Octavio César Mendoza
La Cultura representa los cimientos de la Sociedad sobre los cuales la Educación eleva los muros de la Patria. Nada más liberador que la Cultura, y nada más emancipador que la Educación. El proceso de construcción de un espíritu humano se desprende del entramado de los diversos sistemas culturales y educativos, así como de sus derivaciones filosóficas y éticas. Los pueblos que aprecian el altísimo valor conjunto de la Cultura y la Educación son pueblos que se precian de ser trabajadores, honestos, humanos y visionarios.
Dentro del Gobierno local, a pesar de la riqueza tangible e intangible que representa el patrimonio cultural erigido sobre siglos y siglos de actividad humana dentro de las fronteras que definen nuestra territorialidad histórica, la Cultura suele ser vista como una forma de Educación; a veces como ramificación, y a veces como raíz de esta. Dicha confusión ontológica es la que convierte la Cultura en un Folklor burocrático, en un pretexto (más que en un Derecho) y en una carga presupuestal al erario, en el cual siempre cabe otro alfiler.
Un gobernante culto sabe que la Cultura es, en su máxima expresión estética que es el Arte, el pináculo de la grandeza humana. El asombro que produce el encuentro y la comprensión del Arte es muy similar al que ocurre con el descubrimiento de un secreto de la naturaleza y el universo. Los niños que tienen la fortuna de conocer los conceptos de Arte y Cultura, de Biblioteca y Museo, de Contemplación y Asombro, se convertirán en seres humanos sensibles, humanos y capaces de verse a la par de los otros.
En cada proceso de cambio gubernamental en nuestro muy amado estado potosino, la Cultura se convierte en un tema de botín individual o grupal; sin embargo, son los fines de dicho afán los que cambian al paso de las elecciones: de convertir a las Instituciones y Recintos Culturales en trincheras ideológicas, hasta “ocupar los espacios” en función del abuso presupuestal en favor de camarillas de amigos y familiares. Por lo general, los proyectos culturales son lo menos importante a la hora de elegir a quienes ejercen el presupuesto.
Cada vez que un gobernante toma posesión, un individuo con mediana trayectoria artística y cultual “representa” con aires de líder sindicalista a un grupo de “artistas” e “intelectuales” que no han hecho otra cosa que habituarse a las nóminas del aparato burocrático, o de vivir fuera del presupuesto y por ende en el error que desean corregir. Ahí comienza la estira y afloja por ver quién puede más; y quien al final puede más, se queda con todo y reparte entre los suyos. De nuevo: no hay visión, ni proyecto, ni ganas de trabajar por la Cultura.
Desde que se creó el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, luego la Dirección General de Cultura y, al final, la Secretaría de Cultura, San Luis Potosí ha visto desfilar en carrusel a los mismos personajes que, durante poco más de treinta años, se han pertrechado dentro de cada Institución que nace como impulso de la sociedad, de la comunidad artística, o de los planes gubernamentales del primer mandatario, más que de los titulares de cada dependencia que integra el sistema burocrático. Ninguno de estos personajes ha hecho una propuesta.
Parece que, para ser encargado de Cultura en Gobierno del Estado, o en el Ayuntamiento de la capital, lo importante no es saber de Cultura ni interesarse por el Arte, y no tener nada qué ver con los procesos de conformación de la identidad de la sociedad a la que se pertenece. Lo realmente importante es ser parte de un grupo político, familiar de un “todopoderoso” o líder de un clan de bribones. Cuando se analizan las trayectorias personales (aquí sí es más importante la obra que la academia) la medianía es lo que respalda al funcionario en turno.
Hoy que se tiene la oportunidad de cambiar la historia de esa tradicional “quema de judas” que es la elección del titular de cada área gubernamental de la Cultura y sus achichincles, resulta fundamental que se haga desde la óptica de la renovación integral, la limpia de las Instituciones, y el planteamiento de un proyecto serio y viable que incluya a la sociedad, a las comunidades hacedoras de Cultura y Tradición, así como a los propios Artistas e Intelectuales. Finalmente, son estos los representantes de nuestra identidad ante el mundo.
Esta es la respuesta a las muchas invitaciones de compañeras y compañeros Artistas que me han pedido pronunciarme en torno al tema, y proponer la creación de un proyecto cuya naturaleza esencial sea la inclusión: la Secretaría de Cultura de Gobierno del Estado y la Dirección de Cultura del Ayuntamiento de San Luis Potosí necesitan un perfil que haya sido formado en el amor por el Arte en todas sus expresiones, que cuente con visión y con proyecto, y no sólo con simpatías sindicales de los grupos y mafias del poder.
Además, se requieren dos virtudes esenciales: conocer de fondo la problemática del Sector Cultura (ser un estudioso crítico de la misma) y atender los reclamos y demandas de dicho Sector, pero redirigiendo ese potencial creativo por el cauce de la fecundidad social. La sanación del tejido social a través de la Cultura y el Arte, es posible si las autoridades dejan de temer a los Artistas y los dejan crear y los impulsan a formar parte de un gran Plan de Cultura, pues esa energía puede transformar positivamente a la colectividad y al individuo.
En el caso del Ayuntamiento de la capital, cuyas arcas y patrimonio en materia de Cultura es el segundo más importante de la entidad después del que posee el Gobierno del Estado, el perfil necesario es el de alguien que pueda colaborar cercanamente con el propio Secretario de Cultura de San Luis Potosí, que tenga cercanía e identificación intelectual con la Secretaría federal de Cultura, así como con el grupo de intelectuales que forman parte del poderosísimo presidente de México, incluidos legisladores y futuros gobernadores.
No debemos olvidar es que, gracias a la “alianza” que establecieron los Secretarios de Cultura de diversos estados “rebeldes” del país contra la 4T (incluyendo Armando Herrera, de San Luis Potosí), se perdieron tres años de presupuesto para la Cultura y el Arte para nuestro Estado. Tan sólo este mal cálculo político, sumado a los abusos que se cometieron durante tres décadas, demuestra que esa generación fue tan mediocre que se sacaron la lotería gracias a la ignorancia (o la complicidad) de quienes les dieron el poder.
San Luis Potosí cuenta con mucha gente capaz y competente, con ideas frescas y liderazgo, de tal forma que los nuevos gobernantes pueden elegir, entre los muchos buenos, a los mejores de ellos. Nunca es tarde para dejar atrás la visión anacrónica de la Cultura. San Luis Potosí es un Estado cuyos núcleos poblacionales son el reflejo de una riqueza histórica que debe ser explotada por ellos mismos, y no por la rueda de buitres que danza sobre Palacio de Gobierno y los Ayuntamientos en cada reinicio del ciclo administrativo.
He ahí la propuesta de un servidor, compañeras y compañeros Artistas de San Luis Potosí. Esperemos que sea la misma idea que tengan el gobernador electo, Ricardo Gallardo Cardona, el presidente municipal electo de San Luis Potosí, Enrique Galindo Ceballos, y los 57 presidentes municipales electos del estado. Y que entre todos, se logre crear una gran alianza por la Cultura y el Arte, por la Identidad y la Grandeza. Para eso se requiere visión, liderazgo, pasión y compromiso.
PD: También se requiere un equipo de primer nivel, y ese equipo está dentro del mismo Sector Cultura. No lo duden.