Carlos Rubio
Por si no fuera suficiente con el fuerte proceso electoral que se avecina para el próximo 2 de junio, este año también se deberá elegir entre renovar la Rectoría de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí o darle continuidad al proyecto de Alejandro Zermeño Guerra.
De inicio, Zermeño Guerra arranca con una ventaja: sus antecesores fueron Fermín Villar Rubio (2012 – 2020) y Mario García Valdez (2004 – 2012), que por 16 años hicieron y deshicieron lo que quisieron en la máxima casa de estudios. Nepotismo, encubrimientos a acosadores y casos de violencia sexual, opacidad y excesos, son tan sólo unas de las pocas situaciones que ocurrieron en estas épocas oscuras de la UASLP. La vara estaba por los suelos, por lo que al actual rector le bastó tener dos gramos más de decencia para superarla.
Alejandro Zermeño se convirtió en rector en una de las épocas más difíciles, no solo para la institución, sino para todo el mundo: la pandemia por covid-19. Fue el 1 de abril de 2020 cuando fue elegido por los miembros del Consejo Directivo Universitario, y desde entonces pasó dos años sumamente complicados en los que la institución tuvo que entrar en una etapa de constantes cambios y adaptaciones.
También fue un momento en el que la UASLP fue exhibida por su severo atraso en materia de innovación y tecnología. Alumnos y maestros tardaron meses en adaptarse a esta forma de enseñanza; al mismo tiempo fueron muchos los que lamentablemente desertaron.
Las clases en línea se convirtieron el martirio de bastantes profesores que no estaban capacitados ni para encender un proyector, mucho menos para manejar un programa de videoconferencias en línea.
A casi cuatro años del inicio de la pandemia, no se puede hablar de que la Universidad salió a flote, porque si mañana ocurriera otra situación similar, difícilmente se podría decir que la institución está lista para enfrentarla. Por lo que, más bien la emergencia sanitaria acabó y le dio tregua a la máxima casa de estudios.
Tampoco se le puede achacar toda la responsabilidad al actual rector, que prácticamente llegó y tuvo que trabajar con lo que había, después de los innombrables periodos en los que estuvo sumergida la Universidad.
Pero aunque Alejandro Zermeño sí encabeza una administración más pulcra que sus antecesores, poco y nada se ha conocido sobre el fortalecimiento del vínculo de la institución con la sociedad civil, que se prometió desde el inicio de su gestión.
Casi cuatro años después, los sectores académico y científico de la UASLP, siguen siendo dos seres mitológicos. Salvo por extrañas y esporádicas apariciones que hicieron el año pasado, que más bien parecen estar enfocadas en el ánimo reeleccionista del rector.
Es un hecho que desde el gobierno estatal se desea la Rectoría y que, sin duda, de tenerla, aprovecharían con todo la fuerza estudiantil para fines electorales. Si hoy en día ya se han logrado colar los programas del gobernador al interior de distintas facultades, ¿cómo sería la situación si lograran obtener la silla en abril?
En los salones de clase no solo hace falta reforzar el nivel educativo, sino también el orgullo universitario. Son los propios estudiantes, quienes en carne propia viven las carencias de la institución, los que en mayor medida despotrican en contra de la Universidad. Porque cada vez hay menos razones para presumir a la UASLP. No basta con playeras y chamarras con el águila en el pecho o en la espalda. El orgullo debe lograr que cada alumno y alumna defienda a su alma mater en cualquier plática de sobre mesa.
Si Villar Rubio y García Valdez tomaron la desafortunada decisión de buscar la reelección y obtenerla, no suena descabellado que, para este día, Alejandro Zermeño ya haya tomado la determinación de buscar permanecer otros cuatro años en la oficina principal del Edificio Central. No será imposible que lo logre, pero tampoco una tarea fácil. Es probable que signifique un gran desgaste para él, tanto mental como político. La maquinaria Verde trabajará al doble para intentar tirarlo y colocarse en la cima de la UASLP. Si lo permiten el saqueo y la opacidad serán demoledores.
Si se reelige, el rector debe saber que ya tuvo cuatro años de prueba y error que fueron más que suficientes, no basta con ser mejor que sus antecesores, tampoco es suficiente con ser una persona integra (que es lo mínimo que se espera de cualquier persona que ocupa un cargo público), tendría que hacer mejor las cosas para toda una comunidad.
Pero para eso debe ganar.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital, con interés y experiencia en Transparencia y el Derecho de Acceso a la Información Pública. Formó parte de la tercera generación del MásterLab en edición de investigaciones organizado por Quinto Elemento Lab.