Octavio César Mendoza
La primera herramienta cognitiva con la que nacemos es la imaginación, la cual se activa después de completar el ciclo de aprendizaje básico de los sentidos y se desarrolla conforme desarrollamos sus herramientas asociadas: el lenguaje, la capacidad de nombrar las cosas, las emociones y el asombro.
Por ello, para nadie es ajeno que la educación, la cultura, el deporte, la experimentación científica y la filosofía deban ser los pilares de la construcción de un ser humano sano que crezca para sí mismo y ayude a crecer a los demás.
A mi modo de ver y entender, ese “constructo” del individuo pasa por tres etapas: la educación basada en principios éticos y valores universales, cuya aula es el hogar; la instrucción de técnicas de aprendizaje y modelos de comportamiento, que se da del nivel preescolar hasta el nivel previo a la última etapa: la formación profesional y su consecuente definición de propósito vital.
Educación, instrucción y formación, para que el potencial imaginativo del individuo alcance un nivel de excelencia, el cual se vea materializado en la obra maestra literaria o de arte, en el descubrimiento científico o avance tecnológico innovador, en el comportamiento adecuado y la práctica de hábitos saludables, y hasta en la formación útil de familias, empresas, asociaciones, etcétera.
“Mente sana en cuerpo sano”, cierto. Y entre más sano sea aquello que acercamos a los niños y los jóvenes, más sana se vuelve la sociedad. No hace falta hacer la guerra contra el mal si antes no hacemos las paces con una sociedad que ha sido contaminada por la idealización de actitudes y conductas negativas. Lo que se necesita es renovarse o morir.
Claro que esto resulta complejo cuando nos ha costado tanto construir una zona de confort en la cual nos sentimos relativamente seguros; pero la única forma de construir civilizaciones es el avance, el cambio, la transformación. Y para ello se requiere imaginación, plan y acción.
En política, la mejor manera de renovarse o morir (es decir, de mantener vigencia en el ejercicio del poder) es sumando las inteligencia del político y el intelectual, siempre y cuando se compartan de fondo las búsquedas aunque no se coincida en las ideas -incluso esto último es mejor, pues el debate es la fuente del conocimiento.
Unir esas fuerzas es incrementar el potencial imaginativo y por ende creativo del aparato social. Sembrar árboles es mejor que cortarlos, así como hacer libros con ellos es mejor que hacer barricas de licor. El enfoque es lo que cambia.
De todo aquello que vamos construyendo a lo largo de la vida nos habremos de desprender algún día, excepto aquello que es lo mejor, aquello que nos ayuda a crecer, aquello que nos permite ayudar a crecer a los demás.
Se dice y bien, que para ayudar a los demás primero hay que ayudarse a sí mismo; y paradójicamente, para ayudarse a sí mismo, hay que ayudar a los demás.
La primer herramienta cognitiva con la que contamos, esa imaginación que nos lleva al descubrimiento y al asombro, es una herramienta que debemos proteger toda la vida. Por eso, renuévate o muérete. Y si te mueres, renace en una mejor persona, en un mejor profesional, en un mejor gobernante, en una mejor artista, en un mejor ser humano. Sin miedo al éxito, como dicen los chavos.
Claro: la violencia es el primer signo de la resistencia al cambio, y su origen es el temor al fracaso. De eso se aprovechan quienes conocen las vulnerabilidades humanas tanto individuales como colectivas; pero un estado conformado por políticos sabios, intelectuales creativos y trabajadores dispuestos a cambiar los mecanismos de acción, es un estado que puede vencer a cualquier enemigo.
¿Utopía? No: Voluntad. De eso depende todo cambio, transformación y renovación. ¡Imagínate!
Nació en San Luis Potosí en 1974. Actualmente es director de Publicaciones y Literatura de la Secretaría de Cultura, y también dirige la Casa del Poeta Ramón López Velarde y la Editorial Ponciano Arriaga. Ganó el Premio Nacional de la Juventud en Artes en 1995 y el Premio 20 de Noviembre en 1998 y 2010. Ha publicado siete libros de poesía y uno de cuento. Fundador de las revistas Caja Curva y CECA, también colaboró en Día Siete, Tierra Adentro, entre otras. Asesor de Marcelo de los Santos Fraga de 1999 a 2014, siendo él presidente municipal, gobernador y director de Casa de Moneda de México.