Abelardo Medellín Pérez
La congruencia en los gobiernos, siempre es promovida como una responsabilidad a cumplir, que, no en pocas ocasiones, termina por desquiciar el quehacer de la función pública.
Cuando se piensa en congruencia muchas veces se hace referencia a una acción que se corresponde con el “deber ser” o el “deber hacer”, pero esta alta aspiración exige sistemas y modos perfectos, cosas que no siempre son posibles en la administración de un Estado.
Cuando un funcionario público es obligado a seguir esta recta aspiración, se le conmina a que sus acciones y dichos, sigan la línea de un guion sin lugar para el error, en un contexto de instituciones, personas, grupos, tiempos y recursos que erran.
Un buen ejemplo de este dilema y contradicción, se puede apreciar en las formas que tiene el gobierno del estado para procesar la pérdida de elementos dentro del gabinete.
La semana pasada, el gobernador anunció con premura no desprovista de insatisfacción, que la secretaria de Turismo Estatal, Aurora Mancilla, dejaría el cargo y sería sustituida por el ex candidato a la gubernatura, Juan Carlos Machinena Morales.
El anuncio en su momento, parecía más una bienvenida a Machinena que una despedida de Mancilla. Sin embargo, cuando el gobernador fue cuestionado sobre las razones por las que se retiraba a la secretaria, éste dijo que se debía a que el gabinete necesitaba más profesionalismo y Mancilla, en este orden de ideas, pues no lo tenía.
Adicionalmente, el gobernador apuntó a que la salida de Mancilla se debía, por otro lado, a una decisión amparada en los resultados del Semáforo Estatal de Rendimiento Gubernamental, es decir, que el desempeño de la Sectur en este método (nada metódico) de calificación ha sido bajo y por tanto se optó por retirarla del cargo.
No podemos saber cuál fue la plática privada cuando se decidió despedir a Mancilla, lo obvio, es que ninguna de las razones que ha hecho públicas el gobernador fue la que se tocó en la salida de la secretaria.
Si el problema era su juventud, su falta de profesionalismo y que necesitaba ser instruida para el cargo, ¿por qué la pusieron en el cargo?, ¿no pudieron llamar al arquitecto Machinena desde un inicio si es que son tan conscientes de su capacidad?, ¿un ejercicio de gobierno admite la prueba y error en un área tan valiosa como la del turismo?
Luego tenemos la excusa de la evaluación. Según el gobernador, los resultados de la Sectur en este semáforo bastaron para considerar retirar a la secretaria, ¿en serio?
Desde que inició el ejercicio del semáforo, la Sectur ha obtenido tres indicadores verdes (rendimiento alto) de cinco que se han publicado. Además, en todos los indicadores que se han calificado numéricamente, la secretaría ha obtenido resultados por encima del 8, lo cual le ha dado un promedio (los últimos cuatro meses) de 8.4 de calificación, lo que es a penas 0.1 puntos menor al promedio total de rendimiento que obtuvieron las dependencias.
Si el tema era la evaluación (si lo fuera en realidad), da para suponer que el gobernador entonces también busca reemplazo para Leticia Vargas Tinajero, titular de la Secretaría de Desarrollo Urbano Vivienda y Obras Públicas, cuyo promedio total es de 7.6. Ya no se diga el necesario sustituto de Emmanuel Ramos, de la Secretaría de Ecología y Gestión Ambiental, cuyo promedio es de 7.
Entonces queda claro que las razones que se han aludido en este caso, chocan de frente con la congruencia que se le pide al gobierno; lo preocupante, además, es si este será un caso aislado, o si estas excusas serán el protocolo oficial para cuando se retira (o retiran) un integrante del gabinete.
Y no es culpa del gobierno (no totalmente). Seguramente la salida de Mancilla pudo responder a algún problema o diferencia con el ejecutivo, pudo aludirse a temas personales vergonzosos o a alguna típica grilla que ya no le permitía seguir en el cargo. Seguro la razón real de su salida, es más interesante que la “falta de profesionalismo”, pero justo por esa condición, sería más escandalosa o menos congruente con un gobierno profesional. El problema quizá no era que Mancilla no estuviera preparada, sino que el gobierno no está listo para gestionar una salida tan repentina.
El gobierno, es obligado a ceñirse a la congruencia y seriedad de su encargo, pero cuando un engrane no sigue el compás perfecto que marcan las leyes, exigencias ciudadanas, expectativas políticas o el resto de los entes públicos, el gobierno no tiene otra opción más que encubrir su actuar e inventar una historia que empate con razones válidas.
Lo anterior no quiere decir que los políticos son víctimas inocentes de sus circunstancias, obligados a mentir, presionados a elaborar una falsa realidad, no. Lo aquí explicado, es solo una de las múltiples razones por las cuales a veces parece que los servidores públicos engañan patológicamente, el resto de esas razones tienen que ver más con el dolo.
En un mundo ideal, los políticos no tendrían que mentir, pero en ese mismo mundo ideal la congruencia sería natural y no una manda incómoda.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.