Por Victoriano Martínez
Adentro, la característica de la despedida fue el intento de autorizarse un jugoso bono antes de dejar el cargo.
Afuera, un segundo funeral festivo… porque al fin se van.
La última sesión del Cabildo que encabezó Ricardo Gallardo Juárez tenía como principal objetivo la declaración de la Plaza de Armas como recinto para la toma de protesta a la nueva administración municipal.
Los principales integrantes del Cabildo tenían como prioridad algo muy diferente: autorizarse un benévolo bono de despedida con cargo al erario de los potosinos. Los recursos públicos no pueden dejar de ser vistos como botín hasta el último día.
En apariencia se rechazaron. En la realidad siempre característicamente oculta de la administración gallardista, hasta regidores de su mismo partido lo pusieron en duda porque se les podría entregar “de otra manera”.
El sello de la administración: acumulación de actos sospechosos que refuerzan la necesidad de una verificación cuidadosa por parte de quienes los sucederán.
La lista es larga y no sólo incluye las irregularidades durante el trienio, sino una colección de las últimas semanas con aprobaciones de fraccionamientos en Cabildo, basificaciones, desmantelamiento de oficinas… y hasta de tortillerías.
Para el equipo de Xavier Nava Palacios lo que encuentren a su llegada bien podría pensarse que no será sorpresivo, y la verdadera sorpresa estará en la variedad de irregularidades que se pueden cometer.
Al parecer para eso no le faltó imaginación a Gallardo Juárez, al grado de hasta convertir los servicios de protección civil en negocio recaudatorio.
Por eso tampoco resultó sorpresivo un funeral festivo como despedida.
El primer funeral se dio el 13 de septiembre, cuando se celebró la muerte de la LXI Legislatura, frente al Congreso del Estado. Por fin terminaba la Legislatura más corrupta de la historia.
Este viernes, el funeral se desarrolló frente al Palacio Municipal.
Fue la forma en que representantes de organizaciones de comerciantes y del Frente Ciudadano Anticorrupción volvieron a conmemorar la partida de lo que también llamaron “la autoridad más corrupta de la historia”.
Un trienio legislativo y municipal que se apunta en la historia con una misma palabra para definirlo: corrupción.
Tres años de corrupción rampante con la gran ausencia de la máxima autoridad en el estado que incumple su protesta de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes.
Tres años de corrupción rampante en los que el gobernador –Juan Manuel Carreras López, para quienes pudieran pensar que no lo hay– tuvo una ausencia cómplice.
Hace dos semanas comenzó el trienio del Legislativo y el próximo lunes comenzará el trienio de las alcaldías.
El segundo trienio de Carreras López.
Su primer trienio ha sido de la corrupción mayor de la historia.
¿Tendrá voluntad para revertir el sello que le ha quedado a la primera mitad de su sexenio?
La historia continúa… ¿y la corrupción?