Abelardo Medellín Pérez
En vísperas de las fechas decembrinas, múltiples y muy lamentables fueron las preguntas de la prensa que buscaba indagar lo que el gobernador potosino Ricardo Gallardo Cardona pidió para navidad; ante los cuestionamientos, el gobernador se limitó con simpatía y cinismo a afirmar que él solo pedía salud para el año venidero, sin embargo, de cara al año nuevo, pareciera que el gobernador podría, no tener deseos navideños, pero sí propósitos para el 2024.
¿Pero cuál? El gobernador pasea, gobierna y deambula con una comodidad que aparenta a una administración sin muchas necesidades; quizá algo de dinero, quizá talentos (vasallos), puede que una mejor capacidad para organizar eventos masivos, sí, quizá le falten algunas cosas al gobierno potosino, pero los propósitos, al ser personales, suelen más aspiracionales, que adquisitivos. Algo muy similar podría vivir actualmente el gobernador.
Entonces, a qué aspira el charro potosino que ocupa palacio. Como buen cacique charro, el gobernador no piensa, seamos francos, en comicios pacíficos, sino en resultados electorales avasallantes, que le otorguen lo que todo líder autoritario busca: un contexto ampliamente controlado, para ser extensamente oprimido sin resistencia.
Los detalles de este control, podrían hacerse a través de especulaciones numéricas y técnicas muy variadas; para ejemplificarlo mejor, basta decir que Gallardo Cardona (por buscar un símil o modelo aspiracional) busca parecerse a Manuel Velasco Coello.
No decimos aquí que el gobernador busque peinarse como priista o casarse con una estrella de televisión (el gobernador preferiría ser estrella él mismo), sino que las condiciones que obtuvo en la elección de 2015 Manuel Velasco para la segunda mitad de su gobierno, parecieran ser las mismas a las que aspira el gobernador potosino hoy en día.
En la elección del 2012 Manuel Velasco, quien contendió por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), llegó al cargo de la gubernatura de Chiapas con 54 ayuntamientos y 13 de las 40 curules del Congreso Estatal, de estos espacios, ganó 9 de las 24 diputaciones por mayoría relativa, es decir, más de la tercera parte.
Para 2015, el gobernador chiapaneco logró afianzar su poder en la entidad al ganar 58 de los 119 ayuntamientos en disputa (58 por ciento de ellos) y quitó al PRI la mayoría en el congreso con 16 de 40 curules (el 40 por ciento de ellas).
El ejemplo de Coello, quien Gallardo reconoce como amigo, demuestra que el Partido Verde puede llegar como neófito al gobierno, pero ser altamente efectivo a la hora de enquistarse y diseminar su poderío como un imperio disemina la paz a punta de guerra; de igual forma, parece ser la guía lógica de los planes electorales que el gobernador tiene para los procesos en puerta.
Es cierto que Coello obtuvo el 48 por ciento de los ayuntamientos en la elección intermedia de su gobierno, cifra que palidece ante el control que ejerce actualmente Gallardo Cardona sobre el 58 por ciento de las alcaldías en San Luis Potosí; sin embargo, la diferencia estriba en que el gobierno potosino se ha encargado de “gallardizar” a alcaldes actuales, pero dichos alcaldes no fueron un triunfo del PVEM en urnas, ergo, no le da legitimidad popular a su proyecto, sino que fue una mera imposición de estandartes partidistas sin fondo ni sentido.
Lo que Gallardo busca, a lo que aspira, es justo eso, que ese margen grande en proporciones, pero mínimo en legitimidad, obtenido en 2021, se solidifique para 2024 y con ello dejar de ser una avanzada personalista y se convierta en la “voluntad del pueblo”.
Claro que el gobernador ocupa ese cargo, porque ganó una contienda electoral, su proyecto se justifica por ello, pero el margen con que ganó esa legitimidad popular ni siquiera pudo separarse del segundo lugar, con una diferencia de a penas 4.77 por ciento. Gallardo dista mucho del 67.14 por ciento de votos que obtuvo en 2012 su amigo Manuel Velasco y por ello requiere una elección intermedia que afiance esa aceptación ciudadana que tanto presume y a penas comprueba.
Pese a lo obvio de este propósito gallardista de año nuevo, lo que en realidad debería preocupar a los ciudadanos no es el sueño totalitario de su gobernador, sino el costo de hacer realidad esas aspiraciones electoreras.
Si continuamos con el ejemplo de Velasco Coello en 2015, las expectativas para San Luis Potosí se vuelven desalentadoras. En aquel año, múltiples actores políticos señalaron que el PVEM en Chiapas había orquestado una “elección de estado” haciendo uso de programas sociales para coaccionar el voto, se identificaron “casillas zapato” (toda la urna tenía votos para el mismo partido), se advirtió un fraude cibernético que utilizó el listado nominal y se detectó que el gobierno pagó a empresas fantasmas vinculadas con prácticas de compra de votos.
Eso fue lo que hizo un gobernador con casi el 70 por ciento de aprobación en su desesperación por el poder, ¿qué no hará entonces nuestro pequeño gobernador (que obtuvo menos del 40 por ciento de los sufragios) para que la franquicia del PVEM se muestre arriba en las preferencias?
El caso del gobernador de Chiapas, deja en claro el camino que seguirá el gobernador Gallardo Cardona con tal de apropiarse de le elección y, ya no hacerla una elección de Estado, sino una elección gallardizada y verde, un congreso aún más inútil, ayuntamientos leales como un buen perro y una votación a favor tan grande que sirva de excusa para cada nueva ocurrencia.
Lo único que hasta ahora no se deja ver en San Luis Potosí y que sí se vio en Chiapas, fue la actitud irregular de consejeros electorales del OPLE; en la entidad del sur, después de la elección se destituyeron desde el INE a siete consejeros electorales locales por conductas irregulares, situación que todavía no advertimos en nuestro estado… pero aún es temprano.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.