Gobernabilidad y Transformación

Octavio César Mendoza

En términos de gobernabilidad, el mejor trabajo es el que no se ve, precisamente porque el gestor intelectual de los mecanismos que operan la paz social hace bien su tarea. Sin un control adecuado de los acontecimientos, sin un conocimiento de los cuerpos sociales y sus liderazgos, sin una visión periférica de un territorio y sus habitantes, surgen las percepciones que crean realidades alternas. Esas percepciones son como llamaradas intempestivas que la voz de la verdad debe apagar, a fin de que no se propaguen y contaminen el entorno  político y económico. Por ello la comunicación eficiente gira en torno a quien advierte las condiciones del clima social, lo cual genera confianza en los individuos. Esa voz debe ser la del secretario general de Gobierno.

Durante tres años de Gobierno de José Ricardo Gallardo Cardona, la enorme cantidad de obras y acciones que han beneficiado a los potosinos se transforman en la narrativa de éxito de la actual administración, la cual combate las posturas erróneas de críticos y opositores, y permea en los diferentes sectores cuyo conjunto otorga una alta aprobación del primero de varios gobiernos impulsados desde las raíces populares del movimiento gallardista. Así, Gobernabilidad y Gobierno van de la mano, ofrecen resultados y mantienen vigentes los postulados ideológicos de una forma de ejercer el poder: trabajar para todos sin excepción ni discriminación, sin clasismo ni racismo.

Transitar un proceso electoral sin violencia, coordinar esfuerzos interinstitucionales, desarticular grupos delincuenciales, evitar la aparición de células de civiles armados llamados autodefensas, sentar a la mesa del diálogo a los dirigentes de las fuerzas políticas, escuchar las voces y demandas de los cuerpos sociales -universidades, sindicatos, iglesias, medios de comunicación, productores, empresarios, feministas, transportistas y un largo etcétera-, mitigar las reacciones sociales derivadas de fenómenos climáticos como la sequía o el desabastecimiento de agua potable, y levantar la voz cuando es necesario, es una tarea que requiere una enorme capacidad de análisis y concentración; es decir: una mente ubicada en el aquí y el ahora.

 Por ello creo que la labor desempeñada por J. Guadalupe Torres Sánchez es digna de ser reconocida por su eficiencia sin estridencia, por su voluntad de ser el apoyo medular del titular del Poder Ejecutivo del Estado, y porque no lo consume la ambición, precisamente, de reconocimiento, al grado de apartar de sus pensamientos la idea de competir por un escaño senatorial u otro puesto de elección popular.

Si algo he aprendido durante este año al servicio del amigo, del intelectual y del jefe, es que esas tres cualidades son las que lo forjaron como ser humano, y las que lo sostienen como servidor público. Sin ellas, no existe lealtad, y vaya que pocos hombres que han ostentado dicho encargo lo han hecho con la suficiente sabiduría como para no volverse locos por el poder.

Sobre el anterior entendido es que coincido con muchos de mis amigos periodistas, intelectuales, estudiosos y analistas de la realidad potosina: el secretario general de Gobierno no sólo debe ser el mayor apoyo legal del gobernador, sino también su principal defensor de acción y de palabra.

En alguna conversación con el propio Guadalupe Torres saltó una frase del Maestro ajedrecista Tartakower: “El jugador táctico sabe qué hacer cuando hay algo qué hacer. El jugador estratégico sabe qué hacer cuando no hay nada qué hacer”. Lupe es estratégico, sin duda.

Pero ingrata es la tarea del intelectual, a veces. Quienes trabajamos con los artefactos de la mente y la imaginación podemos ser blanco del escarnio y vistos como aves de mal agüero por leer señales misteriosas en el agua, que después transformamos en escenarios para tomar medidas y prever o mitigar el impacto de eventos que alteran el orden de las cosas.

Como un buen jugador de ajedrez, el que observa es observado por quienes no están moviendo las piezas, y por ello es juzgado a veces de forma injusta o, como es el caso, con la merecida admiración y respeto que profeso hacia Lupe. Su habilidad estratégica puesta al servicio de “el pollo” es fundamental para avanzar hacia el 2027 en cuya trinchera estará JGTS, como un general que no teme a las balas, que festeja con moderación las victorias y estudia sin apasionamientos las derrotas.

He aquí un agradecimiento hecho a mi modo: utilizando las herramientas de la reflexión y la interpretación analítica de la realidad.

Sí: el ajedrez es el juego donde no se apuesta nada menos valioso que la vida, y por ende sólo lo practican las damas y los caballeros.

Estando unidos “el pollo” y Lupe, en mi bola de papeles —que no de cristal— veo un futuro por el cual viene lo mejor para San Luis Potosí.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es poeta, escritor, comentarista y consultor político. Actualmente ocupa la Dirección General de Estudios Estratégicos y Desarrollo Político de la Secretaría General de Gobierno del Estado. Ha llevado la Dirección de Publicaciones y Literatura de la Secult-SLP en dos ocasiones, y fue asesor de Marcelo de los Santos Fraga de 1999 a 2014, en el Ayuntamiento y Gobierno del Estado de SLP, y en Casa de Moneda de México. Ganador de los Premios Nacional de la Juventud en Artes (1995), Manuel José Othón de Poesía (1998) y 20 de Noviembre de Narrativa (2010). Ha publicado los libros de poesía “Loba para principiantes”, “El oscuro linaje del milagro”, “Áreas de esparcimiento”, “Colibrí reversa”, “Materiales de guerra” y “Tu nombre en la hojarasca”.

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