“Fue un engaño invertir en Unicrer”: Rebeca Aldave, ex líder de ahorradores afectados

Angélica Campillo y Carlos Rubio

Rebeca Aldave Morales de Tristán, empresaria y de profesión administradora oriunda de Cuernavaca, Morelos, aún recuerda cómo fue que la confianza la llevó, junto a su padre, a invertir en la Unión de Crédito Regional (Unicrer), dejando casi 500 mil pesos a la deriva, en un umbral de incertidumbre, teniendo que invertir la mayor parte de su tiempo para intentar recuperar su dinero.

Fue invitada a Unicrer por un ex trabajador de Bancomer, quien le argumentaba que en la Unión tendría un trato más amable y su dinero generaría mayores intereses que en cualquier otro banco, por lo que, ante la insistencia, accedió a depositar su dinero, así como el de su padre, lo cual hicieron alrededor de tres meses antes del anuncio del cierre. Entre los dos el monto ascendió a 465 mil pesos, “nos ganó la confianza, el trato más amable y caímos muchos”.

Se enteró del cierre de Unicrer mientras se encontraba en un partido de raquetbol de su hijo, a través de una persona que se encontraba ahí; la noticia significó el inicio de un gran problema, debido a que había depositado el dinero de los sueldos que debía pagar a sus empleados en los próximos días y, además, pensaba en el dinero que su padre invirtió, a raíz de su invitación.

Posteriormente, redactó una carta dirigida al presidente del Consejo de Administración de la Institución, Alejandro Torres Corzo, la cual se publicó en los periódicos impresos, pidiéndole una explicación del cierre de la Unión, así como una inmediata solución, ante la urgencia que se le había presentado.

A partir de ello, otros medios de comunicación se acercaron para entrevistarla e incluso la contactaron algunas personas de otros estados que también habían depositado su dinero en Unicrer, y fue así como comenzó el movimiento, del que fue vocera, y con el que representaron a miles de ahorradores afectados.

Uno de los primeros pasos a seguir fue llevar a cabo un censo para determinar la cantidad de personas afectadas que había, y el principal objetivo del movimiento era que se le diera prioridad en la devolución de su dinero a los adultos mayores, a las personas con discapacidad y a quienes se encontraban en una situación crítica (así como los que tuvieran depositadas cantidades menores).

De entre los pocos casos que recuerda, resalta el de una familia, también de Cuernavaca, que trabajó durante toda su vida y al enterarse de la existencia de la Unión, vendieron su casa y su negocio, y decidieron invertir en la institución el dinero obtenido, el cual rondaba los tres millones y medio de pesos. Tiempo después ese dinero desapareció y nunca más regresó a ellos; murieron a la espera de recuperarlo, “habían trabajado toda su vida y querían retirarse”.

De acuerdo a información publicada en los periódicos de ese entonces, posteriormente las afectadas acudieron a entrevistarse con el gobernador Fernando Silva Nieto, quien les aseguró que su administración haría lo posible por apoyar las gestiones que realizaba Unicrer, además de señalar que su administración confiaba en que el plan de liquidación se realizaría con regularidad.

Antes de la primera asamblea, las líderes del movimiento se dieron a la tarea de revisar diversos documentos sobre Unicrer, como el contrato, donde se dieron cuenta de que, en lugar de aparecer como ahorradores, figuraban como socios, cuestión que en ningún momento les mencionaron. Asimismo, ya conocían cómo funcionaba el Fideicomiso Liquidador (Fideliq) y se habían puesto en contacto con abogados, así como con el notario Eduardo Martínez Benavente. “Fue un engaño invertir en Unicrer; nos ganó la inocencia y la confianza”.

Con la información que recabaron, Rebeca consideró que Comisión Nacional Bancaria y de Valores también tuvo responsabilidad en el quiebre de la Unión porque en diciembre de 1998 dictaminaron que 50 por ciento de los créditos estaba repartido entre los socios de la mesa directiva y emitieron una advertencia, pero a pesar de ello señalaron que Unicrer se encontraba bien, no obstante seis meses después sus números pasaron a rojos y cerraron.

También se dieron cuenta de que la quiebra no correspondía a lo que dicha institución había señalado, por lo que incluso llegaron a pensar que se trató de una jugada del gobierno federal, “siempre se vio que en el procedimiento de la quiebra las formas no habían correspondido a una vigilancia y a lo que había dicho la Comisión Nacional Bancaria. Ni siquiera hubo un aviso de que estaba en bancarrota, eso lo fueron manejando después, y eso no lo puedes hacer si no tienes contubernio con las autoridades. Yo siempre lo he pensado… algo pasó ahí”.

