Mariana de Pablos
San Luis Potosí, finales del siglo XIX. En la ciudad se respira un aire nuevo. La corriente de modernidad que sopla desde Europa y Estados Unidos ha llegado para instalarse en forma de haciendas, industrias, bancos y comercios. Se imponen grandes edificios como nunca antes vistos, tan altos que casi tocan el cielo, repletos de ventanales cristalinos y con tecnología que parece sacada de un libro de hechicería: elevadores, baños contiguos, luz que viene de atrás de las paredes. La vida está cambiando y lo hace sin pedir permiso.
A San Luis Potosí llegan estas transformaciones a través de hombres que se expresan con una lengua distinta; ataviados en ropajes ajenos y montados sobre una bestia de metal que se desplaza, ruidosa, imponente y peligrosa por todo el país. En ella viaja el futuro en forma de estructuras metálicas, vigas y cantera.
Entre los nuevos protagonistas de nuestra historia, desde las lejanas tierras estadounidenses, viaja Henri E.M. Guindon, arquitecto de reconocida trayectoria en Texas, contratado por la familia potosina Meade Lewis para la edificación de lo nunca antes visto. Es a partir de sus manos y su mente que la ciudad adquiere nuevas formas y colores. Se pinta de modernidad y retrata en su majestuosidad de cantera las nuevas necesidades económicas de una ciudad en ciernes y, por supuesto, los gustos adquiridos de la alta burguesía potosina.
A la creatividad de este maestro de obras podemos reconocerle edificios como las cuatro casas contiguas, propiedad de la señora Manuela Delgado viuda de Manrique; el Palacio Monumental; el Palacio de Cristal; las residencias Meade, ubicadas en la calle de Agustín de Iturbide, números 923, 925 y C; y, por supuesto, el Palacio Mercantil. Construcciones por las que a San Luis Potosí se le llegó a comparar incluso con las grandes ciudades cosmopolitas del mundo como Nueva York, Chicago, París y Londres.
Así es como lenta, pero firmemente, durante el periodo porfirista, la ciudad se transformó. En San Luis Potosí ganó terreno una arquitectura ecléctica, de gustos provenientes de escuelas de bellas artes de Europa, influenciadas principalmente por el romanticismo y el modernismo.
Una ciudad en ciernes
La arquitectura es más que solo crecimiento urbano, carga consigo un sentido de modernización, progreso y desarrollo. Recorrer el Centro Histórico de San Luis Potosí, al poner especial atención en sus construcciones y edificios, es como hacer un mágico viaje en el tiempo en el que confluyen varias historias y épocas.
El desarrollo de San Luis Potosí durante el Porfiriato desembocó en que la burguesía potosina expandiera sus horizontes no sólo hacia la construcción de sus haciendas, sino también en sus industrias y comercios. Los negocios emprendidos durante esta época permitieron a los hombres de poder crear nuevos edificios similares a las ciudades italianas, francesas, norteamericanas, alemanas e inglesas de la época.
Hacia 1887, en San Luis Potosí existía una gran cantidad de extranjeros. Una de las familias más prominentes que llegaron de Irlanda a la ciudad de San Luis Potosí fue la familia Meade. A ella se deben los principales edificios de la ciudad de fines del siglo XIX y principios del XX, construidos por el arquitecto Henri Guindon y el ingeniero Arnold Nillus.
En su tesis de maestría La arquitectura de Henri E. M. Guindon y Arnold Lucien Nillus en San Luis Potosí (1892-1910), el arquitecto Rafael González Alejo cuenta que fueron los hermanos Meade Lewis quienes, al ver el trabajo de Henri en los viajes que realizaban con frecuencia hacia los Estados Unidos, decidieron entablar amistad con el arquitecto de ascendencia francesa y, posteriormente, invitarlo a San Luis Potosí a trabajar para ellos.
