Historias paralelas: Sin miedo al olvido

Octavio César Mendoza

Primera parte

En la soledad del hombre que tanto se ha preciado de ser honesto, decente y moralmente superior a cualquiera, Octavio Pedroza Gaitán mira esfumarse sus sueños de grandeza, y se muestra temeroso ante el embate final de la “Gallardía”, a la cual ha escatimado el triunfo.

Pedroza sabe que ese enemigo al que él y sus aliados consideraban menor, se ha vuelto gigante y los ha empequeñecido; pero no sólo eso: Octavio Pedroza teme al olvido.

Tanto así que, en un alarde de “superioridad moral”, el candidato del PRIAN a la Gubernatura de San Luis Potosí publicó un gomoso libelo cuyas referencias históricas no están basadas en la lectura del “Anábasis” de Jenofonte, sino en la visión hollywoodesca del “Paso de las Termópilas” llamada “300”.

El peor candidato que pudo elegir el PAN es, además de un mal lector, un mal perdedor incapaz de reconocer su derrota.

En la “Batalla de Cunaxa” ocurrida 401 años antes de Cristo, diez mil guerreros griegos, en su mayoría mercenarios, batieron a un ejército persa tres veces mayor ochenta años después de los sucesos del “Paso de las Termópilas”, que cita el agraviado ex candidato del PRIAN.

Esto significa que la historia no se puede reducir a un solo evento si se trata de comparaciones. Después de Jerjes y Leónidas, hay mucho qué contar.

Por eso es importante realizar un recuento de las razones por las cuales el candidato de la coalición “Sí por San Luis” logró la tan ansiada derrota; razones que, enfrentadas ante el espejo de las mismas por las cuales Ricardo Gallardo Cardona obtuvo el esforzado triunfo, nos permitirían elaborar un manual de campaña electoral, tanto para ganarlas como para perderlas.

Espero no herir susceptibilidades ni afectar la corrección política.

La baja rentabilidad electoral de Pedroza Gaitán está fundada en un factor de personalidad: su escasa conexión emocional y de empatía con el pueblo, la cual surge de su propia idea de “ser especial”.

Durante su poco entusiasta participación por la Gubernatura, los propios panistas acuñaron una frase demoledora: “Octavio Pedroza apesta a Alejandro Zapata”, en referencia a la acelerada pérdida de simpatías de ambos personajes cuando hacen campaña.

El primer y último error del PAN y de Octavio Pedroza fue su irresponsable soberbia. Habiéndose repartido las posiciones del Gobierno del Estado sin siquiera haber iniciado el proceso electoral, las luchas de poder internas, y el escasísimo talento de su equipo para hacer campaña, lo estancaron en un margen del treinta por ciento de intención del voto.

La burbuja del candidato evitaba, con fiereza, que este recibiera más apoyo. El desdén era su sello.

Como si fuera una estrategia para garantizar la derrota, los panistas dinamitaron el capital político de Xavier Nava Palacios al quitarle toda posibilidad de contender por la Gubernatura (primero) y por reelección de la presidencia municipal de la Capital potosina (después) bajo las siglas del PAN.

No pasó por la mente obnubilada de los “estrategas” azules que, más allá de quedar en tercer lugar, Xavier Nava le quitaría cincuenta mil votos fundamentales al PAN.

A pesar de que muchos panistas auguraban su derrota, gracias al trabajo planificado y eficiente que realizó Enrique Galindo Ceballos para obtener el triunfo por la Alcaldía de San Luis Potosí, así como a la capacidad que tuvo para negociar la paz con el candidato del Partido Verde, la suma de esfuerzos y voluntades lo llevó a su destino por el ejercicio de su inteligencia, y no precisamente por la participación del PAN.

Durante la elección de candidatos y candidatas a las alcaldías y diputaciones por el PAN, la dirigencia estatal de este partido se dio a la tarea de sabotear a todos los mejores que podían tener.

He ahí el resultado de un Ciudad Valles donde arrasó el Partido Verde. O del resultado en Aquismón, donde ganó el Partido Redes Sociales Progresistas. A lo largo y ancho del Estado, la tarea del PAN, al parecer, era mostrar su soberbia. Soberbia por todos lados.

Esa soberbia neuroquímicamente incapacitante, llevó a la facción panista “tradicional y decente” a ningunear a Sonia Mendoza, quien habiendo sido candidata a la Gubernatura hace seis años, inercialmente arrancó decenas de miles de votos del PAN para llevarlos hacia el molino del PVEM y su candidato, el ya famosísimo “Pollo Gallardo” del cual ella hablaba con entusiasmo en comunidades, pueblos, municipios y ciudades de todo el Estado.

La suma de Sonia Mendoza a la campaña del Partido Verde, así como de un equipo de operadores que la siguió desde el 2015 hasta la fecha, debió encender los focos rojos de quien pensaba que iba “a la segura” sin advertir que el daño que infringió el propio Octavio Pedroza en el 2015 a la candidata del PAN a la Gubernatura, sería el mismo que esta le ocasionaría por la negación del capital político de la matehualense. Pagó con karma la traición.

A pocos días de la elección, los “operadores” de Pedroza buscaron que Juan Manuel Carreras López “bajara” de la contienda a la Doctora Mónica Rangel, en un acto desesperado por revertir los efectos nocivos de la soberbia panista. La Doctora, que llegó a estar en segundo lugar en las preferencias electorales, se reunió con el presidente López Obrador y el candidato Ricardo Gallardo Cardona en la Huasteca, con números en mano. 

Llovieron ofertas condescendientes de los frustrados “operadores” de Pedroza en las milpas electorales de los demás candidatos.

Con excepción de Marvely Costanzo, candidata de Movimiento Ciudadano, todos estaban alineados con Ricardo Gallardo Cardona, y no había oferta que pudiera convencer a ninguno de ellos de apiadarse del representante de la “decencia” que hoy, olvidado de la misma, no sabe reconocer su derrota.

Así, Ricardo Gallardo Cardona se fue rodeando de aliados que Octavio Pedroza Gaitán convertía, previamente, en enemigos, ya fuera por las amenazas, el desdén, la soberbia, o la fe en el PMP.

No hubo desperdicio en la estrategia de Gallardo y su equipo que, a la fecha, sigue sumando apoyos. Sin embargo, la historia de la construcción de la ruta crítica del “Pollo” al poder tiene, como toda historia, su propia narrativa épica.

Veamos.

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