Mariana de Pablos
A tan solo un par de semanas de la inauguración del puente vehicular atirantado sobre la carretera Rioverde, a la altura de Quintas de la Hacienda, los problemas no se han hecho esperar. En este caso, la preocupación ciudadana gira en torno al peligro que representa el tránsito peatonal y vehicular de la comunidad educativa de los colegios Valladolid y Montreal, quienes ponen en riesgo no solo su integridad, sino también la de todos los conductores que transitan por esta vía rápida.
Hoy el panorama sin ser nuevo es completamente distinto: niñas y niños tomados con fuerza de la mano de sus madres que calculan el momento exacto para cruzar, desde la entrada de la Hacienda de los Morales hasta el Colegio Valladolid, ambos sentidos de la carretera. Donde antes había una serie de topes y señalética especial para indicar la llegada a una zona escolar, ahora está la bajada de un puente vehicular en el que es posible ascender hasta a 80 kilómetros por hora.
Para los conductores, el riesgo no es menor, pues no solo es necesario tener en cuenta el cruce constante de menores y sus familiares, sino también la serie de autos estacionados sin resguardo alguno en la zona de retorno ubicada a unos cuantos metros de la entrada de la escuela, lo que ocasiona que la vuelta se vuelva peligrosa para el conductor interesado en cambiar de sentido, y para los autos que le siguen.
En el mismo sentido de orientación, pero un par de kilómetros antes, casi al llegar a la subida del puente, se cuenta una historia similar. A las dos de la tarde en punto, a las afueras del Colegio Montreal, la carretera Rioverde se convierte en estacionamiento público. No dándose abasto con los cajones para aparcar de los negocios vecinos a la escuela, padres y madres de familia optan por abandonar sus vehículos en la lateral, así como en el tercero e incluso segundo carril de la carretera para ingresar al recinto por los menores.
“Y el tema más preocupante –señala el dueño de uno de estos negocios– es cuando se muera un niño porque esta es una vía rápida. Hay tráileres, camionetas de carga, camiones, cuando se atraviese un niño, ¿tú crees que va a alcanzar a frenar? Nunca”.
Esta situación no solo implica un riesgo para la comunidad educativa en general y para quienes transitan por la zona a las dos de la tarde, sino que además ha pasado a convertirse en un ambiente sumamente hostil y violento: hombres peleando entre sí al ver su salida obstaculizada por otro vehículo; se escuchan insistentes bocinas entonando groserías y, a pesar de la reiterada solicitud de no estacionarse en espacios privados, la mayoría decide desatender estas peticiones y abandonar su vehículo por el tiempo que le sea necesario.
Es así que lo que debería haber representado un alivio para los transeúntes, comerciantes y habitantes de la zona, se ha convertido en un problema, especialmente para la comunidad escolar de los colegios Montreal y Valladolid. Comentarios como “estábamos mejor antes del puente” no se dejan esperar.
Ante estas necesidades que no fueron consideradas de forma previa a la construcción del puente vehicular atirantado, la dirección del Colegio Valladolid envió la semana pasada una carta a la Secretaría de Desarrollo Urbano, Vivienda y Obra Pública (Seduvop) para solicitar la construcción de un puente peatonal. A lo cual se le respondió que ya han iniciado con la toma de medidas topográficas y análisis de suelo para su construcción.
En lo que concierne al Colegio Montreal, los dueños de los negocios aledaños denuncian que la escuela no ha implementado una estrategia segura y efectiva para controlar la entrada y salida de los niños: en el momento en que esto se convirtió en una vía rápida y el colegio no implementa un sistema de vialidad seguro para sus clientes, se convierte en un problema.
Así, la falta de logística y de trabajo coadyuvado entre autoridades municipales, directivos y padres de familia de ambos centros educativos, ha derivado en una situación en la que no solo se han visto desatendidas sus necesidades y de quienes comercian y circulan por las zonas; sino que además ha dado origen a un escenario de peligro diario, en especial para jóvenes estudiantes y sus familiares.