Texto por María Ruiz
Fotografías por Desiree Madrid
La Plaza de Armas se llenó de ausencias. Zapatos vacíos, veladoras encendidas y fotografías sostenidas por las manos que perforan la tierra y sostienen el dolor de quienes buscan a sus seres queridos. No era solo un acto simbólico, sino un grito de exigencia, un recordatorio de que la impunidad sigue siendo la norma en San Luis Potosí y en todo el país.
Convocadas por el colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros SLP, madres, hermanas, hijos y amigos se reunieron en el marco del Luto Nacional por las víctimas de los hornos clandestinos descubiertos en Teuchitlán, Jalisco. Lo que ahí se encontró no es un caso aislado. Es parte de una crisis humanitaria que se replica en todo México, con San Luis Potosí como un escenario más de exterminio y desaparición.
“¿Y si fueran los suyos?”.
Entre las imágenes y los nombres, estaban los zapatos de Ricardo Luna Aguilar, desaparecido en San Luis Potosí en 2022, y la fotografía de Abril Alejandra Flores Serroque, quien desapareció en Celaya, en abril de 2021.
Edith Pérez Rodríguez compartió su dolorosa experiencia como madre de Alexis y José Arturo Domínguez Pérez, desaparecidos en 2012. Edith expresó cómo situaciones cotidianas, como encontrar un calcetín similar al que usaban sus hijos, le provocan una profunda tristeza y la constante incertidumbre de no saber si algún día los encontrará.
Narró cómo algunas familias han manifestado su deseo de revisar los objetos en persona que se localizaron en Jalisco, ya que las fotografías no son suficientes. “Es muy similar la ropa que usa la gente, ¿no? (…) “Aquí es tremendo porque imagínate todos esos zapatos que pudieran estar…”.
En el suelo, la imagen de los tenis colocados durante la vigilia evocó una escena dolorosa.
“Las compañeras me preguntaban si llevábamos zapatos (…) Les dije que no, porque es tremendo ver eso. Yo tengo los zapatos de mis hijos en una bolsa, se están echando a perder, y no sé qué hacer con ellos”.
San Luis Potosí, un estado con sus propios hornos y fosas clandestinas
El homenaje no solo fue un acto de solidaridad con las familias de Jalisco. Fue también una advertencia sobre lo que ocurre en San Luis Potosí. Antes de encender las veladoras, Edith Pérez Rodríguez, presidenta de Voz y Dignidad por los Nuestros SLP, habló de la violencia extrema en el estado y de la existencia de, al menos, 25 sitios de exterminio.
“Esto no es solo por Jalisco. Tenemos que concientizar a la ciudadanía de que estamos viviendo un martirio (…) Las familias que buscan a sus desaparecidos se topan con el miedo, con la indiferencia y con la revictimización”.
Sobre sitios de exterminio, Edith Pérez señaló que han sido muy cautelosos al no publicar toda la información y los detalles de sus descubrimientos. Entre ellos, mencionan 35 boxers encontrados en las Pitas, de diferentes tipos y colores, pero especialmente aquellos con imágenes de Bob Esponja y otros personajes, así como prendas que pertenecen a jóvenes, como blusas y brasieres de mujer.
Lo que sugiere que las víctimas probablemente sean adolescentes o personas jóvenes. Por lo que, según el colectivo, esto agrega una capa más de vulnerabilidad a las víctimas, ya que se evidencian como personas especialmente susceptibles a la violencia y explotación.
Por lo que Pérez Rodríguez remarcó la necesidad urgente de proteger a las jóvenes y abordar la violencia que las afecta, específicamente en contextos como el que se menciona.
Asimismo, dijo que se han localizado de manera continua fosas clandestinas, en municipios como Villa de Reyes, donde encontraron varios cuerpos disueltos en ácido. En Agua Dulce, 16 fosas, con cuerpos completos calcinados, tambores con restos humanos aún frescos. En la zona Media, en el Pozo de Pastora, 29 personas cuyos restos aún no han sido analizados. En Laguna del Mante, kilómetro 30, kilómetro 33, en El Naranjo, en municipios de la Huasteca y la zona Altiplano.
