Por Victoriano Martínez
La noche del 3 al 4 de marzo de 2022, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana capitalina encabezó “el operativo para emprender acciones transversales para recuperar la seguridad del Centro Histórico”, al que se sumaron elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Guardia Nacional “con recorridos de sobrevigilancia”.
No se trató de una acción proactiva del alcalde-policía Enrique Galindo Ceballos, sino de la reacción por el asesinato de dos personas afuera de los antros en las dos semanas previas, que encendieron la luz de alerta sobre la creciente inseguridad en el centro de la ciudad. Esas acciones transversales se denominaron Operativo Sello.
El Ayuntamiento promocionó tanto ese operativo, que tuvo más visos de una acción de control de daños a la imagen del alcalde-policía que de una auténtica medida para garantizar la seguridad de la población en esa zona.
La madrugada de este lunes primero de mayo, Sua Jocsan Marín fue atacado a puñaladas a las afueras de Glitter Beer, un antro ubicado sobre avenida Venustiano Carranza, en un hecho en el que también resultó agredido su acompañante.
Sua Jocsan Marín, de 24 años de edad, murió víctima de una delincuencia que, o tiene mucha capacidad para actuar a pesar de un operativo de acciones transversales que inició hace trece meses, o puede delinquir libremente porque efectivamente el Operativo Sello no fue más que una medida propagandística momentánea.
Peor aún. Tres días después del ataque fatal a Sua Jocsan Marín, el alcalde-policía declara que “me comprometo a ampliar el espectro de seguridad en esa zona, en el Centro Histórico; ya lo tenemos muy armado, pero sí es necesario reforzarlo, claro que me comprometo a hacerlo”. Sólo faltó que agregara que a las acciones transversales se incorporará una seguridad progresiva.
Un compromiso que hace a cuatro días de haber rebasado la mitad de su trienio, cuando su lema de campaña fue servir y proteger, lo que tendría que haber comenzado a hacer desde el 1 de octubre de 2021.
El Operativo Sello, que a trece meses de haber sido promocionado sin que haya indicios de que fuera permanente, no es el único con visos de maniobra efectista para promover la imagen del alcalde-policía y, por tanto, de privilegiar esa promoción por encima de la seguridad de la población.
Galindo Ceballos criticó a su antecesor por dejar a la policía municipal sin patrullas, pero tardó 109 días para adquirir 100. La fecha programada para que entraran en operación fue el 17 de enero de 2022. Sin embargo, el banderazo se retrasó una semana, no por algún problema con la entrega de los vehículos, sino porque el alcalde-policía no estaba en condiciones de salir en la foto.
Sí, la seguridad que podría aportar a los potosinos la incorporación de las 100 patrullas tuvo que esperar una semana más, hasta el 24 de enero, porque Galindo Ceballos se contagió de Covid y fue más importante que saliera en la foto.
Un dato que muestra la poca efectividad de acciones como el Operativo Sello y la falta de cumplimiento de promesas como la de servir y proteger está en el crecimiento de los asaltos a transeúntes, especialmente cuando tres de cada cuatro se cometen con violencia, como el que desafortunadamente le tocó a Sua Jocsan Marín.
Ya la noche del 3 al 4 de marzo de 2022 y en los días posteriores se hicieron una propaganda que fue un “después de ahogado el centro, a sellar los antros” como para que nuevamente Galindo Ceballos se comprometa a “ampliar el espectro de seguridad en esa zona”, como si con sacarse expresiones domingueras de la manga cumpliera con su obligación.
En febrero de 2022 fueron dos personas las que murieron antes de que inventaran el hoy fantasmal Operativo Sello. Esta semana le tocó la mala fortuna a Sua Jocsan Marín, por quien los maleantes dejaron a una madre muerta en vida, como ella misma lo definió, y un amplio número de amigos que lo admiraban en la consternación.
Cada 14 horas con 20 minutos ocurre un asalto a transeúnte con violencia. Cada 14 horas en la ciudad alguien está en riesgo de morir mientras el alcalde-policía habla de ampliar el espectro de seguridad.
Es decir, por mucho que el alcalde-policía inicie (quién sabe si realmente establezca) acciones transversales para recuperar la seguridad y por mucho que se comprometa a ampliar el espectro de seguridad, si la acción de los delincuentes no merma, sino que se incrementa, en los hechos la inseguridad mantendrá su ritmo galopante.