Historias Paralelas: Leer entre líneas

Octavio César Mendoza

Debemos a grandes lectores de grandes autores la celebración del 23 de abril como Día Mundial del Libro y el Derecho de Autor. En 1989, la UNESCO formalizó tal fecha en la cual concurren varios elementos casuales, más que casuísticos: Shakespeare y Garcilaso de la Vega murieron ese día, y Cervantes fue sepultado ese día, aunque murió el 22 de abril. Los tres en 1616 (tercia de ases y par de pares, diría mi padre). Nabokov nació horas antes de que fuera un 23 de abril, y Worsworth falleció un 23 de abril. “Abril es el mes más cruel” –cito a T. S. Eliot, a modo de colofón de este primer párrafo, en esta otra Tierra Baldía del altiplano mexicano donde apenas ha llovido y huele a promesa mojada.

Autodidacta como otro hombre que antes de escribir una línea tuvo la fortuna de saber que su destino sería literario (paráfrasis borgiana que a su vez tomó de otro autor), mi Alma Mater fue una biblioteca. La de mis padres, grandes lectores de Historia Universal y conocimientos científicos; la de la Alameda Central de San Luis Potosí en mi adolescencia (Unamuno y Montesquieu fueron mis mentores); y la que fui adquiriendo al paso del tiempo, gracias a mi gusto personal pero también a la influencia de personajes como Joaquín Antonio Peñalosa, Félix Dauajare, José Donoso, José Emilio Pacheco o David Ojeda.

Al igual que unos cuantos cuentan billetes, yo cuento cuentos y leo poemas. Y así como otros más releen antiguas cartas de amor o coleccionan recortes periodísticos, en mi caso miles de libros pasaron por mis afortunadas manos. Los libros, de hecho, fueron mis amigos imaginarios. Por ello el saber que un libro es herramienta, instrumento, arma, escudo, medio de transporte, caja de Pandora y de fósforos, salto cuántico en el tiempo, prolongación del espíritu, método de comprensión del universo, espejo misterioso, Arca de la Alianza, Casa de Oro y Torre de Marfil, es una verdad incuestionable.

En San Luis Potosí hay sequía de libros, mas no de lectores, porque los libros no son accesibles o son de mala calidad en cuanto a contenido; incluso hablando de algunas ediciones de lujo material. El Derecho a la Cultura debe hacer que el libro de calidad llegue a las manos del lector de forma gratuita, o muy económica. El negocio de venta de los libros, tan legítimo como cualquier otro que se precie de serlo, ha elevado muchísimo los costos al público de estos artefactos de creación. La competencia entre editoriales privadas parece ser no sólo de la cuestionable calidad de sus productos, sino también de sus precios.

Ante ello, y para dotar de libros de calidad a los 58 municipios del Estado, la Secretaría de Cultura está articulando esfuerzos interinstitucionales inéditos para alcanzar un objetivo propio de la forma de pensar, ser y actuar en grande del Gobernador Ricardo Gallardo Cardona: donar 50 mil libros a las bibliotecas y centros escolares con mayor grado de marginación en el Estado. Esta será la donación interinstitucional más grande de la historia de San Luis Potosí, pues la anterior (en 2019) no superó los 32 mil volúmenes. La intención es elevar a dos la cantidad de libros leídos por habitante en este primer año de gestión.

A partir de ahí, y con otras tantas estrategias de fomento a la lectura, se alcanzará el promedio nacional de lectura de 3.5 libros per cápita; el cual se rebasará al final de esta Administración. Omito nombres aunque ellos saben de quiénes hablo: La Secretaría de Cultura de Gobierno del Estado; la Secretaría de Educación Pública; el Sistema Estatal de Educación Regular; el Colegio de San Luis; la Universidad Autónoma de San Luis Potosí; el Archivo Histórico del Estado, y los Ayuntamientos de San Luis Potosí y Soledad de Graciano Sánchez. Todos tienen la misma lectura, y otros tantos la comprenden entre líneas.

Se trata de seguir integrando las políticas públicas de forma interinstitucional, para que alcancen su máximo impacto favorable en la sociedad. Hacer a un lado la politiquería, el afán de venganza, el quítate que ahí te voy, para dar paso a una integración de personas al frente de instituciones en lugar de instituciones enfrentadas por las personas que las dirigen. Eso, y la afortunada coincidencia de que todos los involucrados en este gran primer paso somos lectores apasionados, es lo que hace posible lograr algo grande, grande, grande. Así se sigue la línea 24/7 donde todo el que lo ocupe tiene remo.

Por cierto: el apreciable lector puede canjear la lectura de este artículo por un libro sorpresa, acudiendo a la Casa del Poeta Ramón López Velarde ubicada en Vallejo número 300, esquina con Rayón, en la capital sanmiguelitense de San Luis Potosí. Promoción válida en esta Semana del Libro y el Derecho de Autor. También son gratis los conciertos de la Feria Nacional de la Enchilada, los de la Sinfónica del Estado, los eventos que se han anunciado para la Feria Nacional Potosina, y prácticamente la totalidad de las acciones de Gobierno en Materia de Cultura, sea de alto nivel artístico o de corte popular.

Falta, insisto, la gratuidad universal de los Museos para los oriundos y habitantes del estado.

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