“No hay un solo rincón del estado donde no haya desapariciones”. En estos sitios, dijo, los grupos delictivos desaparecen y destruyen los cuerpos de sus víctimas utilizando fuego, ácido y otros métodos brutales.
Uno de los hallazgos más recientes ocurrió en Agua Dulce, Rioverde, donde las buscadoras encontraron cuerpos cocinados en ácido.
“Los cuerpos estaban desmembrados y distribuidos en diferentes lugares. En una fosa, los restos óseos. En otra, los tambos quemados con la ropa pegada al plástico, todavía con tejido humano fresco adherido. Hubo casos donde los restos biológicos de las personas quedaron como gelatina por los químicos”, relató Pérez Rodríguez.
Pese a estas evidencias, las autoridades de San Luis Potosí han negado la existencia de estos sitios en el estado.
¿Dónde están los 300 desaparecidos de 2024?
Los datos oficiales son fríos, pero la realidad es aún más desgarradora. Según Edith Perez, la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas registró en 2024 un total de mil 300 reportes de desaparición en San Luis Potosí. De ellos, 700 personas fueron localizadas (algunas sin vida), pero 300 siguen sin aparecer.
“¿Dónde están esos 300?”, preguntó Edith Pérez. “En el colectivo tenemos un conteo de entre 400 y 500 personas desaparecidas en todo el estado. La violencia es generalizada y las familias viven atemorizadas”.
Pero el problema no es solo el número de desaparecidos, sino la dificultad para identificarlos.
Uno de los mayores obstáculos para la identificación forense es el costo de los análisis de ADN. Cada reactivo utilizado en el proceso cuesta entre 7 mil y 8 mil pesos, y un solo cuerpo puede requerir hasta 30 reactivos. Para muchas familias, esto significa que nunca podrán recuperar a sus seres queridos.
“Si encontramos un hueso, se analiza con un reactivo. Si no da resultado, se prueba con otro fragmento, tal vez de la rodilla, del cráneo o de los dientes (…) Cada intento cuesta dinero. Si no hay recursos, no hay identificación”, explicó Edith Pérez.
El caso de Emir Yurel Torres, desaparecido en diciembre de 2024, ejemplifica esta brutal realidad. Su cuerpo fue identificado únicamente porque sus brackets permanecieron adheridos a su mandíbula, resistiendo el proceso de destrucción.
“Es doloroso decirlo así, pero la única razón por la que su madre pudo saber que era él fue porque los brackets no se le cayeron”.
A pesar de todo, la violencia sigue normalizándose. En la Plaza de Armas, mientras unas lloraban por sus desaparecidos, otras personas pasaban sin detenerse, como si el dolor ajeno fuera invisible.
“Veo a la gente paseando, tomándose fotos, como si nada pasara (…) Las desapariciones no son hechos aislados, no son solo ‘de la gente que se porta mal’. Cada vez hay más jóvenes desaparecidos, más familias destrozadas, y lo único que hace la sociedad es juzgar”.
La lucha por encontrar a los desaparecidos no es solo responsabilidad del gobierno. Es también una responsabilidad social. Edith consideró que mientras el país sigue sumando nombres a la lista de ausencias, ellas, las buscadoras, seguirán cavando con sus propias manos, resistiendo con memoria y amor.
El evento culminó con la interpretación de Amor Divino de Leo Dan, una canción que para Edith y las decenas de madres buscadoras ha trascendido como un himno de lucha, un eco de esperanza que las sostiene en los momentos más oscuros de su dolorosa travesía. En ese instante, las lágrimas no cesaron. El cantante, visiblemente afectado, compartió su dolor al ver las imágenes que reflejan la desgarradora realidad de México, donde cada vez son más las madres que buscan a sus hijos, perdidos en un país marcado por la violencia y la impunidad. Todos lloraron, no solo por el sufrimiento presente, sino por la dolorosa verdad de que, en México, el dolor colectivo parece no tener fin.