Geodésica

Frater Ignatius

Sabemos que la cúpula geodésica puede elaborarse mediante la triangulación de un sólido platónico u otra figura poliédrica (icosaedro) de tal forma que posea caras planas triangulares y pueda así aproximarse más a una esfera o a una semiesfera. Podemos encontrar varios diseños para este tipo de figuras geométricas. En Youtube se puede constatar la inmensa variedad de cúpulas geodésicas de varios tamaños y materiales variados. Si tomamos un dodecaedro regular con sus doce caras pentagonales y colocamos un punto en medio de cada pentágono, conectándolo con cinco líneas hacia los vértices del mismo pentágono. Se alza el punto hasta que toque una esfera imaginaria  alrededor de la figura. Aparecerá un nuevo poliedro con sesenta caras. Lo anterior es un sencillo ejemplo de una esfera geodésica. Se puede acercar más a una esfera, siguiendo con la división de las caras en más triángulos. Así, las caras triangulares distribuyen la tensión a través de toda la estructura y teóricamente las cúpulas pueden extenderse hasta alcanzar tamaños más grandes debido a su resistencia y rigidez. La primera cúpula geodésica fue concebida y ejecutada por el ingeniero alemán Walther Bauersfeld (1879-1959) para un planetario en la ciudad de Jena (Carl Zeiss) que se exhibió en 1922. No patentó. A finales de los años cuarenta, el arquitecto estadounidense Richard Buckminster Fuller (1895-1983) inventó la cúpula y así se le considera, debido a que él sí la patentó y le dio una dimensión distinta. El ejército de los Estados Unidos estaba fascinado por esa estructura tan simétrica y de enormes facilidades de almacenamiento, a tal grado que le pidieron que supervisara el diseño de cúpulas para su uso con fines militares. 

Además de su increíble resistencia, las cúpulas eran muy atractivas y hermosas a la mirada. También reducían la pérdida del calor y eran muy ahorradoras en lo que se refiere a los materiales utilizados en su construcción. Fuller amaba tanto estas figuras, que vivió parte de su vida en una de ellas. Un día se dio cuenta que la baja resistencia al aire de su invento, le ayudaría a resistir fenómenos naturales tan peligrosos como huracanes o tornados. 

Volviendo a los sueños de este hombre creativo, realizó un proyecto ambicioso: cubrir la ciudad de Nueva York –concretamente Manhattan- con una inmensa cúpula de 3.2 kilómetros de diámetro y 1.6 kilómetros de altura desde el centro. El objetivo consistía en regular distintas condiciones meteorológicas y proteger a los ciudadanos de la nieve, la lluvia, las tormentas. Por desgracias este gigantesco plan no se llevó a cabo, quedando tan solo como una elucubración cuasi fantasiosa de una mente inquieta. 

Skip to content