de los diputados llamado a votar fue Manuel Barrera Guillén, quien después de ocho sesiones lo volvía hacer, no sin antes escuchar un estruendoso grito de “¡rata!”, cuando la diputada Dulcelina Sánchez de Lira pronunció su nombre.

Sánchez de Lira comenzó el cómputo. El más atento entre el público seguramente era Jesús Motilla Martínez, el único integrante de la terna presente en el recinto. “Rocío Elizabeth Cervantes Salgado”, pronunció en 14 ocasiones la legisladora.

“¡No tienen vergüenza!”, “¡Diputados arrastrados!”, “¡Es la misma farsa!”, “¡Pura corrupción!” fueron los gritos que acompañaron al recuento. “José Mejía Lira”, pronunció Sánchez de Lira al sacar de la urna la cédula número 15. De ahí en adelante el nombre que pronunció fue el de Cervantes Salgado. El único integrante de la terna que no pronunció, salió molesto unos minutos después.

Consumado el nombramiento, los gritos no cesaron. En plena votación, Eduardo Zúñiga, quien se registró como aspirante pero fue descartado por rebasar la edad máxima para ocupar el cargo, se retiró no sin antes gritar que aquello era “la misma farsa”.

Jorge Humberto Gómez García, ex legislador federal panista, se dirigió al pleno para señalar a los diputados como agachones y calificar a la actual legislatura como la peor y más corrupta. “Estamos peor que cuando estábamos más mal”, sentenció al despedirse de Juan Antonio Rodríguez Chessani, del Frente de Comerciantes Ambulantes.

Los siguientes 12 dictámenes pasaron prácticamente inadvertidos para los asistentes, pues los gritos y el intercambio de mensajes entre los dirigentes del comercio ambulante y algunos diputados acaparaban la atención.

El diputado José Luis Romero Calzada, con una playera blanca un poco ajustada y con la imagen de José Antonio Meade en el pecho, subió a la Tribuna para presentar un punto de acuerdo. Sus desplantes provocaron la reacción de los ambulantes. “¡Que se encuere, que se encuere!”, fueron las primeras consignas.

Romero Calzada intercambiaba señales con Chávez Méndez, como ignorando los mensajes que le llegaban, hasta que alguien le gritó: “¡Ya ándale, diputado mama´o”, en alusión a su vestimenta. Romero Calzada no aguantó y escupió una carcajada contenida. Los gritos continuaron y Romero Calzada batalló para poder tomar la palabra. La risa le ganaba.

Concluida la sesión ordinaria, se citó de inmediato a sesión solemne para tomar la protesta a Cervantes Salgado como nueva auditora Superior del Estado. Los fotógrafos de prensa se instalaron a la izquierda de la tribuna para captar la imagen de la protesta. En el inter, los intercambios entre los inconformes continuaron.

Desde la cuarta fila de butacas, un hombre le reclamaba a Romero Calzada por la imagen de su playera. “Lee la ley, ignorante. Estás haciendo actos anticipados de campaña, fíjate en tu playera a ver a quién estás promoviendo”.

Rodríguez Chessani y sus compañeros interpelaron directamente a Romero Calzada. “¿Por qué votaste por ella? ¿De a cuánto fue? ¿Qué no te das cuenta que violaron la ley?”. Romero Calzada les gritó desde el borde del corral del Pleno: “Voté por ella porque es mujer”. Las protestas fueron aún más.

Romero Calzada fue exhortado por una empleada del Congreso a evitar la confrontación, se instaló unos momentos en su curul, frente a los fotógrafos y camarógrafos. Le pidieron posar de manera triunfalista señalando la imagen de su playera, y de inmediato lo hizo. Enseguida buscó a Barrera Guillén, con quien salió del recinto hacia el área de la sala de sesiones previas.

Juntos, el único de los señalados como parte de la ecuación corrupta que se mantiene en el cargo y quien el 14 de septiembre, en la sesión del informe de Barrera Guillén, se anotó como parte de esa ecuación con el letrero “#TodosSomosBarrera”, dejaban atrás un salón de plenos que acababa de constatar con otra votación claramente alineada que efectivamente “todos son Barrera”.

Ya solo volverían a la sesión solemne para consumar, con la protesta de Cervantes Salgado, el reagrupamiento de todos los grupos parlamentarios, y las fuerzas que representan en los otros poderes formales y fácticos, en el segundo hecho, tras el nombramiento del Fiscal General, que anuncia que todo seguirá igual… o “peor que cuando estábamos más mal”.

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