Por Victoriano Martínez
Sin chamarras ni cachuchas rojas, sin desplantes propagandísticos pagados con recursos públicos ni movilización proselitista de personas, cinco estudiantes de preparatoria del Colegio Internacional Terranova realizaron un exitoso proyecto de reforestación para ayudar a regenerar la Sierra de San Miguelito, tras el incendio que sufriera en mayo de 2019, que afectó casi 12 mil hectáreas.
El proyecto “Foresta vivero”, seleccionado de entre 1800 participantes de 80 países como ganador en el concurso “Slingshot challenge – Videos for change” de National Geographic, exhibe un objetivo claro a favor de la Sierra, y un seguimiento puntual de las recomendaciones para tales acciones contempladas en la propuesta de Plan de Manejo para esa Área Natural Protegida.
Cuando el 23 de abril el alcalde Enrique Galindo Ceballos arrancó el programa “Pulmones urbanos: un potosino, un árbol” se advirtió sobre las posibles omisiones de la autoridad sobre las acciones previas para que la reforestación fuera efectiva y, sobre todo, no tuviera efectos contraproducentes.
“Todo fue propaganda y, como tal, una acción que difícilmente se puede considerar como un genuino compromiso con la protección de la Sierra de San Miguelito… a menos que demuestren la forma en que esa acción se alinea con el decreto del 13 de diciembre de 2021 y adopta de manera proactiva las propuestas del Programa de Manejo”, se dijo entonces.
A 20 días de iniciado el proyecto propagandístico del alcalde Enrique Galindo Ceballos “Pulmones urbanos: un potosino, un árbol” no se ha generado más información que lo que por propaganda les es útil.
A 20 días de aquella acción, presuntamente loable, se conoce un proyecto a cargo de cinco estudiantes de preparatoria que pone la muestra de que se pueden realizar trabajos de reforestación que atiendan todos los requerimientos específicos del área a intervenir. Basta con ver el video de un minuto con el que ganaron el concurso de National Geografic.
Un video de un minuto que expone con precisión en qué consiste el proyecto “Foresta Vivero” y además convoca a que ese ejercicio con reconocimiento internacional sea replicado.
“Difundimos información sobre nuestro trabajo para generar conciencia de la importancia del cuidado del ecosistema”, expusieron en el video. “Pensamos que este proyecto es una opción efectiva y fácil de replicar para que los jóvenes del mundo contribuyan a mejorar el planeta”.
Un video de un minuto que contrasta con el ridículo video de una hora con 12 minutos y 37 segundos que transmitió el Ayuntamiento el 23 de abril para anunciar que plantarán 140 mil árboles sin dar ninguna explicación técnica que dé cuenta de la forma en que se cuidó que ese programa de “Pulmones Urbanos” sea verdaderamente efectivo conforme a las áreas que serán intervenidas.
“Yo les quiero agradecer al que con y sin su voluntad vino hoy (risa) porque sólo quiero decirles que sin ustedes esto no sería posible” (minuto 24:55), fue la expresión con la que el alcalde Galindo Ceballos dio cuenta del espontáneo compromiso ecológico de los participantes uniformados con chamarras y cachuchas rojas.
Regina Gutiérrez, Jonathan Alejandro Morales, María Fernanda Rodríguez, Luis Diego Solís y Raquel Andrea Vargas, de entre 16 y 17 años, llevan 10 meses de un trabajo en campo dentro de la Sierra de San Miguelito para lograr las mejores condiciones para una reforestación que logre restaurar con un enfoque de precisión las áreas afectadas por los incendios de 2019 en la Sierra.
El contraste entre la duración y los contenidos de los videos de los estudiantes y del Ayuntamiento muestra con mucha claridad cuando las intenciones ecologistas son genuinas y cuando sólo se buscan efectos propagandísticos, además de dejar claro que para hacer cosas realmente valiosas, antes que recursos se requiere un compromiso real.
Las chamarras y las cachuchas rojas y la propaganda patrocinada con recursos públicos representan un ofensivo derroche que, de aplicarse con el compromiso ecológico mostrado por cinco estudiantes de preparatoria, alcanzarían no sólo para restaurar la Sierra de San Miguelito, sino para que San Luis Potosí fuera una ciudad 100 por ciento ecológica.