Una apuesta por el crecimiento
El desarrollo comercial de la ciudad requirió que se construyeran edificios más funcionales. Los arquitectos e ingenieros realizaron proyectos y construcciones para comercios y en ocasiones lo combinaron con lo habitacional, tal como lo fue la primera obra del arquitecto Guindon en San Luis Potosí: el Palacio Mercantil.
También conocido como el Mercado de los Mascorro o Mercado Antiguo, este centro de abastos, iniciado en 1892, se encontraba en la calle Julián de los Reyes frente al edificio de la Alhóndiga, y ocupa una manzana completa.
Era un mercado –el primero en la ciudad– en el que se vendían frutas, verduras e incluso ollas de barro y jarciería. Se caracterizaba por sus ladrillos rojos con remates de cantera rosa. Se trató de una propuesta nueva en la ciudad, pues fue diseñado para combinar el comercio con la vivienda. Así, en la planta baja se construyeron locales, y en la superior, viviendas.
También con fines comerciales fueron construidos el Edificio Monumental, el Banco de San Luis y el Palacio de Cristal. El primero, ubicado con vista poniente a la calle de Aldama 305, al norte con la calle Francisco I. Madero números 155, 156 y 175, y al sur con la calle de Agustín de Iturbide números 660 y 666; se trata de uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad de San Luis Potosí y la obra más representativa realizada por el arquitecto Guindon en el estado.
Fue erigido entre 1903 y 1909, y todas sus fachadas son de cantera rosa labrada. Se trata de una construcción de cabeza de manzana de dos pisos: en la planta baja se encuentran los locales comerciales con sus respectivos aparadores; y, en la alta, despachos y departamentos habitacionales.
El Banco de San Luis Potosí, por su parte, se encuentra en la calle Álvaro Obregón y se comenzó a construir a partir de 1906. Rafael González señala en su investigación que fueron los hermanos Eduardo y Gerardo Meade quienes propusieron a la Junta Directiva del Banco que el arquitecto Guindon llevara a cabo el proyecto y construcción del edificio, quien, a su vez, invitó a Florentino Rico para que realizara la obra de cantería.
Por otro lado, el Palacio de Cristal es un monumento histórico de estilo ecléctico ubicado en el centro histórico de la ciudad entre las calles Miguel Hidalgo y Álvaro Obregón. El edificio se incorporaba a las construcciones de tipo vertical de principios del siglo XX que se realizaban en la Ciudad de México y otras partes del mundo como Chicago, Nueva York y París. Innovador e imponente como nunca antes visto, el Palacio de Cristal fue el edificio más alto en la ciudad a principios del siglo XX.
En su planta baja albergaba espacios para el comercio; y, en la alta oficinas que, escribe Rafael González, “ofrecieran comodidad, confort y elegancia para poder entablar excelentes relaciones comerciales”. Además, uno de los avances tecnológicos que más impresionó a la ciudadanía fue la incorporación del primer elevador eléctrico que se instaló en el Palacio de Cristal.
Sobre las propiedades habitacionales diseñadas por el arquitecto Guindon vale la pena destacar el chalet para Eduardo Meade Lewis, ubicada en la calle Álvaro Obregón número 520; las residencias Meade, números 923, 925, 933 en la calle de Agustín Iturbide; y las residencias para Manuela Delgado de Manrique, actualmente las 916, 920, 926 y 930, en el Barrio de Tequisquiapan.
Se trató, sin lugar a dudas, de viviendas ostentosas, de clara influencia anglosajona y en las que es posible divisar, aun al día de hoy y a pesar del paso del tiempo, el trabajo impecable de los grandes canteros de la época.
El trabajo de Henri Guindon, en gran parte en colaboración con los hermanos Meade, ha pasado a la historia de San Luis Potosí debido a su importante contribución para la transformación de la fisionomía de la ciudad a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Su trabajo marcó un antes y un después en la vida de los potosinos y potosinas.
Si bien es cierto que es escasa la información que actualmente existe sobre el autor de estas magnificas edificaciones, su obra habla por él, y el legado que ha dejado impreso sobre la piedra y tierras potosinas es, sin lugar a dudas, indeleble.