Arely Torres-Miranda
Las feministas hemos aprendido a nombrar y evidenciar aquellas situaciones que durante mucho tiempo simplemente no se consideraron relevantes o necesarias, le llamamos también “Ginopia” y lo utilizamos para describir a una de las muchas y muy diversas manifestaciones del sexismo que se expresa en la imposibilidad de ver a las mujeres o a lo asociado con lo culturalmente definido como femenino.
No voté por Andrés Manuel López Obrador ni por su proyecto de la 4T, pero he de reconocer que una que otra vez durante su campaña presidencial sentí esperanza en que por fin íbamos a tener un gobierno si bien no feminista, sí con perspectiva de género y compromiso por las mujeres. Obvio mi corazón, utópico como siempre, brincó de emoción con algunos nombramientos de mujeres feministas, fuertes e irreductibles en materia de avances para las mujeres… ¡quién podría adivinar el machista futuro que nos esperaba!
No voy a hacer recuento de todas y cada una de las veces que desde su investidura presidencial, López Obrador ha minusvalorado, menospreciado e invisibilizado la gran problemática de la violencia contra las mujeres que vivimos en México. Ha ido desde de llamarnos “falsas feministas subiéndose a la ola”, hasta anunciar que la venta de los boletos de la rifa del avión presidencial se daría en el marco de la conmemoración del 8 de marzo.
Hace unos días, durante su conferencia del 6 de mayo, como respuesta a una reportera quién abordó el incremento en el número de llamadas relacionadas con la violencia contra las mujeres durante el confinamiento, el presidente respondió que “no se ha advertido dicho incremento en las denuncias” y remató diciendo que “si existe el machismo pero también existe mucha fraternidad familiar” y bueno, pareciera que porque él lo dice, no se cumple el supuesto (señalado por instancias, organizaciones y personas expertas en materia) de que las medidas de confinamiento por la emergencia sanitaria, son un factor en el incremento de la violencia contra mujeres y niñas.
A lo mejor alguien debería hacerle saber al presidente que hace unos días, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública SESNSP liberó el reporte mensual de llamas al 911 relacionadas con la violencia contra las mujeres, éste reporte incluyen 6 categorías, reportando que solamente en Marzo de este año, se recibieron 115,614 llamadas, esto es, en promedio, más de 150 por HORA. Ese mismo informe señala que el número de investigaciones penales abiertas por el delito de violencia familiar en las fiscalías estatales dieron un total de 20,232, esto resulta en un aproximado de 25 carpetas por hora. También de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del SNSP, a partir del confinamiento por COVID-19, en el primer trimestre del año se registraron incrementos en: 960 asesinatos de mujeres, en promedio 10 por día; y no perdamos NUNCA de vista que probablemente se presenten menos denuncias, ya que se ha reportado que, precisamente por la contingencia acentúa las dificultades tanto de traslado, como de atención a las mismas.
También, de acuerdo a datos de la Red Nacional de Alertistas, la pandemia de violencia de género, hasta el 13 de abril, ha cobrado más vidas de mexicanas que el COVID-19: 100 mujeres han muerto por el coronavirus desde que irrumpió en el país el 28 de febrero, mientras que 367 han sido asesinadas en ese lapso, según el reporte diario de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, la fuente más actual de información oficial. Quedarse en casa no siempre implica estar seguras. La Red Nacional de Refugios reporta que a partir de la implementación de la segunda fase, el 23 de marzo, las llamadas de auxilio recibidas crecieron 60% y que sus 69 refugios están entre el 80% y el 110% de su capacidad.
Esta situación de pandemia ha evidenciado aún más la falta de capacidad, recursos o voluntad política (o un conjunto de todos los factores anteriores) en la atención, prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres, por eso ahora más que nunca, se hace impostergable la implementación de medias que acelere y garantice políticas públicas eficientes. Por eso celebro la iniciativa que hace unos días presentó la diputada Wendy Briceño Zuloaga presentó una iniciativa en materia de Centros de Justicia para las Mujeres (CEJUM) ya que de acuerdo a un estudio realizado por Equis Justicia Para las Mujeres, se identificó una falta de homogeneidad de estos Centros en varios sentidos: desde los documentos por medio de los cuales fueron creados, dependencias de adscripción, recursos económicos y humanos hasta las herramientas operativas. El objetivo de esta iniciativa es que la ley prevea de manera clara las obligaciones, atribuciones y características de los CEJUM, de forma tal que su funcionamiento y composición esté homologado en todas las entidades federativas.
Algo que establece esta iniciativa y que sin duda podría marcar una gran diferencia para las mujeres, es proponer que los Centros de Justicia para las Mujeres darían servicio 24 horas todos los días del año, independientemente de que exista o no una denuncia por los hechos de violencia. Por el momento, en San Luis Potosí y con motivo de la contingencia, solamente, como lo anunciaron en sus redes sociales, se brinda atención presencial únicamente en un horario de 8.00 a 15.00 horas y hacen referencia a llamar al 911, lo cual, como hemos constatado en diversas ocasiones, puede resultar imposible comunicarse debido a la saturación de llamadas. Ojalá y pronto se apruebe esta iniciativa que permitirá, brindar una mejor atención para todas.
Dejaré sobre la mesa una pregunta para la siguiente entrega de este espacio: ¿notaron que el presidente llamó “fraternidad” a lo que realmente es ese trabajo no remunerado que realizan mayoritariamente las mujeres? Tenemos aún un largo camino que recorrer estimado lector, estimada lectora. Nos leemos pronto. Por favor, en medida de lo posible, quédese en casa y extreme cuidados e higiene.