Carlos Rubio
La semana pasada se trató de contrastes y algo que podemos concluir es que la acción ciudadana es casi lo único que puede cambiar al estado. La decisión de una autoridad siempre será tomada desde una visión muy alejada de la realidad, que jamás podrá ser empática con quienes viven a diario una problemática en un complicado entorno.
La orden de derribar un árbol podrá ser insignificante para el que la da y también para el que la ejecuta, pues seguramente viven a decenas de kilómetros de distancia, por lo que difícilmente podrán empatizar con los vecinos que viven alrededor del árbol y quizá lo hayan visto crecer desde que eran niños. Razones podrá haber muchas, pero decisiones como esa no pueden tomarse si no vienen de consensos y soluciones, más que del conflicto.
En un país donde los gobernantes presentan golpes autoritarios y la opinión ciudadana rara vez es tomada en cuenta, significa mucho la preservación de un solo árbol que estaba a punto de ser talado. No solo es un árbol más para la ciudad, es la victoria frente a un sistema que usualmente carece de sentido y rara vez toma en cuenta a alguien; es la verdadera muestra de la participación ciudadana.
El reclamo en el Barrio de San Miguelito es otra muestra de acción ciudadana, que si bien hoy ha costado muy caro, las futuras generaciones agradecerán que desde ahora se haya exigido un proyecto serio y a la altura de una ciudad capital.
El contraste se puede encontrar casi diariamente en cualquier colonia del estado en las campañas políticas, que son, quizá, una de las mayores muestras sistemáticas de perversión y humillación que hay en México.
Mientras miles de candidatos se pasean por las calles en busca del voto para estancarse tres años en una alcaldía, diputación o regiduría, los movimientos sociales son los que terminan generando el cambio en la ciudad y poniendo la verdadera muestra de lo que es el trabajo.
El reclamo del pueblo siempre es el mismo en cualquier tiempo y en cualquier lugar: ustedes nada más se aparecen cada 3 años y luego nunca regresan. Y siempre es cierto o cuántas veces se le vio a Enrique Galindo, mientras era alcalde, paseándose un domingo casual saludando a toda la gente por Las Vías o por El Saucito, si no era para su propaganda del Domingo de Pilas.
Nunca pasa y nunca sucede, pero en campaña los candidatos se vuelven amigos de todo el mundo y parece que entienden a la perfección los problemas, tanta así que son capaces de prometer resolver el llanto de un niño de tres años.
En el ejercicio del poder su actitud cambia y el sólo cuestionamiento de la prensa los enoja.
Del otro lado están las familias que buscan a sus desaparecidos y que arriesgan su vida todos los días para ello. La mayoría de las veces se encuentran solas y deben luchar en contra del gran aparato que es el crimen organizado, uno de los principales actores involucrados en estos lamentables casos que azotan a todo el país.
¿Cuándo en los últimos años hemos escuchado a un político hablar en serio de los desaparecidos? Si no es como golpeteo político hacia el gobierno de López Obrador, difícilmente alguien da la muestra de preocuparse por esta problemática. Así lo ha hecho Xóchitl Gálvez, quien durante algunas semanas de su campaña, de una forma vil se montó en la lucha de miles de familias que han sufrido la perdida de un ser querido.
Quizá parte de lo más significativo que ha ocurrido recientemente fue el dictamen que lograron bajar de la Gaceta Parlamentaria los activistas por la movilidad de San Luis Potosí; luego de que los diputados planeaban aprobar una armonización patito, que de por sí sólo era un parche para pasarle la pelotita a la siguiente legislatura, pero por sí sólo el parche ya venía mal hecho y con vistas a romperse.
El mismo día que lograron bajar el dictamen, se hizo presente una movilización en el Congreso del Estado, que detuvo la sesión y obligó a los diputados a escuchar: se trató del caso de Sanjuana Maldonado y la dilación que están haciendo los legisladores para evitar resolver y, una vez más, echarle la bolita a la siguiente legislatura.
Durante los últimos tres años fueron contadas las ocasiones en las que se observó una verdadera oposición a los gobiernos en turno, pero en todas y cada una de ellas se pudo constatar que fue la ciudadanía la que puso manos a la obra y detuvo los pésimos trabajos a los que nos tienen acostumbrados los mandatarios y los legisladores.
De los partidos políticos… pues mejor ni hablamos, ahí están, buscando el voto, otra vez.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital, con interés y experiencia en Transparencia y el Derecho de Acceso a la Información Pública. Formó parte de la tercera generación del MásterLab en edición de investigaciones organizado por Quinto Elemento Lab.