Iraís Valenciano
Como cada año, el 8M sirvió de pretexto para que en San Luis Potosí las instancias gubernamentales organizaran eventos conmemorativos, los políticos se fotografiaran rodeados de mujeres para “refrendar su apoyo” y opinólogos de ocasión se rasgaran las vestiduras.
El 6 de marzo, la Coordinación de Comunicación Social de Gobierno del Estado hizo circular un boletín titulado: “Ricardo Gallardo reafirma compromiso de apoyo a las mujeres potosinas”, el cual acompañó con 11 fotografías, pero en 9 de ellas, el reflector apuntó hacia el gobernador.
Más evidente aún fue que en la foto grupal, por lo menos 18 personas que ahí aparecían eran hombres. Impensable hacer un evento para mujeres sin incluirlos a ellos.
¿Y qué se podía esperar de un gobierno que en su sitio web tiene publicado un gabinete compuesto por 38 personas, de las cuales 22 son hombres?
En un estado en el que la participación de las mujeres en las actividades económicas es del 44.3%, muchos pudieran pensar que, por fin, se les dan las oportunidades que merecen. No es así, o por lo menos, no como el sentido de justicia exige.
Es innegable la brecha salarial que muchas aún enfrentan, y si se revisan los organigramas de empresas potosinas, existen todavía algunas que funcionan con siete jefes y solo una o dos mujeres con cargo directivo. Los espacios mejor pagados se reservan para el compadre, el “lamebotas”, el “tapadera” o el amiguete de francachelas.
Si un hombre obtiene un ascenso en su trabajo u ocupa un puesto en el poder, necesita de verdad ser un evidente papanatas para que alguien ponga en duda sus méritos. En cambio, el hecho de que una mujer logre una mejora laboral se vuelve motivo de sospecha, y en vez de analizar su curriculum o trayectoria, aun hoy, en pleno siglo XXI, se cuestiona qué hizo, con quién se relacionó o de qué privilegios goza para conseguir algo a su favor.
Si esa violencia de género sistemática, institucional y normalizada no se ha logrado frenar, mucho menos podemos esperar que se respete la integridad física de las mujeres. Tan solo en el 2024, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública registró 12 feminicidios en San Luis Potosí, aunque eso no significa que solo una docena de mujeres haya muerto de manera violenta, por aquello de la reclasificación del delito.
Además se cometieron 2,033 delitos contra la libertad y la seguridad sexual, entre los que se incluyen 625 violaciones, 704 casos de abuso sexual y 307 de acoso sexual. Según el Inegi, la incidencia de delitos sexuales es de 4,290 casos por cada 100 mil mujeres, mientras que solo 465 por cada 100 mil hombres sufre un delito de ese tipo. Además, casi en la totalidad de esos casos, los culpables son varones.
El viernes 7 de marzo, un día antes de la multitudinaria marcha por el Día de la Mujer, una abuelita denunció un caso de abuso sexual contra una niña de 8 años en la primaria Genovevo Rivas Guillén. Por cada caso de abuso, acoso o violación que sale a la luz, hay víctimas incontables que no alzan la voz por miedo, vergüenza, desconocimiento, escasez de confianza en el sistema de justicia o para no enfrentar el escarnio ni la revictimización.
Salir a las calles cada 8 de marzo a protestar no es por gusto ni por afición a las caminatas bajo el sol. Es por el hartazgo en un San Luis que aún no logra despojarse de sus actitudes machistas y peligrosas. Los gobiernos presumen avances en las políticas públicas en favor de la igualdad sustantiva, pero en los hechos la realidad aún duele, y mucho, por desigual y excluyente.
No se puede hablar de igualdad sustantiva cuando en las leyes se incluyen artículos para “garantizar” la paridad de género, pero en la práctica, a las mujeres solo se les ve como piezas para quitar o poner al gusto y necesidades de esos políticos y empresarios que se creen todavía con el derecho y la capacidad de mangonear a su antojo y pisotear a quienes les cantan sus verdades.
También repulsivos resultan esos falsos aliados que desde sus espacios dicen defender a las mujeres pero el resto del año hacen todo lo contrario. Recurren a terminología profeminista solo como una pantalla para lanzar ataques a diestra y siniestra y obvio, con intereses muy pero muy personales.
Esos aliados “fake”, que se erigen como los defensores de las mujeres, son los que al mismo tiempo las insultan cobijados en un retorcido concepto de libertad de expresión; son quienes a falta de argumentos, recurren al descrédito y la denostación. Eso también es violencia.
Ellos, que se creen expertos en los derechos de las mujeres, no saben lo que significa sufrir un procaz manoseo; no se detienen a pensar cómo vestirse para evitar comentarios obscenos; no rehúyen a las multitudes por temor a pasar un momento incómodo; nunca han tenido que consolar a una amiga que lloró de impotencia porque a un ciclista se le hizo fácil tocarla sin su consentimiento; no les ha hervido la sangre porque un lujurioso casi se transforma en la actriz de El Exorcista para lanzarle miradas lascivas a una mujer; no dimensionan lo pandilleriles y al mismo tiempo risibles que resultan los “clubes de Toby” laborales. No conocen, en realidad, el temor a una violación o un feminicidio.
A todos esos que se “cuelgan” del Día de la Mujer: si sus eventos oficiales recubiertos de morado, sus diatribas de temporada o sus acciones “solidarias” solo son para quedar bien o exprimir para sí mismos algún beneficio, mejor absténganse y piensen en sus madres, esposas, hijas, sobrinas, abuelas. ¿Tienen las oportunidades, la libertad, la justicia, el respeto y el San Luis que merecen?
Y a todas las mujeres de mi vida, así como a los verdaderos aliados: Gracias.
REFILL
Ya que el senador del Partido Verde Ecologista, Gilberto Hernández Villafuerte anda tan preocupado por exigir un servicio eficiente de agua para los potosinos, y está tan indignado por el desabasto y la infraestructura deficiente, sería bueno que también volteara a ver a la empresa que se encarga de la presa El Realito, cuyo ducto se rompió el domingo pasado -qué novedad-, lo que provocó la suspensión del suministro. Con esta, ya van 80 veces que el servicio “chafea” en poco más de 14 meses. ¿O acaso el legislador es de reclamos selectivos?
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y maestra en Diseño Multimedia por la Universidad del Valle de México. Ha ejercido el periodismo desde 2004 en medios de comunicación impresos y digitales. A partir del 2017 se incorporó a la plantilla docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación.