Ciudad de México (20 de abril de 2016).- La respuesta inmediata es… no. No es seguro. Es imprescindible seguir las indicaciones del producto. No hacerlo puede entrañar serios problemas de salud. Pero, por supuesto, existe una respuesta más completa y que nos permitirá entender por qué, además de ampliar nuestro criterio. Porque la pregunta no es baladí. En un mundo donde hay una clara diferencia entre personas con acceso a un exceso de alimentos (en cantidad) y personas que no pueden acceder a lo básico, es natural hacerse la pregunta de por qué se tira tanta comida y qué podemos hacer para evitar este problema. Pero hay que tener claro que dejar de hacer caso a las indicaciones y a la fecha de caducidad no es ninguna solución y, además, puede suponer un riesgo serio para la salud. Vamos a explicar por qué.
“Consumir preferentemente” y “Fecha de caducidad”.
Existen dos tipo de fechas dispuestas en los alimentos: la fecha de caducidad y la fecha antes de la que se ha de consumir un alimento preferentemente. ¿Y cuál es su diferencia? Tal y como indican, la primera es una fecha tras la cual el alimento ha de desecharse y no es consumible. La segunda es una fecha tras la cual el alimento no tiene las propiedades o la calidad que se espera del mismo. Citando a Miguel Ángel Lurueña, autor del blog Gominolas de Petróleo y Doctor en Investigación Alimentaria:
“Como norma general, cuando se trata de “Fecha de caducidad”, consumir el alimento entraña un riesgo para la salud, por lo que se debe desechar. Si se trata de la leyenda “Consumir preferentemente”, en principio el alimento se puede consumir algunos días después sin que entrañe un riesgo para la salud, aunque hay que tener presente que el producto habrá perdido parte de sus propiedades nutricionales y organolépticas.”
En términos generales, la fecha de caducidad se usa en alimentos muy perecederos, es decir, que se estropean con mucha facilidad, debido normalmente a los microorganismos. Las bacterias pueden suponer un problema de salud grave. Al producir un alimento, la industria responsable realiza una serie de pruebas (físico-químicas, microbiológicas y sensoriales) para comprobar hasta cuando se mantiene el alimento sin contaminación. Una vez que determinan cuánto tardan en echarse a perder los alimentos, hacen los cálculos correspondientes y le otorgan la fecha adecuada al lote.
Normalmente, esta cifra se calcula con cierto margen de seguridad, lo que explica que podamos encontrar el alimento en estado comestible más allá de su fecha de caducidad. En el caso de “consumir preferentemente antes de”, los análisis que se llevan a cabo son de calidad. Lo que se busca es que el producto mantenga las propiedades organolépticas: sabor, color, olor, textura u otras propiedades de carácter nutricional. Pero esta fecha no implica que el alimento esté contaminado o que suponga un riesgo de salud de forma inmediata. “Las fechas deben fijarse en base a estudios de vida útil”, explica Miguel Ángel a Hipertextual, “y debe fijarse un margen de seguridad; pero ese margen lo determina cada fabricante, según las características del producto”.
Entonces, ¿Me lo como o no?
La respuesta, de nuevo, es no. No es conveniente. “En ambos casos (fecha de caducidad y consumo preferente) deben respetarse las indicaciones”, continúa explicando el experto. “Aunque es frecuente que los alimentos muestren señales de deterioro o de contaminación, no se trata de una regla infalible. Por ejemplo,no podríamos distinguir un huevo con Salmonella de otro que no contiene esta bacteria”. Y sin embargo, las intoxicaciones alimentarias pueden resultar muy peligrosas. En el caso de los alimentos de consumo preferente, sin embargo, el criterio es más laxo. El consumirlos tras la fecha no tiene por qué suponer un peligro para la salud. Más bien lo que encontraremos es que el alimento no cumple con las expectativas prometidas en algún aspecto.
Pero eso no quiere decir que no sean perjudiciales, “Es cierto que los productos con fecha de consumo preferente no suponen un peligro inmediato para la salud”, continúa Miguel Ángel, “pero eso no significa que no puedan entrañar ciertos riesgos. Podrían tener micotoxinas, aminas biógenas, etc”. Por ello mismo, este experto aconseja precaución y sentido común. Pero sobre todo, seguir las indicaciones. Estas están diseñadas para asegurar el buen estado de los alimentos. Las directrices son marcadas en consenso por las agencias para que se tenga un criterio internacional.
Esto, a veces, también dificulta la situación real de un alimento. Pues un yogur no se estropea igual de rápido durante un verano del sur de España que de Svalbard. Por otro lado, existen una serie de alimentos muy duraderos: “en estos alimentos, la determinación de la fecha de caducidad se hace mediante modelos matemáticos”, explica Miguel. Dichos alimentos se conservan especialmente bien por sus propiedades. Pero no son eternos. Todos los alimentos se estropean tarde o temprano. Esto se debe o bien a la presencia de microorganismos o bien al cambio bioquímico que sufren los elementos que lo conforman. Por tanto, y en conclusión, no es conveniente comer alimentos tras la fecha de caducidad, a pesar del margen de seguridad. Sí que podemos comer los alimentos con “fecha de consumo preferente”, pero también puede llevar un riesgo asociado. Y no, no existen los alimentos eternos, por desgracia.
Fuente: Hipertextual.