Por Victoriano Martínez
Hace dos años, Jorge Vera Noyola renunció como subsecretario de Enlace Interinstitucional de Gobierno del Estado, por culpa del gobernador Juan Manuel Carreras López.
Ahora, Vera Noyola, desde la segunda quincena de diciembre, amaga con que renunciará como Fiscal Anticorrupción en los próximos días, también por culpa de Carreras López.
Hace dos años, Vera Noyola personificaba la simulación en la que Carreras López ha convertido la bandera que enarboló desde su discurso de toma de protesta: el combate a la corrupción.
Su renuncia, el 9 de enero de 2018, fue necesaria para atender a los requerimientos de los diputados como candidato a la Fiscalía Anticorrupción, propuesto por Carreras López.
Su condición de funcionario estatal promovido por Carreras López para Fiscal Anticorrupción le valió que fuera considerado uno más de los fiscales carnales del gobernador, esas figuras no sólo simuladoras, sino también protectoras.
Nombrado el 26 de enero de 2018, Vera Noyola se convirtió en una figura fantasmal en la Fiscalía General del Estado, hasta que el 21 de agosto de ese mismo año entró en vigor la Ley Orgánica de la Fiscalía General del Estado y contó con facultades para ejercer el cargo.
Atrás quedaban 207 días en los que, sin oficina propia, un día ocupaba un escritorio muy cerca de las oficinas del Fiscal General, otro día algún rincón entre las mesas de los ministerios públicos, o entre los cubículos del área de “atención temprana”.
Por delante, vinieron las maniobras para contar con oficinas y personal, para instalar la estructura de atención a las denuncias relacionadas con su materia, y dar impulso a las carpetas de investigación conforme a los fines para los que fue creada la Fiscalía Anticorrupción.
Separado físicamente de la Fiscalía General del Estado, Vera Noyola comenzó a dar señales de tomarse en serio su papel, al dar cauce a las denuncias que recibía, entre las que destacan las tramitadas contra algunos ex diputados y diputados, lo que lo alejaba de la expectativa simuladora que tenía en él Carreras López.
Mientras Vera Noyola presumía sus resultados, el fiscal Federico Garza Herrera y el gobernador Carreras López veían incrementar el riesgo de que su inacción en la Visitaduría, en denuncias contra ex diputados y contra el ex alcalde Ricardo Gallardo Juárez, confirmara lo que desde hace tiempo se ve como complicidad encubridora de la corrupción.
Desde los últimos días de diciembre, Vera Noyola ya tenía prevista su renuncia, al grado que desde el Palacio de Gobierno –complacidos por el resultado de su presión contra el Fiscal Anticorrupción– le pidieron esperar a contar con una propuesta de sustituto antes de que renunciara.
La falta de apoyo a la Fiscalía Anticorrupción –en 2019 se le destinó el 1.6 por ciento del presupuesto de la Fiscalía General– y las presiones que han hecho a Vera Noyola amagar con su renuncia (se concrete o no) son una más de tantas señales que ubican a Carreras López como el principal obstáculo en el combate a la corrupción, a pesar de arrancar su sexenio con esa bandera.
La forma en que ha obstruido el Sistema Estatal Anticorrupción, inoperante a más de dos años de creado, junto con la protección que desde la Fiscalía General del Estado ha dado a ex diputados y a Gallardo Juárez, ubican a Carreras López más como promotor de la corrupción que del lado de su combate.
Carreras López ha sido señalado en diversas ocasiones por el Frente Ciudadano Anticorrupción, en ruedas de prensa y desplegados, así como por otras organizaciones, como cómplice de la corrupción.
Si Vera Noyola llegó con etiqueta de fiscal carnal que personificaba la simulación carrerista, el entorno en el que se ha hablado de su renuncia desde hace casi un mes hoy lo vuelven clave para desenmascarar totalmente la actitud del gobierno de Carreras López a favor de la impunidad.
Renuncie o no Vera Noyola, los motivos tras su amago requieren una amplia explicación pública de su parte, pero también de Carreras López, a quien se le acaba el tiempo para romper el silencio cómplice.