Antonio González Vázquez
La escenografía estaba lista. Cada quien en el lugar asignado: que por favor nadie se moviera de su lugar, que no se fueran a dormir y de preferencia que apagaran sus celulares, que estuvieran serenos y atentos, casi impertérritos; claro, tampoco se puede estornudar ni hablarle a nadie a lo lejos ni tampoco saludar a las cámaras. Definitivo, hacerla de artículo de decoración no es nada sencillo, tiene sus pequeños sacrificios.
En la imagen, el Consejo Directivo Universitario listo para servir de escenografía humana a Manuel Fermín Villar Rubio en su día, el Día del Rector. Informe y toma de protesta tras unánime elección de un solo jalón.
Existe la absurda costumbre de que cuando el presidente o en su caso, gobernador visitan una escuela acuden a un evento cívico, de citar a los estudiantes hasta tres horas antes del evento, de ahí que siempre hay niños dormidos y hasta desmayados. No se sabe a qué hora citaron a los consejeros a estar puntuales en el Bicentenario y a qué hora deberían estar decididamente sentados en sus decorativos lugares, pero a juzgar por la fotografía los debieron citar desde muy temprano.
El fondo oscuro y la efigie del escudo universitario es la otra parte de la decoración para el Informe 2015-2016 del rector de la UASLP. Ahí está la burocracia universitaria en pleno esperando al rector. Cada uno en su escuela o en su encargo, dueño de un pedazo del poder. La alta burocracia sentada en espera del patrón que al final del año les entregará sus bonos para tenerlos felices y tan autónomamente controlados.
Algunos, de plano, ya ni siquiera sabían dónde poner los informes debidamente encuadernados en donde se reseña con cantos y loas los logros anuales del señor rector, que por cierto, no son pocos sino más bien muchos, muchos, muchos o como dicen los niños durante el recreo: un montonazo.
La burocracia universitaria o diríase la “Klase Dominante” esperan al rector que no estaba lejos de ahí, había ido a las puertas del Centro Cultural Bicentenario a recibir a un invitado principal, el gobernador del estado, Juan Manuel Carreras López. Una bienvenida autónoma, “muchas gracias por su presencia señor gobernador”. La Universidad es autónoma para que no exista injerencia alguna de nadie, pero si la gentil visita del señor gobernador que a su vez, resaltó la trascendencia que ha tenido la universidad en la construcción de un San Luis cada vez más próspero.
Directores y representantes de maestros y alumnos como artículo decorativo desde que a Villar Rubio se le ocurrió ya no hablar de frente al pleno del Consejo, sino teniéndolos detrás de él. Ya no se dirige al consejo, se dirige a la burocracia política institucional, empezando por el gobernador.
Los del Consejo esperan el arribo del Rector, las butacas no estaban llenas, pero estaban representantes de todas las generaciones o diríase familias, que han controlado, manejado o gobernado la universidad en los últimos cinco lustros, incluido Mario García a quienes hace unos años el mismo Consejo Universitario adulaba y que ahora le debe a la sociedad una explicación por los millones y millones de pesos desviados durante su administración.
Así es el Consejo, le aplaude al que sea rector en turno, aunque sus luces no sean ciertamente muy brillantes, ni grande su entender.
El sábado, en Día del Niño, Manuel Fermín Villar Rubio rindió protesta para el período 2016-2020 y también dio su informe que, como se sabe, ha sido austero, sencillo, brillante y sumamente honesto, tanto así, que en el Día del Niño, el rector no incluyó la “accidental” muerte de Diego.