Estela Ambriz Delgado
Las recientes lluvias de mayor intensidad que se han presentado en la ciudad, nuevamente dan muestra de una de las implicaciones de construir en áreas cerriles como las laderas de la Sierra de San Miguelito, lo que además conlleva un riesgo para quienes ahí habitan debido a la altura en que se encuentran, de acuerdo al experto en Hidrología, Ecología y Desarrollo Urbano, Ramón Ortiz Aguirre.
El investigador abordó las diversas implicaciones de llevar a cabo desarrollos inmobiliarios en estas zonas, principalmente las afectaciones debido a que no son respetados los cauces de los arroyos naturales, pues les restaría superficie de construcción, y tampoco hacen canales que lleven el agua hacia puntos más abajo donde puedan ingresar, por ejemplo, a las plantas tratadoras del Parque Tangamanga I o a la línea del drenaje.
En segundo lugar, puntualizó que no existe un programa de reforestación adecuado, el cual es indispensable debido a que a mayor cantidad de árboles, se tendrá una mayor capacidad de infiltración y retención de suelo, el cual debió ser solicitado por la autoridad municipal para dar autorización a los constructores.
Ortiz Aguirre explicó que cuando el agua fluye por un arroyo natural o por un terreno que no tiene cubierta de concreto, el agua va a una velocidad menor que cuando va por una corriente de concreto y se facilita la infiltración de la misma. Sin embargo, como “han pavimentado todo lo que han podido”, el agua baja con una mayor velocidad, y esto provoca las inundaciones en zonas tempranas y en otras de manera un poco más lenta.
También hizo mención de que las líneas de conexión del drenaje que se traen desde arriba de la sierra, en la ladera donde se sitúan las construcciones, al conectarlas a los colectores urbanos que ya existían, se ocasiona que el agua brote por las alcantarillas debido a que no hay las condiciones idóneas para recibir toda esa agua, pues la tubería que ya existía previamente es de menor diámetro, además de que no alcanza a soportar la carga hidráulica porque no está calculada para eso.
Asimismo, el experto subrayó que estos desarrollos inmobiliarios deberían generar un cambio en las tuberías de las zonas que conectan al Valle de San Luis, para que la bajada de agua pluvial pueda ser de una manera eficiente; otro factor es que al estar en etapa de construcción y venir bajando las aguas, esta acarrea consigo la arena, grava, gravilla que están usando, y finalmente obstruye las redes de drenaje.
Ortiz Aguirre puso énfasis en que el Interapas o la Dirección de Desarrollo Urbano y Obras Públicas debió exigir a los constructores la elaboración de un estudio hidrológico para que el Ayuntamiento otorgara las autorizaciones, pues en este se toman las medidas precautorias de acuerdo con la situación actual y futura, y es fundamental para determinar las características de la línea de drenaje.
Respecto a la seguridad de las viviendas y edificios ahí construidos, indicó que por sí mismas ya conllevan un riesgo por la forma en que están construidos, y que se encuentran en pendientes grandes, en donde puede haber una falla estructural que ocasionaría que el edificio cayera o se fracturara, pues a mayor altura, mayores riesgos, por lo que también era indispensable hacer estudios previos de mecánica de suelos.