Octavio César Mendoza
Diógenes pidió a Alejandro Magno que se hiciera a un lado para que no le arrebatara su más preciado bien: la luz de sol. Ozymandias declaró, en el cenit de su esplendor, que ningún hombre sobre la tierra crearía más obra que la suya, y nadie olvidaría su nombre. Sardanápalo, por su parte, ordenó inmolar todo aquello que en vida satisfizo su hedonismo.
Algo mueve las prisas de un gobernante o de un personaje poderoso cuando ve de cerca el estertor de su propio cadáver, y esa premura lo hace entrar en desvaríos y desatinos diversos. Entre los mil pendientes de obras y trabajo que en el pináculo de su gloria proyectó, asoman las sierpes de esa cabeza de medusa que es el poder en su proceso de descomposición.
Debe ser difícil darse cuenta de que se es humano, perecedero, al advertir la gangrena ascendiendo desde los pies. No es posible salir corriendo ni apurar el paso, porque el dolor puede preceder a la caída anticipada, o acelerar el proceso perentorio. El tiempo va marcando su ritmo fúnebre asaz que ineludible, con esa precisión que tiene todo lo fugaz.
Así, lo que alguna vez fue el ascenso de una deidad más al Olimpo, hoy es un sacrificio de un cordero para atenuar las furias de los hades. Todo lo que sube, dice Newton, tiene que bajar. Y bajan los egos desde sus máximas alturas con un terror al vértigo que los hace sujetarse a lo que sea que represente la seguridad de salvaguardar su exangüe ánima.
Y cuando digo lo que sea, es lo que sea; aunque el poderoso crea, en su ocaso, que ha razonado demasiado los pros y los contras de un acto cuya desesperada naturaleza lo llevará, indefectiblemente, a aliarse con Dios o con el Diablo. Y las señales confusas son las que suelen generar mayor caos en el camino hacia la disolución de un Maximato.
Tomemos como ejemplo la salida de Gustavo Díaz Ordaz de la Presidencia Imperial sobre la que el PRI erigía su absolutismo. Él era un gobernante feliz hasta poco antes de la sublevación estudiantil de 1968, y en su desesperación por salir indemne del proceso de defenestración histórica, tomó la decisión de inclinarse por su propio verdugo para ceder el poder.
Más inteligente, Echeverría eligió a un mentecato populista como sucesor quien, a su vez, eligió a otro precario administrador de letrinas públicas que, en su turno en el cadalso, no pudo evitar ceder el poder absoluto a un maquiavélico y perverso caletre que hoy sigue riendo en la oscuridad. Sobre el sucesor de este “villano favorito” no se sabe si lo puso o lo quitó.
Lo mejor que puede hacer un capitán es definir, desde que asume el mando, quién será su brazo derecho. Dejar al garete el propio navío suele generar malestares tales como agruras y mareos, persecuciones dantescas, confección de expedientes secretos X, revanchas morales, desasosiegos místicos y mentadas de madre “ad perpetuam” en el osario político.
Mejor un socio que un sucesor, ¿cierto? Pero cuando se juega con dos manos, cuando se quiere quedar bien con Dios y con el Diablo, más seguro es que la apuesta resulte en el clásico tiro por la culata. El elegido será ingrato, y el despreciado será cruel. Incluso antes de que sobrevenga el proceso electoral por el cual el gobernante en turno pierde toda gracia.
En San Luis Potosí, el casi ex Gobernador Juan Manuel Carreras López no deja claro si está con el Dios que gobernará otros tres años (al menos) o con el Diablo de la oposición tumultuosa de ideologías momentáneamente en tregua. Si para con Octavio tiene guiños desmedidos como meme, para con Mónica tiene desaires peligrosos como de ogro.
La idea empacada en “cajita feliz” de que la sucesión en el poder sería “pan comido” para el Gobernador y su “combo electoral” se volvió un paquete gomoso de diferentes harinas. Ya quedó mal con todos, y ya volvió ingratos a los unos y crueles a los otros. Y vayamos por actos, como ese antiguo chiste de genérico nombre “¿Cómo se llamó la obra?”.
