Esa no es gallardía

El Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana CEEPAC declaró ilegal usar la palabra Gallardía –por lo demás muy elegante– a los gobiernos emanados del movimiento político ligado al PRD, y a quien lleve una variante de la misma en su nombre o apellido.

Dijo el CEEPAC que se trata de la promoción de una persona, y aunque no hay procesos electorales en curso, es indebido porque da ventaja en las contiendas electorales.

La iniciativa del procedimiento sancionador –inédito– es de los panistas, el Secretario General Adjunto Rubén Guajardo Barrera y el Presidente del Comité Municipal del partido en la capital, Maximino Jasso, se han convertido en los principales verdugos de esa “gallardía”, hoy proscrita por la autoridad electoral.

Ricardo Gallardo Juárez y su primogénito, ambos exalcaldes de Soledad de Graciano Sánchez, nunca usaron su apellido para designar a sus acciones políticas, le empezaron a llamar “gallardía” a su movimiento hasta cuando hicieron preso –acusado de lavado de dinero– a José Ricardo Gallardo Cardona que le dieron uso de adjetivo al apelativo, entiendo que fue para que sus seguidores se sintieran más identificados con la causa de señalar como injusta la detención; y cuando tuvieron un inesperado éxito electoral en 2015 la palabra definió a los gobiernos municipales y los integrantes del Congreso del Estado emanados de su corriente; ahora eran gobiernos y diputados con “gallardía”, curiosamente no les llamaron –ni les llaman– “gallardistas” como hubiera sido más apropiado, sino que el adjetivo les sirvió de común denominador.

Antes Gallardo Juárez, para asumir que no le ofendía que le recordaran su ocupación, promovió intensamente que le dijeran “el gallo”, o “el papá de los pollitos”, y Gallardo Cardona asumió ser “el pollo” o “el pollito”, recuerde Usted que el empresario soledense inició sus andares en los negocios vendiendo carne de pollo, y lo creció enormemente con el transporte, por lo que sus enemigos se burlaban de él y de su hijo diciéndoles que eran “polleros”.

Como eso de ser “pollero” tiene muchas connotaciones negativas –así se les llama a los que trafican con personas– y si bien el autodenominarse gallo, pollo o pollito implicaba sentirse orgulloso de su giro mercantil, no era tan positivo como para proyectar una imagen política de éxito y mucho menos de honradez y seriedad, porque finalmente a los pollos se les pela, se les destaza, se les rostiza, se les capea, se les empaniza, se les hace en caldo, y para muchos son feos, ridículos y débiles; incluso como carne nunca ha estado en la mente de la gente como la de mejor calidad, aunque sea muy buena.

En cambio los exediles soledenses tienen por apellido una palabra elegante, poderosa, seria, por eso era obvio que tarde que temprano la usarían para designar a un proyecto político, si bien su primer uso tuvo lugar para dar impresión de empoderamiento y orgullo cuando la policía federal apresó y exhibió humillantemente a Ricardo junior.

No me parece mal que quien se apellide Gallardo use la palabra para promover sus ideas, al final ha habido muchos movimientos a los que se les nombró con el apellido o nombre de sus líderes, el punto fino es lo que ese movimiento hace, en cómo se conduce, y lo que pretende una vez que han ganado unas elecciones.

A Ricardo padre –y a su hijo mayor– le conozco desde hace más de una década, y no me dejará mentir quien también le conozca desde antes que fuera gobernante, este Gallardo que hoy nos venden sus aplaudidores no se parece en nada a aquél.

A quienes hoy integran el núcleo sólido y cercano de lo que hoy llaman “gallardía” también los conozco desde antes que fueran poderosos líderes populares, José Luis Fernández era un simpatiquísimo administrador de empresas del ramo de la diversión, Guadalupe Torres era asistente del litigante Cándido Ochoa Rojas, Pedro Olvera era líder del PRI, Gilberto Hernández Villafuerte era el empleado de mayor confianza en la “granja” de la Constancia, y José Ricardo era el insufrible junior, siempre alocado, impulsivo y experto en meterse en problemas, por su juventud.

José Ricardo siempre fue voluntarioso, atrabancado, gustoso de la música grupera y su moda, a grado tal que llegó a grabar un video de ese género musical siendo él el cantante y protagonista al lado de una hermosa modelo, vaya como todos los vídeos de ese tipo.

Como la fortuna le sonrió súbitamente a Ricardo Gallardo, su joven vástago tuvo algunos problemas para asimilar la súbita riqueza, y de la época de la primera campaña electoral son las fotos en las que sale con un cachorro de tigre, o a bordo de automóviles deportivos de lujo, algunos espectaculares.

El Ricardo Gallardo Juárez que conocí hace más de diez años era un hombre disciplinado, generoso, de carácter fuerte –que solía controlar muy bien usando su origen humilde y vocación de trabajo duro como antídoto–, nunca ostentoso, nunca violento, nunca iracundo, y muchos menos irrespetuoso; quizás por eso ahora me extraña tanto que algunas personas que le son cercanas, como el estimado exmagistrado Marco Antonio Aranda, digan que “es de mecha corta”, puesto que nunca le vi siquiera cerca de una explosión emocional, y vaya que lo llegué a contradecir fuertemente muchas veces, porque participé en esa campaña electoral.

El padre cerebral, el hijo impulsivo, pero los dos amables, como suele ser la gente que es naturalmente trabajadora y honrada, cuyo contenido moral y de principios hizo que nunca les doliera o molestara siquiera que les asociaran a las pollerías, y a los que nunca movió otro interés que el participar cívicamente.

