Eduardo Delgado
Este sábado 6 de junio, el día después de los destrozos causados este viernes en el Congreso del Estado, se cumplen 30 años de la inauguración de la hasta hoy sede oficial del Poder Legislativo. Hace tres décadas, el entonces presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, cortó el listón inaugural.
El 6 de junio de 1990, en el vestíbulo del recinto legislativo, fue develada la placa de bronce con los nombres inscritos de los 20 integrantes de la quincuagésima segunda legislatura. Este jueves, casi debajo de la placa, alguien dejó escrito con aerosol: “Nava vales verga”.
Las y los jóvenes que irrumpieron en el recinto legislativo sacaron tres banderas: la de la sala de plenos; la de la sala de reuniones “Francisco González Bocanegra” y la destinada para ser izada en el asta instalada sobre la fachada. Cuando menos a una le prendieron fuego.
El 6 de junio de 1990, en el vestíbulo del otrora cine Azteca, los entonces representantes populares departieron con motivo de inauguración. Para este sábado 6 de junio la LXII Legislatura no programó evento alguno para conmemorar aquella fecha.
El policía estatal asignado al resguardo del recinto reportó a sus superiores en cuanto las y los jóvenes comenzaron a retirar, de manera violenta, las rejas metálicas instaladas hace tiempo frente al Congreso del Estado.
A inicios de la década de los 90 empezaba el uso del teléfono celular, uno de cuyos modelos fue conocido como “Ladrillo”, cuyo tamaño era semejante al de los radios de comunicación. Esta vez, a través de dispositivos “descendientes” de aquellos, representantes de medios de comunicación transmitieron en vivo los actos violentos, perpetrados por anarquistas que protestaron en contra de la brutalidad policiaca.
La turba tuvo más de una hora para meterse al Congreso del Estado y durante ese tiempo desprender y sacar la pesada cabeza en bronce de Ponciano Arriaga Leija. Desde los balcones lanzaron todo lo que encontraron, mobiliario, archivos y equipos de cómputo del Instituto de Investigaciones Legislativas.
Hace 30 años, el hoy presidente del Tribunal Estatal de Justicia Administrativa, Juan Ramiro Robledo Ruiz, despachaba desde la oficina ocupada hoy en Palacio de Gobierno por Alejandro Leal Tovías.
Hoy, pasadas tres décadas, bien se podría pensar que los actos violentos podrían ser considerados como distractor del “vendaval de tranzas”, en el que está inmersa la titular de los Servicios de Salud, Mónica Liliana Rangel Martínez, y en el que estarían involucrados funcionarios que despachan desde la sede oficial del Poder Ejecutivo.