En una asamblea llevada a cabo el 26 de julio de 1999, los funcionarios de Unicrer propusieron un esquema de liquidación con el que los ahorradores no estuvieron de acuerdo, debido a eso, decidieron emprender acciones de resistencia civil, como marchas y plantones, además de denuncias penales, pues consideraron que habían cometido un fraude.

Ante la situación, y al sentirse defraudados al saber que como ahorradores estaban financiando los negocios de los socios de la institución crediticia, se organizaron para acudir, en septiembre de 1999, a la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, para solicitar a los legisladores federales su intervención e investigación del caso que había afectado a personas de nueve estados: Zacatecas, Guanajuato, Morelos, Distrito Federal, Estado de México, Coahuila, Querétaro, Aguascalientes y San Luis Potosí. También acudieron en varias ocasiones a las instalaciones de la Comisión Nacional Bancaria.

Durante el proceso de recuperación de su dinero, Rebeca tuvo ofrecimientos por parte de los dirigentes de los partidos políticos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Acción Nacional (PAN) y Partido de la Revolución Democrática (PRD) de unirse a sus filas, pero rechazó sus propuestas, ya que únicamente le interesaba ayudar a que los afectados de más de 60 años, los discapacitados y quienes tenían menor dinero invertido, recuperaran su capital.

Tras haber acudido a la Cámara de Diputados, el movimiento de ahorradores de Unicrer ya tenía más atención por parte de las autoridades, por lo que se fijó un esquema de pago y se comenzó a liquidar a la mayoría de ellos.

La devolución del dinero a los afectados se realizó en varias partidas, una parte de ello fue expedido por el Gobierno del Estado, para lo cual se designó un fondo de 50 millones de pesos, mientras que la otra parte fue aportada del dinero recaudado por el Fideliq: primero se les pagó a los adultos mayores y/o con discapacidad que habían depositado menos de 50 mil pesos; después a los que tenían hasta 100 mil pesos, posteriormente a los que invirtieron menos de 500 mil pesos y, finalmente a quienes habían depositado hasta un millón de pesos. En ese sentido comentó que tanto ella como su papá recuperaron el 90 por ciento de su dinero.

Manifestó que hubo dos momentos fuertes por los que pasó como vocera del movimiento: la segunda y la última asamblea, ya que recibió fuertes amenazas de muerte, pero no se rindió y continuó en la lucha.

Decidió abandonar el movimiento una vez que liquidaron al 90 por ciento de los ahorradores, puesto que ya habían conseguido su objetivo, pero antes se dio cuenta de que el liquidador de Fideliq enviado por el Gobierno Federal, Alfredo Zellhuber, pretendía obtener un beneficio económico de la situación, ya que cobraba una comisión a los ahorradores afectados al momento de la devolución de su dinero, tema que puso al descubierto en la última reunión, “él vino a servirse, la gente te decía cómo negociaba en lo oscurito y se quedaba con tanto, que hasta el mismo gobierno lo demandó”.

El cierre de Unicrer representó un gran cambio en su vida, ya que de trabajar en sus negocios y estar al cuidado de su familia, bajó 14 kilos y pasó a tener contacto con miles de personas ahorradoras de la Unión, y con funcionarios tanto de la institución como políticos, “de repente estábamos representando a seis o siete estados y a mucha gente”. En ese entonces, para cubrir los sueldos de sus empleados, tuvo que pedir dinero prestado a sus familiares.

A pesar de que Unicrer la hizo atravesar por etapas de frustración y enojo, siempre ha creído que tiene que luchar por sus creencias, y fue una situación que le sirvió como enseñanza para sus hijos, que en ese momento tenían 12 y 14 años.

Como un último recordatorio, agradeció que Alejandro Torres Corzo siempre les dio la cara e incluso les sugirió tomar las acciones pertinentes para negociar la devolución de su dinero. E hizo énfasis en que si Marcelo de los Santos Fraga, como comisario, hubiera vigilado de forma adecuada a la institución, puesto que era su deber, tal vez las cosas habrían sido diferentes. No obstante, no le guarda rencor a ninguno de ellos.

Tras 20 años, al pensar en Unicrer vienen a su mente las palabras fuerza, lucha, esperanza, orgullo, alegría, satisfacción y amistad.

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