Óscar G. Chávez
La gran interrogante para el próximo año, que todos tenemos presente que será electoral, es quién o quiénes serán los candidatos a la alcaldía de la capital, ya que todo parece indicar que el actual alcalde va en busca de la reelección, dado que quizá no habrá posibilidades de contender como candidato de coalición por una diputación federal o senaduría y, dadas las condiciones poco favorables que hay dentro de su partido, no se encontrará dentro de los favorecidos para ser nominados como candidatos y de Acción Nacional ni qué decir, la rebatinga interna está a todo lo que da.
Dentro de este contexto es lógico que su única posibilidad sea la búsqueda de la reelección, pero también parece ser que en este caso tendría nada más el “apoyo” de su partido, no más. Si bien su llegada a la alcaldía fue gracias a la alianza de tres partidos de los que en lo práctico sólo cuentan dos, pronto fue evidente que no supo agradecer o retribuir el apoyo como debiera a Acción Nacional, partido que le generó la mayor cantidad de votos.
No resultará extraño pues que llegado el momento este partido le pase factura por sus deslealtades y no refrende el apoyo del pasado; pero no sólo esto podría complicar las cosas para el maestro Galindo, ya que también han mostrado interés por contender por la alcaldía el diputado panista Rubén Guajardo y David Azuara, hermano del franquiciatario del panismo potosino quien, por cierto, no las tiene todas con él desde que la presidenta estatal de su partido (por él impuesta) ha comenzado a marcar sana distancia.
Con todo y lo que se pueda pensar de estos dos últimos suspirantes; le guste o no al alcalde, y les gusten o no a los potosinos, el interés de ambos es legítimo, como también su derecho a participar en los respectivos procesos. Sin embargo no está por demás señalar que de romperse esta alianza e ir por su lado azules y tricolores, muy posiblemente acaben siendo derrotados en las urnas. El PRI no tiene todas las simpatías y Acción Nacional no levanta. También, a estas alturas es poco probable que busque ejercer presión para negociar con Galindo, quien ya les demostró que tiene poco respeto por los compromisos políticos contraídos.
Muchos siguen sin entender el ciego y sordo empeño de Xavier en impulsar la absurda candidatura del desconocido, inexperto e iluso hermano, pero seguramente ya ambos tienen bien definido qué se negociará en el supuesto que participe pero no gane, y de Guajardo ni qué decirlo, en repetidas ocasiones ha demostrado que no da paso sin huarache, ni obstáculo alguno lo frena cuando se trata de buscar beneficiarse. Pregúntenle a su compadre.
Ya quiénes pudieran ser los candidatos del oficialismo bicéfalo (Verde y Morena) es lo de menos, primero Galindo tendría qué asegurar la viabilidad de su proyecto dentro de su partido, ya que algo es seguro: no está en los ánimos del panismo, al menos hasta ahora, apoyarlo bajo ninguna circunstancia. Tendría pues, que asegurar bajo todos los medios, su permanencia en la alcaldía, ya que si los resultados le fueran adversos es seguro que el gobernador se cobra todos los berrinches que le ha hecho pasar. Sus dos antecesores resultan un buen espejo.
En el mejor de los casos y de no verse favorecido con los resultados del proceso de reelección, lo mejor que le podría pasar es que los morenos llegaran a la alcaldía ya que con estos podría haber, sobre todo si el ganador fuera Leonel Serrato (uno de los posibles candidatos), un muy favorable acuerdo que le permitiera cierta tranquilidad en lo sucesivo.
De cualquier forma adelantarse es especular, todo queda en el rango de lo hipotético, más en estos momentos en que resulta demasiado riesgoso suponer la seriedad de alguno de los actores políticos con intereses en el próximo proceso. Lo único cierto es que si los partidos integrantes la alianza no llegan a un acuerdo razonable y no visualizan inteligentemente sus estrategias, pueden perder el único bastión real de la oposición en el estado, el municipio de la capital.
Ya veremos el próximo año, no falta mucho para febrero.
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