Por: Diana López.
¿Cuántas historias puede haber perdidas en las personas que decidieron terminar con su vida o que murieron en razones inexplicables?
La siguiente historia ocurrió en París, a finales de la década de 1880; caso curioso de una joven cuya muerte inspiró a crear un modelo de ayuda en primeros auxilios y que recibió dos títulos dignos de revisar:
Las aguas del Río Sena transportaban el cuerpo sin vida de una joven una tarde de 1880. No tenía más de 17 años, pero su identidad nunca fue descubierta. No presentaba signos de violencia. Se determinó que murió ahogada y que se trataba de un suicidio. Pero la joven presentaba una característica única: una bonita sonrisa enmarcaba su rostro pálido y sin vida.
El patólogo de la morgue quedó impresionado con la belleza de la joven y en particular con este aspecto que sin duda, la diferenciaba de muchos muertos que había visto hasta ese momento; así que se dio a la tarea de moldear una máscara mortuoria de su rostro, y la mostró al mundo, dando una inusual fama a la desconocida muchacha.
Desde entonces la llamaron L’Inconnue de la Seine (La desconocida del Sena). Su misteriosa historia y singular belleza, la convirtieron en inspiración de muchas obras literarias. La máscara hecha por el patólogo se siguió replicando cientos de veces, convirtiéndose en un accesorio popular y bastante extraño en las casas de diferentes artistas (de casi siempre un gusto extravagante).
Su sonrisa era comparada con la de la Mona Lisa y su extraña expresión de felicidad no dejaba más que intrigas sobre su forma de vida y muerte. El mundo contaba a bajas voces el mito de la muerte de la joven durante las primeras décadas del siglo XX. No era nada trascendente, pero tampoco algo que no despertara interés; sin embargo, mucho tiempo después, la desconocida del Sena obtendría un segundo título que la hizo estar en boca de todos… literalmente.
Seguramente conoces, has visto o practicado el método de respiración boca a boca. Bueno, este método tal y como se conoce hoy en día, era desarrollado en la década de los 50 por el médico austriaco Peter Safar, quien era un gran admirador de la historia y el enigma de la Desconocida del Sena.
Cuando llegó la hora de crear los maniquíes que serían usados para enseñar y difundir esta técnica, el médico tuvo la idea de usar el rostro de la hermosa joven, ya que decía que “era motivador desear salvarla de ser ahogada”; también, de cierta manera, rendía un tributo a la joven, prolongando mucho tiempo más su leyenda. Finalmente, el maniquí recibió el nombre de Resusci Anne.
Se reprodujo posteriormente cientos de veces para realizar las capacitaciones sobre este novedoso método de reanimación, por lo que eventualmente la que era llamada La desconocida del Sena, fue renombrada como La mujer más besada de la historia.
Por supuesto, nadie rechazó este insólito título, otorgado a una mujer desconocida, hermosa y llena de misterio.
Jules Supervielle, Albert Camus y Maurice Blanchot forman parte de la larga lista de escritores, artistas y hasta fotógrafos que hablaron de esta mujer. Su identidad fue recreada cientos de veces, en historias surrealistas, en poemas, cuentos de hadas y ninfas y hasta en novelas trágicas.
Sin duda es una de las muertes que más duda ha llegado a generar; su extraño deceso parece ser reclamado en las historias generadas a su alrededor…
“Es una joven con los ojos cerrados, animada por una sonrisa tan relajada y tranquila, que se podría pensar que se ahogó en un momento de extrema felicidad”.
-Maurice Blanchot, escritor francés.
De esta manera, la leyenda reclama salvar a la muchacha de las aguas de la muerte.