Historias Paralelas: Liderar a la gente

Octavio César Mendoza

A poco más de un año de haber alcanzado la gubernatura de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Cardona le ha arrebatado sus banderas a una oposición que no ha sabido construir un liderazgo sólido, y que no ve por dónde recuperar sus modos de ejercer el poder público. Reducida a la crítica menor, su papel actual es meramente testimonial. Al propio desgaste de sus figuras, se suma la carencia de un elemento esencial de todo aparato de lucha por el poder: la fuerza intelectual. El discurso de sus “cuadros” es lo más lejano que puede haber de lo que siente la gente, a la que sólo le interesa que la ayuden. Y eso es lo que Gallardo entendió muy bien y está haciendo mejor.

Con esto, “El pollo” está logrando uniformar la opinión pública en el sentido de que es un gobernador que sí ayuda, que sí protege, que sí escucha, que sí trabaja, que sí tiene vocación de servicio. Cada día la oposición pierde votos por las acciones que emprende el mandatario potosino, y que generan las odiosas comparaciones entre distintos personajes que han asumido el poder ejecutivo del Estado.

En un año, la gente se ha olvidado de los doce años previos, no siente nostalgia ni asomo de admiración hacia Carreras o Toranzo. Y digo la gente porque es la que mejor percibe la realidad, la que se acerca (ahora sí) a pedir la ayuda que le fue negada o mendigada. Es innegable que a la oposición le falta lo que a Gallardo y su equipo de trabajo le sobra: inteligencia.

Es cierto que pocos intelectuales o académicos desean sumarse a las filas de los partidos políticos, y menos de los que dejaron de lado al sector pensante, pero vaya que le hace falta más creatividad a la oposición potosina, así como a la nacional. El caparazón de egoísmo que la cubre la va haciendo cada vez más lenta en su andar. A ese paso, muchos de los militantes del PAN o del PRI se van a seguir sumando al Partido Verde o a Morena, ante la inminencia del control total del gallardismo de las estructuras sociales populares.

Es por ello que al gobernador le sigue motivando liderar a la gente, porque se ha colocado como un espejo de sus emociones, y la gente ve a un joven entusiasta que trabaja con dedicación y humildad, y hace a un lado la política tradicional. Esto le augura una larga carrera política que hasta hoy le ha dado a la oposición un ejemplo de como trabajar, pero sin tener acceso a las herramientas del poder.

Durante décadas vimos un Parque Tangamanga para “los ricos” y otro para “los pobres”, por ejemplo, y hace unos días vemos que eso ya no es así. La política que rompe estructuras elitistas es la que más beneficia a la gente, y de ello se deriva la simpatía popular.

Como en toda ruptura, hay que reinventarse; pero para ello se requiere inteligencia. La oposición no ha dejado de respirar por la herida, ni ha comprendido que la bandera del cambio no se puede enarbolar si no se la entrega, precisamente, a la gente. De avanzar al mismo ritmo la política social de Gallardo y de mantener firme el mensaje de que este es el Gobierno de la Nueva Era, pronto la bandera de la indignación ante la pobreza y la bandera del olvido al que ha sido condenados los más vulnerables, dejará de ser creíble en ellos.

La forma de ejercer el poder, ayudando, no va a cambiar en muchos años, hasta que se consolide un Estado justo y equitativo, un Estado donde las oportunidades lleguen a todos, y donde el clasismo el elitismo se reduzca a esos ámbitos conservadores que hoy siguen dando espacio a los que quieren todo para sí, y poco o nada para los demás.

A lo anterior, se suma la apertura del Gobierno a la propuesta social. Ricardo Gallardo responde a las propuestas de la sociedad hasta en sus redes sociales, le da espacio a la voz de todos los que le dirigen la palabra, le permite proponer cómo llevar a cabo las políticas públicas.

Ejemplo de ello es el Festival de Xantolo, el cual se abre a las propuestas de la gente, con lo cual se honra a nuestros pueblos indígenas. Ellos son los principales hacedores de este evento, pues participarán en diversos conversatorios, han asesorado a la Secretaría de Cultura en cuanto a lo que desean compartir, a sus saberes y sus tradiciones. Ellos ya no son los espectadores, la escenografía, sino que humana y justamente son los actores a quienes habremos de escuchar y atender desde nuestra muy necesaria humildad.

Claro, también participarán intelectuales, académicos, artistas, promotores culturales; pero lo importante es entender que un foto académico está compuesto por el público especializado, y que un altar tradicional, o un altar contemporáneo, es también una forma de compartir y mezclar saberes, experiencias y conocimientos.

Lo cito a modo de ejemplo de cómo Ricardo Gallardo Cardona ha sabido escuchar a la gente que hoy habla desde su muy digna posición de prioridad social.

Imaginemos, entonces, que la siguiente generación de potosinos no acepte menos de lo que ha comenzado a recibir, y que es lo que la tiene contenta y la mantiene atenta a su nuevo líder.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no representan la postura de Astrolabio.

Nació en San Luis Potosí en 1974. Actualmente es director de Publicaciones y Literatura de la Secretaría de Cultura, y también dirige la Casa del Poeta Ramón López Velarde y la Editorial Ponciano Arriaga. Ganó el Premio Nacional de la Juventud en Artes en 1995 y el Premio 20 de Noviembre en 1998 y 2010. Ha publicado siete libros de poesía y uno de cuento. Fundador de las revistas Caja Curva y CECA, también colaboró en Día Siete, Tierra Adentro, entre otras. Asesor de Marcelo de los Santos Fraga de 1999 a 2014, siendo él presidente municipal, gobernador y director de Casa de Moneda de México.

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