Primer acto: el Gobernador no advierte el evidente conflicto de intereses que prima entre su Secretario de Finanzas, Daniel Pedroza, y el hermano de este, Octavio Pedroza, quien a su vez resulta candidato del PRIAN a la Gubernatura. Luego lanza a su ex Secretario General de Gobierno, Alejandro Leal, a “cuerpear” la campaña del segundo.
Segundo acto: la Secretaría de Hacienda y Crédito Público del Gobierno de MORENA del Presidente Andrés Manuel López Obrador recorta participaciones federales a San Luis Potosí, y hace evidente el incremento de pasivos de la administración del Poder Ejecutivo del Estado, y pone bajo la lupa a ciertos funcionarios del Gobernador.
Tercer acto: el Gobernador no entiende las señales ominosas y lanza a su poderosa maquinaria electoral “prianista” a arropar en grande a Felipe Calderón en su aparición pública en favor de Octavio Pedroza, siendo aquel ex presidente “prianista” el enemigo de paja número uno del multicitado hombre más poderoso de este País.
Cuarto acto: para distraer al respetable público elector y al poderosísimo y bien informado Presidente AMLO, el Gobernador deja correr rumores acerca de que el verdadero enemigo de la 4T en San Luis Potosí es de color verde, e “ignora” que en el árbol del Tribunal Electoral de San Luis Potosí se están moviendo las hojas contra MORENA sin su consentimiento.
Quinto acto: aparece un tráiler cargado de cinco mil despensas en el Boulevard del Río Santiago y una investigación de sesenta millones de pesos que equivalen a unas cien mil despensas, y luego unas declaraciones del (again and again) hombre más poderoso de este País, diciendo que se investigará a los gobernadores que pretendan hacer fraude.
(Entiéndase por “hacer fraude” no sólo a robar una elección, sino también a tratar de verle la cara al Presidente, diciéndose su aliado, pero dando alas a los adversarios de este, o dejando “correr el riesgo” de que un impresentable llegue al poder, para después hacer ver al consabido non plus ultra que le conviene más el combo y no quedar como la hamburguesa.)
Quinto acto: el Tribunal Federal Electoral, en su alejada Sala Monterrey, le da palo a la estrategia de debilitar la ascendente campaña de Mónica Rangel y de MORENA mediante la “brillante idea” de dejar fuera de competencia a Xavier Nava, resultando diez puntos porcentualmente contraproducente dicha “estrategia palaciega”.
La obra, hasta el momento, lleva el tentativo nombre de “¿Cómo cerrarse la puerta con los dedos en la jamba?” y parece ser una representación del “Teatro de lo Absurdo” más que de una razonada y bien analizada estrategia de relevo en el poder. Las evidencias de una simpatía no conveniente de Carreras por Pedroza, lo hace vulnerable hacia los vaivenes futuristas.
Vaivenes que tienen qué ver con el hecho de que para AMLO sí está en marcha la Cuarta Transformación del País, y no es una mera ocurrencia. Ya lo advirtió con el “Movimiento Saldívar”, con la militarización de muchas instituciones civiles, y con la instrucción de no hacer el caldo gordo a los partidos satélites de MORENA que preparan la traición.
Vaivenes que tienen qué ver con que la llave presupuestal se cierre hasta la asfixia para determinados Estados renuentes y sin capacidad de auto gestión económica para resistir un eventual “castigo” por pretender mantener el privilegio de unos a costa de la mayoría; tal como sucede con San Luis Potosí, que sigue siendo uno de los más pobres del País.
Vaivenes como que “lo que no mata, fortalece” y el renacimiento y eventual triunfo de Xavier Nava Palacios en la Capital del Estado, el cual asegura el triunfo de Mónica Rangel en la Gubernatura, por el trabajo de la propia Doctora en la Huasteca y la Zona Media, que avanza hacia la Zona Centro y rematará con el posicionamiento y control del Altiplano.
No me gustaría, pero si estuviera en el lugar decisivo del Ejecutivo del Estado, yo no andaría jugando a quedar “bien” con Dios y mejor con el Diablo. Y a sobra de pollos y falta de gallos, optaría por apoyar a las candidatas y candidatos del partido del Presidente para no meterme en problemas mayores a los que supone un “potosinazo”.
Esos, como quiera, le hacen lo que el viento al Juárez de la Glorieta, y no impiden tomar, tranquilamente, el café por las mañanas.