¿En dónde “el papá de los pollitos” y “el pollo” se convirtieron en “Gallardía”? ¿Cuándo fue que adquirieron los rasgos que hoy se define como “Gallardía” y que hoy prohíbe el CEEPAC?

Cuando digo rasgos me refiero a la asociación que se le finca a los Gallardo, mucho más a José Ricardo, de estar metido con los malos; a la imagen de autócratas que les han dado quienes lo rodean, haciendo que las personas piensen que los Gallardo en lugar de consensuar amenazan, que en lugar de rendir cuentas las ocultan, que en vez de administrar inmaculadamente el dinero público se han dedicado a robárselo para fines electorales aviesos, entre ellos el de lavar dinero con falsas compras o prestanombres como con Sandra Ruiz.

Si a la “Gallardía” la presiden los elementos y criterios que conocí en los Gallardo hace una década, entonces es un movimiento que procura el bien público, pero si como evaluó el CEEPAC es un manera de promover electoralmente a los Gallardo, entonces a esos elementos y criterios no los conozco, ni me agradaría conocerlos.

¿Las miles de despensas que reparten los gobiernos municipales de la capital y Soledad no tienen por objeto evitar la hambruna entre la gente pobre?

¿Los garrafones de agua limpia que reparten los gobiernos de Gallardo y Villafuerte no tienen por finalidad procurar la salud de la gente pobre?

¿Los uniformes, las mochilas, los útiles escolares no buscan ayudar a que los niños y jóvenes tengan mejores oportunidades en la vida al garantizar su educación?

¿Las multitudinarias “posadas” que acabamos de ver este fin de año o las pistas de hielo en la capital y Soledad no tienen por objeto acercar a la gente a espacios de sana convivencia que los gobiernos corruptos siempre les negaron?

¿Todo eso que los gobiernos encabezados por Gallardo y Villafuerte han dado a la gente tiene por objeto el promoverlos a ellos y a sus socios para otros puestos públicos?

Qué decepción tan tremenda si Ricardo Gallardo y José Ricardo Gallardo han caído en la vulgaridad de usar a la gente pobre, porque entonces todo lo que hace una década se hizo para encauzar a lograr un gobierno del pueblo en Soledad es una pantomima, una engañifa y los dos son unos simuladores que me daría vergüenza haber apoyado alguna vez.

¿Acaso no se trataba de rescatar a Soledad –a cientos de miles de personas–, de las garras de los gobiernos corruptos, echar de los puestos públicos a verdaderos delincuentes que sólo se turnaban unas familias con otras para exprimir a la gente?

Ignoro qué cantos de sirena estén oyendo hoy día los dos Gallardo, y qué demonio les entró a su mente para que hoy usen los métodos y prácticas que hace diez años nos asquearon a tal grado que nos llevó a la primera postulación de un candidato literalmente popular en Soledad, y si bien no ganamos, se sentaron las bases que contundentemente hicieron Presidente Municipal a Ricardo Gallardo Juárez y luego a su hijo José Ricardo.

Socorrer desde el gobierno a la gente en la tremenda necesidad en la que vive la mayoría es un acto de suprema valentía y generosidad, usarla es asqueroso.

Organizar a las fuerzas populares para extender el alcance y proyectos de un gobierno honrado es una tarea noble, patriota y libertaria, simular y disfrazar de activismo democrático el clientelismo, la corrupción y el autoritarismo es un pecado cívico gigantesco.

Puedo decirle a Ricardo y a José Ricardo que la ciudadanía no necesita ver en todos los anuncios la palabra “gallardía” para asociar el esfuerzo limpio por sacar adelante al pueblo, basta conducirse con integridad, con decencia, con absoluta honradez, con altura de miras y con desprendimiento.

Y debo decirle a todos cuantos rodean a los líderes del gallardismo, a la gente que les apoya en el proyecto político que encabezan, así como a sus funcionarios, empleados y demás activistas, que esa imagen de gánsteres que les han pretendido endilgar, esa imagen de personas autoritarias y de políticos populistas de bajo nivel no define a los dos Gallardo, y no es justa con lo que anhelaba el movimiento.

No hay nada más difícil de conservar en el pútrido ambiente de la política potosina que el buen nombre, la integridad y la claridad de las ideas, y no es con prácticas reprobables y repugnantes como se logra.

Tras la decisión del CEEPAC creo que hay una oportunidad de oro para que esa “gallardía” regrese a la idea que inspiró la lucha que hoy les tiene donde están; si eso es lo que desean, en el camino deben quitarse, como si de chinches y piojos se tratara, a todos lo que aplauden lo reprobable de comportarse como una organización facinerosa.

Si se hacen los locos, si se hacen los dignos, si insisten en escuchar a los corruptos que se les han colado, en lugar de reconocer el error grave de esos excesos, entonces tendrán cada vez más oposición, porque todos los ciudadanos andamos huyendo de los sucios y asquerosos ladrones que usan del pueblo pobre para alcanzar y ejercer el poder.

Temario

  • La marcha cívica, pacífica y enorme del sábado en contra del aumento a las gasolinas es una muestra de lo que hoy inspira a San Luis, seguirán, y ojalá que sean idénticas.
  • No han terminado de salir los empresarios y comerciantes, ya lo harán.

Leonel Serrato Sánchez

unpuebloquieto@gmail.com

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